a sala donde se encuentra el mural del cine Diana con la serpiente de El Eco antecedida por algunos cuadros ya muy conocidos, todos encomiables, de Vicente Rojo a quien después se le rencuentra con otras obras, constituye el meollo mayormente impactante de la muestra, tanto que suscita el imperioso deseo de volver al sitio. Todo lo demás guarda relevancia, una relevancia que está fundamentalmente generada por el interés que suscita el periodo analizado, como sucede con la reconstrucción de lo que fue la maqueta proyecto de Eduardo Terrazas para la Trienal de Milán de 1968, que reitera la atención de aquellos espectadores que han observado su conjunto de diseños para la colección Jumex en la selección realizada por Patrick Charpenel para el Museo de Plaza Carso.
Los apartados corresponden a las siguientes denominaciones: Borramientos, Imaginarios, Modernizaciones, Yuxtaposiciones y Corporalidades.
La sección que encara influencias pop depara al visitante, acostumbrado al encanto que tienen las exposiciones museísticas, varias satisfacciones que trascienden el carácter documental que en todas formas parecen asumir un buen porcentaje de las obras y hay que considerar que de eso se trata la exposición, de ilustrar un periodo que ha sido abordado circuntancialmente, pero no con los alcances ahora a la vista. Una de las obras que en ese contexto llama poderosamente la atención, Destrucción de un orden, 1965, de Vicente Rojo, es una pieza no tan prototípica de la época en la que se produjo si se observan otras perpetradas en ese tiempo. Cerca se encuentra otra de las mejores producciones museográficas del conjunto; fotomontajes alusivos a la clase media mexicana
, de Juan José Gurrola: señora con pan
, famila sándwich
, y Kool aid
, 1966. Se trata de transfer sobre tela preparada en bastidores de madera. La cédula advierte que son copia de exhibición
y es lo que me determina a pensar que se trata de una producción del Muac, por cortesía de House of Gaga. No estaría de más saber qué instancia es ésta, sobre todo porque involucra a Lady Gaga con Gurrola, liason que resulta hasta cierto punto pertinente aunque anacrónica.
Se entenderá que están todos los entrecruces posibles, la sección de las corporeidades contiene un conjunto de Pedro Friedeberg estupendamente elegido que hace las delicias de quienes sólo conocen sus sillas en forma de mano. Se inicia con un mueble de Arnaldo Coen que pertenece a Vicente Rojo Cama, el mueble pareciera ilustrar la temática nacoart
que el mismo Coen acuñó años después . Su extrañeza reside en que es un love seat kitsch en oro de hoja con elementos pop, un híbrido de la época. Arnaldo también cuenta con amplia representación.
Otra pieza insólita que tiene categoría de hallazgo para quien dispone del tiempo de mirar con atención es de Hersúa, de 1957, hecha con popotes reunidos con su cara abierta
para sorber y pintados con delicados colores al acrílico contenidos en una caja, se trata de una pieza de categoría única en la trayectoria del artista que cuenta además de otras obras con un antipoema de 1987, representativo de su etapa de arte otro
. Dentro del apartado surrelista o de las corporeidades está la que quizá sea la mejor pieza que Brigite Titchenor ideó en toda su vida, así como la muñeca de Kati Horna, que encontró repercusión en la iconografía de otras artistas tambien anexadas al surrealismo como Varo y Carrington. Una caja de Alan Glass ofrece la repercusión en video de Ensayo de un crimen, de Luis Buñuel. Estas vecindades temáticas o iconográficas entre diferentes disciplinas van configurando los contextos de época, es decir, se seleccionaron varios de los iconos predominantes en esos tiempos, que no son los mismos para todos, como ocurre siempre con los quehaceres curatoriales de autoría estelar.
Las numerosas pinturas de Gerzso intercaladas en varios contextos, permiten estatuir que el Gerzso ya no ocasional, sino fundamentalmente pintor, aparece con esplendor de factura en varios momentos. Hasta donde pude obsevar no hay muestra de su quehacer cinematográfico previo o concomitante. En cambio me sorprendieron gratamente los collages sobre la mal llamada época de oro
del cine mexicano por Luis Jaso, un pintor naif muy buscado por coleccionistas de este género.
Existe un libro de dimensiones considerables, ilustrado con inumerables piezas de archivo muchas inencontrables en otras publicaciones sobre este tema, con ensayos a cargo de todos los curadores de la muestra que se integraron al seminario que le dio origen. De modo que el catálogo oficial de Desafíos a la estabilidad, dadas sus dimensiones y propósitos funciona predominantemente como libro de consulta o de colección. Pero a la vez cualquier visitante puede hacerse del cuaderno publicado por el Muac y Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México, que introduce a la muestra con claridad y precisión.