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Fue una interlocutora imprescindible para el teatro, destacan

Creadores escénicos reconocen la relevancia de la pluma de Harmony
 
Periódico La Jornada
Lunes 7 de abril de 2014, p. 9

En días pasados, la dramaturga y crítica de teatro Olga Harmony, fundadora y articulista de este diario por casi 30 años, anunció su retiro. En un breve aviso en el Correo Ilustrado, publicado el 15 de marzo pasado, escribió: “A la comunidad teatral: por diferentes razones ya no haré crítica de teatro. Agradezco por su amistosa cortesía al gremio y a los integrantes de La Jornada, empezando por su directora Carmen Lira”. Firma: Olga Harmony.

Como reconocimiento a su personalidad y trabajo, algunos creadores escénicos opinan sobre la importancia de su labor crítica para distintas generaciones, sobre todo, como interlocutora imprescindible en la cultura y la historia del teatro en México.

Luis de Tavira (director): La admirable trayectoria de Olga Harmony es indispensable para entender los pasados 50 años del teatro en México. De su amplia trayectoria destaca, entre otras cosas, una evolución en su quehacer de crítica teatral. Hace 50 años se libraba una batalla conceptual y estética importante entre la primacía del texto y la puesta en escena; es decir, entre la puesta en escena como fundamental y prioritaria frente al texto dramatúrgico. Fue una defensora del texto y, por tanto, crítica en esa tensión que se dio. Sin embargo, evolucionó. Fue sensible a la lectura del teatro como puesta en escena. Fiel a sí misma y desde la perspectiva del texto como punto de partida, fue de las pocas voces críticas capaces de mirar la puesta en escena con mayor detenimiento que otros. Igual de relevante es que Olga es gente de teatro, y desde su posición lo defendió siempre. Estuvo atenta al teatro de otros estados del país; estuvo presente en las muestras nacionales. Uno de sus grandes valores intelectuales es que su crítica se rejuveneció con el tiempo. Se hizo cada vez más fresca y abierta, capaz de asombrarse por la emergencia de los nuevos artistas teatrales; eso es de enorme generosidad. Otro valor indiscutible es su constancia y perseverancia, pues no siempre quien ejerce la crítica permanece en ella. Importante es también su postura ideológica, relacionada con el compromiso social y político del teatro. Nos deja un vacío, pero también un riquísimo testimonio. Con su retiro culmina una fructífera, admirable y generosa trayectoria.

David Olguín (dramaturgo y director): Harmony siempre trabajó con enorme e impresionante honestidad y disciplina. Por su rigor crítico, los teatreros tuvimos siempre la sensación de que nos enfrentábamos a la ley. Más allá de las polémicas, sus testimonios sobre el desarrollo del teatro en México son invaluables. Deja un hueco, pero también un reto para quien tome la estafeta.

Alejandro Luna (escenógrafo): La figura de Olga en el terreno de la crítica teatral en México es fundamental, toda vez que no existe mucha crítica en nuestro país con una solida preparación, como la de ella. La conocí cuando era maestra en la Escuela Nacional Preparatoria y dirigía obras de teatro con los alumnos. Trabajé con ella haciendo escenografías para esos montajes y cada año realizábamos uno o dos. Su constancia es admirable. No siempre hemos estado de acuerdo, pero eso es lógico. Sin embargo, hoy día es considerada la decana de la crítica teatral. Ha acompañado a distintas generaciones durante toda una vida.

Mauricio García Lozano (actor y director): Para mí, Harmony significa rigor y disciplina. Nadie, pero nadie, ni mi mamá, ha visto todas mis obras de teatro, salvó Olga. Su acuciosa disciplina y rigor para seguir el acontecer teatral es excepcional. El seguimiento que Harmony ha dado a mi trabajo y al de otros ha sido de enorme utilidad. Es una interlocutora, no sólo de gran experiencia, sino de profunda sensibilidad. Ofrece una guía, un norte. Cuando la crítica es inteligente y profunda, y está basada en la generosidad, independientemente del análisis positivo o negativo, siempre va haber una interlocución necesaria para el artista. Con todo lo que sabe, es un lujo que pocas veces tienen las nuevas generaciones de poder encontrarse con una interlocutora de su talla.

Jaime Chabaud (dramaturgo y director): Es mucho el pesar por su retiro, porque, aunque polémica, es una enorme figura que ha proporcionado muchas cosas al teatro mexicano. Le tengo enorme cariño y respeto, porque es fundamental para el teatro en nuestro país. Su tenacidad es muy apreciada, eso habla de un compromiso brutal con el quehacer teatral; eso no podemos pagárselo con nada. Ayudó a construir respeto por la crítica teatral. Durante mucho tiempo fue la crítica más importante de teatro. Siempre habla mucho de los relevos generacionales y ha lamentado que éstos no aparezcan. Más allá de polémicas y gustos, Olga es una de las personalidades cruciales de la segunda mitad del siglo XX. Nos enseñó respeto por el oficio de la crítica. Es también una luchadora por los derechos de los teatreros. En distintos terrenos, como el legislativo, cuando se requirió dar la batalla, siempre estuvo al pie del cañón.

Luis Mario Moncada (actor, dramaturgo y director): Harmony es un referente permanente para el teatro de nuestro país. Su crítica constituyó un enorme apoyo. Siempre que estrenábamos una obra, abríamos La Jornada para revisar lo que había escrito. Olga es de esas personas que suele ir, de manera muy disciplinada, al principio de las temporadas. Sin duda alguna es un pilar de la crítica y un impulso para los jóvenes. Uno de las últimos textos que leí de ella fue sobre los artistas emergentes, eso nos habla de que no ha dejado de rastrear a los nuevos creadores escénicos. Para nuestra generación es lamentable que se retire, por el vacío que deja. Hay que destacar su evolución en su manera de hacer crítica, que puede llegar a ser incomprendida por algunos. Harmony llego a ser sinónimo de crítica rigurosa... y para algunos despiadada. Recientemente, me parece, optó por una nueva vía: la crítica como ejercicio descriptivo de gran rigor. Eso me parece un material invaluable y muy interesante a futuro. Hoy quizás eso no sea lo que los creadores esperan, pero a me parece una evolución en su labor como crítica.

Fernando de Ita (periodista y crítico teatral): Olga Harmony es el último eslabón del canon aristotélico que siguió la crítica de teatro en México en la segunda mitad del siglo XX. En el siglo XIX hubo notables historiadores y cronistas del arte dramático y el teatro lírico y al inicio de la pasada centuria proliferaron los periodistas de espectáculos. Pero hasta los años 50 la crítica comenzó a ser profesión. Olga es alumna y colega de Francisco Monterde, Miguel Guardia, Rafael Solana, Malka Ravel, Antonio Magaña Esquivel, Juan Miguel de Mora, Luis Reyes de la Maza y una larga lista de escritores, investigadores y periodistas que en los años 60 ejercieron una crítica basada en la unidad de tiempo, espacio, acción y estilo, así como en los géneros dramáticos. Hago esta mención, porque en los años recientes la gente de teatro resentía que la decana de nuestra crítica siguiera aplicando la regla para un teatro inmerso en la posmodernidad, cuya primera característica es la renuncia a esos paradigmas. Pero no podemos olvidar que por varias décadas Olga fue referente de la crítica por su formación literaria, su cultura teatral, su buena prosa, su independencia intelectual y su perspicacia para ver lo que está en el fondo de la forma dramática. Yo, que de algún modo fui antagonista de su pluma, me quito el sombrero ante la impresionante labor de Olga como formadora de opinión, como maestra de teatro, como autora de obras narrativas y dramáticas de gran calado. Y por su resistencia. De memoria no encuentro a otro crítico que haya ejercido el oficio continuamente por tantos años. Se dice fácil, pero la crítica que pone en cuestión la creación artística no es bien querida, todo lo contrario. Me alegra que Olga reciba en vida el reconocimiento que se merece. Sólo el tiempo pudo callar a una de las voces más autorizadas y bien articuladas de nuestro teatro, ese arte efímero, cuya huella sólo se puede seguir en las crónicas que gente como Olga dejan para la posteridad.

Germán Castillo (director teatral): Es lamentable que mentes claras, brillantes, útiles y generosas, como la de Olga, tengan que retirarse. Su crítica teatral llegó a ser determinante para la vida cultural en México. Su trabajo siempre fue riguroso. Aun cuando llegaba a tener ciertos afectos, su crítica no dejaba de serlo. En ciertos casos la expresaba en clave, para que quedará como un secreto entre ella y el creador. Eso, para mí, habla de su calidad humana.