Opinión
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Jazz

La nueva estación de Iraida Noriega

R

ecuerdo que en alguna noche de los años 80, cuando el grupo ENTE organizaba las veladas de Cada quien sus rolas y uno a uno íbamos poniendo un tema para compartirlo y comentarlo con los cuates, a mí se me ocurrió poner Eungenio Salvador Dalí, del grupo Mecano; cuando lo anuncié caminando rumbo al tocadiscos, al maestro Alfredo Arcos se le atragantó el tequila en medio de un “no mames, pinche Malaféis”.

Pero la rola roló, todos la escuchamos, Arcos trazaba dibujos instantáneos en un block; hasta que al final, emocionado, el maestro ofreció disculpas diciendo que nunca hubiera esperado que Mecano pudiera hacer una canción de esa calidad. Alguien más por ahí dijo que la voz de Ana Torroja era insoportable.

¿Por qué el recuerdo? Porque el nuevo disco de Iraida Noriega, Nueva estación, es un puñado de canciones pop de los años 80, además de dos referentes obligados de la trova mexicana y una inesperada pieza de los Beatles. Todo esto, evidentemente, rediseñado a través de los arreglos y el proverbial talento de la Noriega… y del privilegio de poder cantar acompañada por un trío tan virtuoso como transgresor: Israel Cupich (contrabajo), Roberto Blanco (piano) y Gustavo Nandayapa (batería).

Antes, al hablar de canciones pop de los 80, mi subconsciente y yo nos vemos obligados a puntualizar que el término este de música pop no siempre se refirió a los sonidos asequibles o a los esquemas faciloides para armar una canción; que en su tiempo, los cantares de Jimi Hendrix, Lou Reed, Rolling Stones y otros muchos etcéteras eran conocidos y reconocidos como música pop.

Pero dejemos los breviarios y regresemos a la Nueva estación, que abre precisamente con Hijo de la Luna, de José María Cano, donde el bagaje pop nunca suena ni poposo ni popero; se despliega con agilidad a lo largo y alto de la gramática jazzística sin abandonar un instante el itinerario de su melodía original. Esto no sucede en el turno de Me cuesta tanto olvidarte, también de Mecano, pues aquí se eliminan de tajo las edulcoradas poses de la Torroja y en su lugar aparece la firme y enérgica naturalidad de Iraida Noriega.

Foto
Iraida NoriegaFoto Archivo

Porque además de todo, Iraida no cantaría ni media coma que no brotase de lo más profundo de su ánima, de lo más auténtico de su ánimo. Y por eso proyecta. Y por eso apasiona. Y por eso convence. Y por eso puede sumergirse donde le venga en gana; como en las diez rolas de este disco, que hasta hace poco eran ajenas y que hoy le pertenecen en su totalidad.

Sólo dos ejemplos más: Help, una pieza menor de Lennon y McCartney que con el arreglo de Noriega adquiere verdaderos tintes artísticos; si esto llega a oídos de Sir Paul, con seguridad vendrá a hacerles tres o cuatro reverencias a Lady Iraida. Y ahí está Qué me pasa, una de las muchas genialidades de Rafael Mendoza, que con el piano de Roberto Blanco y la guitarra invitada y etérea de Álex Otaola logra esparcir nuevos aromas.

En fin, que se trata de una de esas obras obligadas para todo aquel que gusta del cambio de prismas y de las nuevas aristas. Y para los seguidores de Iraida, además de imprescindible, es una de las mejores noticias que han recibido en mucho tiempo, pues el disco estará disponible para ser bajado de Internet en forma gratuita a partir del martes 15 de abril. Sólo hay que ir al sitio de la cantante.

Hace rato que Iraida Noriega no nos daba un disco tan bueno. Salud.