l gobierno de Venezuela, encabezado por el presidente Nicolás Maduro, y representantes de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) iniciaron ayer un proceso de diálogo denominado Conferencia Nacional por la Paz y la Vida, que se está desarrollando en sesiones públicas y televisadas, y que cuenta con la presencia de tres cancilleres de la Unión de Naciones del Sur (Unasur): María Ángela Holguín (Colombia), Ricardo Patiño (Ecuador) y Luiz Alberto Figuereido (Brasil), así como del representante del Vaticano en la República Bolivariana.
Ayer, en la jornada inaugural de dicho proceso, Nicolás Maduro agradeció a la Unasur por hacer posible el acercamiento entre bloques políticos antagónicos y escuchó los señalamientos críticos formulados por los representantes de la oposición. Por su parte, los representantes de ese organismo multinacional señalaron que las reuniones referidas constituyen un paso importante hacia la recuperación de la estabilidad política en el país sudamericano.
Más allá de los resultados que arrojen las negociaciones y a pesar de las muestras de escepticismo y la descalificación a priori de que fueron objeto por algunos grupos opositores, el hecho mismo de su realización es una buena noticia para ese país, cuya paz social se ha visto trastocada en semanas recientes por una combinación de descontentos sociales genuinos e intentos inocultables de desestabilización política de grupos opositores, poderes fácticos nacionales e internacionales y gobiernos extranjeros, como los de Washington y Madrid.
Con este telón de fondo, la gestión realizada por la diplomacia sudamericana para lograr un acercamiento entre el gobierno y la oposición venezolanos constituye un factor de distensión saludable que debiera ser respaldado por el conjunto de la comunidad internacional. No puede omitirse la consideración de que el inicio exitoso del diálogo en Venezuela ha sido posible, en buena medida, porque las gestiones correspondientes se han realizado en el seno de instancias diplomáticas regionales equitativas, democráticas y ajenas a la influencia y hostilidad de Washington hacia el gobierno venezolano.
Adicionalmente, ejercicios como el iniciado ayer en Caracas contribuyen a neutralizar el acoso de que ha sido objeto el gobierno de Maduro desde el surgimiento de la crisis política en aquel país por los consorcios mediáticos trasnacionales: mientras éstos se han empeñado en presentar al mandatario bolivariano como responsable único por la violencia y las muertes ocurridas en el marco de las protestas antigubernamentales, en la sesión de ayer pudo observarse al sucesor de Hugo Chávez realizar una defensa de la institucionalidad democrática, reconocer la existencia de distintas corrientes de pensamiento en su país y convocar a éstas a conducirse dentro de la legalidad.
Significativamente, mientras la mayoría de Estados latinoamericanos han sumado esfuerzos en días recientes para que el diálogo en Venezuela se desarrolle en paz y civilidad, las principales empresas mediáticas occidentales han porfiado en sus intentos por desvirtuar tales negociaciones y han apostado al descarrilamiento de las mismas.
Cabe esperar que esos intereses no tengan éxito en semejante cálculo y que prosperen las pláticas iniciadas ayer entre opositores y el gobierno venezolano; que las partes en conflicto sean capaces de mostrar sensatez, flexibilidad y altura de miras y que se fortalezcan, en esa medida, la institucionalidad política y la vida democrática de ese país hermano.