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Entre juegos y sonrisas: los derechos de la infancia
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n México, el 30 de abril festejamos a niñas y niños. Es también un día significativo para los adultos, ya que recordamos con júbilo la importancia de la niñez, incluso revivimos con nostalgia esa etapa mágica de nuestra vida, cuando todo era aventura y cada día una nueva invención.

La niñez es sagrada, pero también vulnerable. Esta etapa está marcada por alegrías y ocasionalmente por experiencias traumáticas, hechos que parecen provenir de otro universo y penetrar en el suyo sin preaviso, con dureza, a veces con violencia. ¿Cómo podemos, desde todos los ámbitos de la sociedad, hacernos cargo de nuestros infantes, protegerlos y enriquecer el desarrollo de esta fase de la vida? ¿Qué papel desempeña el sistema de justicia frente a los derechos de niños y niñas?

En febrero de 2012, la Suprema Corte de Justicia de la Nación presentó el Protocolo de actuación para quienes imparten justicia en casos que involucren a niñas, niños y adolescentes, cuya segunda edición es de marzo de 2014. Este protocolo forma parte de una serie de instrumentos de apoyo que abordan distintas temáticas (género, migrantes, indígenas y personas con discapacidad).

¿Cuáles son los antecedentes de este protocolo?

En 1989 se aprobó la Convención sobre los derechos del niño, ratificada por México en 1990. En mayo de 2000 se publicó la Ley para la protección de los derechos de niños, niñas y adolescentes, cuyo objetivo es asegurarles un desarrollo pleno e integral en condiciones de igualdad. Asimismo, en 2005 se instauró el sistema de justicia para adolescentes.

Los artículos 3 de la Convención y 4 de la Constitución mexicana explicitan el interés superior del niño. Como se explica en el protocolo, el desarrollo de ese interés y el ejercicio pleno de los derechos de los niños son los criterios rectores para la expedición y aplicación de las normas que impactan en todos los órdenes de su vida.

Bajo esta concepción, los niños, niñas y adolescentes (NNA) son sujetos de derechos y no menores que deban ser tutelados. Estos derechos derivan de sus propias condiciones de desarrollo y de las características propias de la infancia, que deben salvaguardarse en la actuación judicial, especialmente protegiendo su normal desarrollo cognitivo, emocional y moral. El niño o niña depende emocionalmente de los adultos, teme el abandono y la pérdida. Frente a una autoridad intentarán dar la respuesta correcta, puesto que la asociación de bueno y malo se identifica con las ideas preconcebidas de premio o castigo.

¿Cómo incorporar la universalidad de los derechos de NNA y sus características específicas en el acceso a la justicia?

El protocolo enuncia varios principios que deben adoptarse en cualquier proceso en el que está involucrado un NNA, sin distinguir la calidad con la que comparezca, incluyendo a los adolescentes en conflicto con la ley. Destacan la no discriminación y no revictimización, la protección de la intimidad, el trato respetuoso y sensible, y el derecho a opinar en todos los asuntos que le afecten. Estos principios garantizan el respeto de los derechos humanos de sus destinatarios.

En el desarrollo del proceso deben considerarse otros aspectos no menos relevantes, como el derecho a ser informados, la privacidad, la aplicación de medidas de protección y la exposición ante el juzgador por el menor tiempo posible.

En el protocolo también se hace referencia a la fiabilidad de su declaración. ¿Qué significa? Que no se desestimará su testimonio en razón de su edad. De igual forma es trascendente que, en todo momento, estén acompañados por personas especializadas en el desarrollo de la infancia, que sepan dirigirse a ellos con un lenguaje entendible y que estén familiarizados con su situación sicológica y emocional.

El protocolo no es útil únicamente para los impartidores de justicia, ya que el cuidado integral de la infancia implica la labor conjunta de padres, maestros, médicos y autoridades; de ahí la importancia de hacer propios los nuevos estándares de los derechos humanos para su protección.

El protocolo nos recuerda el deber de velar por la vida en dignidad de NNA; es también una invitación a trabajar coordinadamente, uniendo esfuerzos con todas las instancias involucradas en su atención y defensa, aplicando instrumentos nacionales e internacionales, así como herramientas y buenas prácticas en la materia, pues el respeto de sus derechos, también representa la sociedad que somos y la que aspiramos a ser.

Es momento para reflexionar sobre el camino recorrido y sobre el que falta por recorrer, para que todos los días festejemos a la niñez mexicana, para que no pase un minuto más sin que su interés sea nuestra meta a alcanzar.

*Magistrada del séptimo tribunal colegiado en materia penal del primer circuito