asta ahora nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que realmente sucedió en la línea 12 del Metro capitalino. Con abundancia de datos técnicos se han atrincherado tanto la parte oficial, acusadora de graves errores de origen y desviaciones de diversa índole, incluso presupuestal, como los directamente agraviados por esos señalamientos, el ex jefe de gobierno Marcelo Ebrard y las firmas constructoras y supervisoras que participaron en ese proyecto de amplias pretensiones.

Unos y otros muestran documentos, dictámenes, firmas y conclusiones que, en apariencia, confirman la culpabilidad o inocencia de cada cual. El flanco mancerista ha contado a su favor con el factor sorpresa al haber dado el primer golpe, que al menos en las primeras semanas parecía haber asentado como verdad incontestable la de los rieles y los trenes discordantes y otras aparatosas pifias técnicas. De su lado tuvo a Televisa, que aprovechó la oportunidad para dar continuidad en pantalla a su reyerta con Carlos Slim. Lentamente, sin embargo, esas convicciones iniciales fueron cambiando, no sólo por la defensa que de su caso hizo el damnificado Marcelo Ebrard, sino en especial por la postura de los directivos de las poderosas firmas constructoras, al grado de que en una conferencia de prensa se habló claramente de las motivaciones políticas, de cambio de administración, que habrían motivado un arrebato sin fundamento en el timón mancerista.

Tan graves desatinos y opacidad, con medio millón de capitalinos sufriendo cada día a causa de esos rejuegos de élite, y con gran cantidad de recursos públicos perdidos o desviados de su destino original, merecen una explicación amplia, profunda y creíble de quien está al frente del gobierno capitalino. Miguel Ángel Mancera debe demostrar que tuvo con anticipación los fundamentos técnicos irrefutables para decidir la suspensión del servicio de la mayor parte de las estaciones de la línea dorada y debe convencer a los habitantes del Distrito Federal de que no se está en presencia de una venganza política del habilidoso Jesús Ortega (quien hoy comparecerá ante una comisión en San Lázaro) contra su ex jefe, Ebrard, a causa de los agravios acumulados por el caso del News Divine, ni del propio Mancera contra quien también era su jefe y lo hizo candidato (junto con Andrés Manuel López Obrador, en los arreglos que dejaron a éste la candidatura presidencial de 2012 y a Marcelo el control del DF).

Mancera está en deuda con sus gobernados (la mayoría de los cuales reprueban, según encuestas recientes, su desempeño) y con la izquierda (aunque no forma parte de ella, ni por formación política e ideológica y ni siquiera por simple adscripción partidaria). La frivolidad y la falta de oficio político están multiplicando los problemas en la ciudad de México y han creado ya las condiciones para que en las próximas elecciones el PRI aspire fundadamente a arrebatar porciones de poder a esa izquierda dividida y confusa.

El pasado viernes, en una ceremonia privada, se inauguró la Casa Emaús, a 50 kilómetros de Saltillo, con la presencia del cardenal Juan Sandoval Íñiguez y cinco obispos del país, entre ellos el anfitrión, Raúl Vera. Esa casa está oficialmente dedicada a la rehabilitación de sacerdotes en situaciones o momentos difíciles que van de lo moral a lo espiritual y sicológico, y está a cargo de su promotor, el sacerdote Rodolfo Mora Becerra, misionero de Guadalupe.

Aun cuando no se reconoce expresamente así, dicho establecimiento religioso atiende a presbíteros involucrados en asuntos de pederastia (en Guadalajara, el citado cardenal Sandoval impulsó la Casa Alberione, igualmente enfocada al tratamiento de desviaciones sacerdotales, entre ellas el abuso sexual contra menores de edad). El nombre del retiro proviene de un pasaje del Evangelio de San Lucas (http://bit.ly/1e694NX). Mora Becerra ya había desarrollado trabajo similar en Monterrey, donde logró dar de alta a 43 sacerdotes, tres de ellos obispos, según relató en http://bit.ly/PHIUWU. Asegura que ellos han salido ya reciclados en su ánimo y en su entusiasmo.

A diferencia de lo sucedido con el concierto metalero Hell&Heaven, que fue abiertamente combatido por el gobierno de Eruviel Ávila en un revanchismo político contra sus adversarios partidistas en Texcoco y en abierta maniobra para favorecer a ciertas empresas organizadoras de espectáculos masivos, este fin de semana se presentó sin ningún problema el más famoso de los cantantes de narcocorridos extremos, Alfredo Ríos, el Komander. En el palenque de la Feria Internacional del Caballo, en Texcoco, fueron interpretadas algunas de las canciones que abiertamente promueven la ejecución de adversarios, la tortura, el consumo de estupefacientes y el modo de vivir ostentoso y aparentemente exitoso de quienes se dedican al crimen organizado.

La presentación del Komander, miembro distinguido del Movimiento Alterado, que agrupa a intérpretes de ese tipo de música que no puede ser transmitida por radiodifusoras pero que se reproduce exitosamente a través de las redes de Internet y en presentaciones en vivo, fue defendida por el virtual jefe político de Texcoco, el diputado perredista Higinio Martínez, quien encomió que haya libertades para ese tipo de expresiones artísticas y culturales. Incluso criticó que en Morelos se hubiera cancelado una actuación del Komander programada para el próximo 11, en la Feria de Cuernavaca. El cabildo de la capital solicitó a los organizadores que suspendieran la presentación en el palenque, luego de que el gobierno de Graco Ramírez declaró que no era grata la presencia de ese cantante en la entidad. El secretario general de Gobierno, Jorge Messeguer, dijo que las letras de las canciones del Movimiento Alterado hacen apología del crimen, la violencia y el narcotráfico. La postura del gobierno perredista de Morelos fue considerada por el jefe político de Texcoco, Higinio Martínez, como una violación a los derechos humanos, sobre todo si la gente requiere un rato de esparcimiento y diversión. ¡Hasta mañana!

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