David Medina Portillo cuenta su experiencia en Vuelta, al lado del autor de El arco y la lira
En la era de Internet, el impacto de la publicación y de su antecesora Plural “se habría magnificado; habría permitido disipar las malas lecturas que ambas sufrieron”, señala el editor
Lunes 31 de marzo de 2014, p. a12
Cien años de un autor ya eterno para las letras mexicanas, el poeta, el ensayista, el polígrafo al que no sólo le debemos excelentes escritos y reflexiones sino también valiosos puentes de diálogo con otros poetas y pensadores a través de su labor al frente de fundamentales revistas culturales.
A continuación, una charla con David Medina Portillo*, escritor que colaboró estrechamente con Octavio Paz (1914-1998) en sus vicisitudes editoriales.
–¿Qué evoca esta palabra: Vuelta?
–Dicho de la manera más sintética: el recuerdo de la mejor revista hispanoamericana de la segunda mitad del siglo XX. Ahora bien, el sentido literal del título se presta a divagaciones raras, pero no olvidemos que Octavio Paz y quienes lo acompañaron en la fundación de la revista tenían aún frescos los acontecimientos más recientes, es decir, aquello que se conoce como el golpe a Excélsior (julio de 1976) por el gobierno de Luis Echeverría, lo que precipitó la renuncia de Julio Scherer, entonces director del periódico, quien invitó a Octavio Paz a crear y dirigir Plural, publicación que aparecía mensualmente como una revista de más de 80 páginas.
“Paz y la redacción de Plural renunciaron en solidaridad con Schrerer y unos meses después, en diciembre de aquel mismo año, estaba saliendo ya su nueva revista. La historia al respecto es muy conocida: del golpe a Excélsior nacieron Proceso, unomásuno y la revista de Octavio Paz: Vuelta. El editorial del primer número es muy explícito a este respecto; para Paz el título tiene un fuerte matiz polémico, combativo. Es una vuelta, un regreso a la arena pública.
“A diferencia de Plural, Vuelta se consideró a sí misma, desde su nacimiento, en diciembre de 1976 y hasta su último número, agosto de 1998, como una publicación indudablemente literaria pero, a la vez, con una fuerte carga de opinión sobre la realidad cultural, social y política de aquellos años.
“En muchos sentidos, más que una revista de literatos y para literatos Vuelta fue una publicación dirigida por un intelectual público (de los más aguerridos polemistas en aquellos años) y, en este sentido, encaminada a formar una necesarísima opinión pública independiente, decididamente al margen del omnipresente ‘ogro filantrópico’: el Estado priísta’.’
–¿Cómo era el Paz editor? Si bien en los créditos aparece como director
, es claro que había una función decisiva sobre los contenidos de la revista, sobre la elección del enfoque de los ensayos; hay una línea de trabajo, una perspectiva más amplia…
–Quizá sirva como respuesta relatar lo sucedido en una reunión de la mesa de redacción en 1995. A cierta gente le gusta ver o imaginar a Paz como una figura intolerante, si no es que francamente autoritaria. Sin embargo, mi experiencia es muy distinta. Siempre estaba interesado en la opinión del otro, del que tenía enfrente; incluso y como recuerda Elena Poniatowska en su libro sobre Paz, daba por hecho que sus interlocutores eran más inteligentes y más enterados de lo que eran en realidad. Esto no quiere decir, por supuesto, que no defendiera sus opiniones con una vehemencia a veces sorprendente. Resulta paradójico, pero así es.
“En aquella reunión de la redacción de Vuelta el tema, claro, fue la planeación del siguiente o los siguientes números; sin embargo, una vez despachadas las cuestiones rutinarias, la reunión derivó en un reclamo. En esas fechas acababa de aparecer La rebelión de las cañadas, el libro de Carlos Tello Díaz sobre el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
“A Paz le parecía lamentable no el libro (cuyas páginas, si no mal recuerdo, tuvieron su origen en un texto de Carlos Tello aparecido en Nexos –Tello mismo era colaborador habitual de esta revista), sino que ninguno de los ahí presentes fuera el autor…, tal cual. Muy pocos hablan de esa suerte de fascinación que Paz experimentaba frente al neozapatismo, en particular frente a la figura de Marcos.
“La reunión fue una disputa abierta de puntos divergentes donde, la verdad, Paz no le dictó línea a ninguno de sus colaboradores. En ese sentido, nunca apareció una contraparte del libro de Carlos Tello en la versión o bajo la improbable línea ‘ideológica’ de la revista Vuelta… Lo cierto es que, en aquella reunión, Paz escuchaba y escuchó a sus colaboradores aunque, repito, no siempre pensara lo mismo que ellos”.
–¿Podría describir una sesión de trabajo de Vuelta? ¿Cómo se planeaban los números?
–La respuesta anterior da una idea precisa del trabajo al interior de la publicación. A mí me tocó vivir sus últimos cinco o seis años, de modo que las reuniones de la redacción ya no se realizaban mes con mes. Sin embargo, cuando sucedían, ahí estaba Paz. Hay que recordar que se trataba de un intelectual público muy activo que vivía, literalmente, de lo que pensaba y escribía sin estar en la nómina de ninguna institución pública o privada.
“Muchas veces al año andaba de viaje, dictando conferencias o como invitado de alguna entidad cultural o universitaria extranjera. No obstante, la comunicación con la redacción era cotidiana gracias al teléfono. Cada número se armaba con base en un índice previamente discutido entre el consejo de redacción, con su consenso y hasta con sus disensiones. Te hablo de una época en que ya existía la comunicación instantánea, incluido el correo electrónico.
“Paz no usaba computadora, por cierto, aunque era un devoto del fax, al que le daba un uso intensísimo. De alguna manera, las reuniones frente a frente ya no eran tan indispensables.
“Paz estaba pendiente de cada número y de cada una de las secciones de la revista. Si se encontraba en el país, era de rigor que nos llamara varias veces al día a las oficinas de la revista. El maratón de tales llamadas comenzaba a eso de las nueve horas para hacer un repaso de los pendientes cotidianos y comentar las noticias más relevantes del momento. No exagero, es célebre esta forma de trabajar siempre vertiginosa que Paz tenía. A las nueve horas ya había leído todos los periódicos a la mano (tratándose de él, realmente muchos), nacionales y extranjeros. En cualquier caso, de esa actitud frente la realidad y de lo que sucedía en ella día a día dependía, para Paz, la línea editorial de Vuelta: una publicación de su tiempo y no al margen de él, en esa burbuja etérea donde suele situarse a cualquier publicación literaria e, incluso, cultural, como si la literatura y la ‘cultura’ fuera una cosa (no sé cuál) ajena a la realidad”.
–Veo que fue traductor del libro Plural en la cultura literaria y política latinoamericana. De Tlatelolco a El ogro filantrópico. ¿Qué nos podría contar sobre esta evaluación que hace John King acerca de este hito de las revistas literarias en México?
–Precisamente, en el libro de John King hay muchos pasajes que destacan con sumo detalle esta forma de trabajar del Paz editor, estuviera donde estuviera. Ahora bien, a propósito de tu pregunta sobre el aporte de Plural a la historia cultural no sólo mexicana, sino hispanoamericana, me parece que uno de los rasgos más interesantes del libro es que sitúa a Paz y a la revista que dirigió en su justa dimensión: como un fenómeno continental muy diferente y hasta en contra de otro suceso también continental, el boom de la narrativa latinoamericana en los años 70 del siglo pasado.
“En lo personal, me gustó encontrar y distinguir con precisión la ruta crítica de Paz y la literatura en nuestra lengua al margen de la narrativa latinoamericana entendida como ese fenómeno que –según ha señalado no sé qué maledicente– tuvo como capitales a Barcelona, Madrid y París. Dicho de otro modo, Plural fue una revista que se ganó a pulso un lugar destacadísimo en la historia de las grandes publicaciones en nuestro idioma (sólo después de Sur, la revista de Silvina y Victoria Ocampo, de Bioy Casares y de Borges) gracias a una suerte de nueva ‘defensa de la poesía’ y de la crítica entendidas más que como géneros (verso y ensayo) como una actitud y una forma de vida.
“Plural destacó el ejercicio de la crítica en todos los órdenes de la vida cultural, social y política. Así, ejerció una posición adversa ante muchas de las políticas autoritarias del gobierno echeverrista, es decir, criticó al Estado y mantuvo una posición adversa al PRI cuando realmente era peligroso criticar a dicho Estado priísta –algo que se olvida con escandalosa frecuencia.
“En las páginas de Plural se abrió una discusión particularmente ríspida en nuestra República de las Letras: la relación entre los intelectuales y el poder. El motivo de estas reflexiones fueron el apoyo de Carlos Fuentes a lo que se llamó la ‘apertura democrática’ del echeverriato. Fuentes pidió un voto de confianza para dichas políticas en tanto que gente de Plural, con Zaid a la cabeza, exigía más bien que el gobierno diera a conocer públicamente los resultados de la investigaciones sobre el Jueves de Corpus, por ejemplo.
Defensa de la poesía
“Podríamos seguir con ejemplos de esta línea de Plural, pero no acabaríamos. Sólo diré una cosa más: la creación de una incipiente opinión pública por parte de Plural no estuvo nunca separada de una defensa de la poesía, a quien la revista daba un lugar destacado, ese sí, privilegiado. Era el primer momento de un verdader ascenso de la narrativa en el mundo editorial global, el que ahora vemos por todas partes, guiado por lo grandes sellos editoriales y el mercado. En dicho contexto debe entenderse aquella ‘defensa de la poesía’ que mencioné antes”.
–¿Cuál considera que ha sido el aporte a la cultura mexicana de las revistas en las que intervino Octavio Paz? Me refiero a Taller, El hijo pródigo, Plural, Vuelta…
–En muchos sentidos, la figura del Paz editor ofrece una extraordinaria consistencia a lo largo de muchas décadas, desde finales de los años 30 hasta cerrar el siglo XX. Nada raro ya que, como todos sabemos, Paz fue heredero de una familia de editores y polemistas… Su abuelo Ireneo Paz fue director de muchas publicaciones de corte liberal (liberal al estilo decimonónico mexicano, mucho antes de que el término adquiriera para algunos cierta connotación peyorativa). En todos las publicaciones que Paz alentó desde su juventud existe una constante: la preocupación por el lugar de la poesía y del poeta en la sociedad y el mundo contemporáneo. De ahí se desprende naturalmente aquello que él mismo llamó pasión crítica
, esto es, una fuerte vocación por alentar una cultura de la discusión pública. Se dice fácilmente, pero muchas de las cosas que hoy nos resultan normales no lo eran hasta hace poco. En los radicales años 70 hablar de la creación de esta cultura de la discusión era visto como una distracción, cosa sólo de intelectuales, por ejemplo.
–En su momento se hablaba mucho de la polaridad, incluso del enfrentamiento que hubo entre el grupo de intelectuales asociados a Vuelta y los de Nexos, o con los de México en la Cultura, por ejemplo. ¿Cuál es su opinión sobre esto? ¿Podría ser un distanciamiento sano, natural por las diferencias ideológicas? ¿No resultaba una limitante?
–En el terreno de la opinión, me parece sano todo disenso entre puntos de vista diversos. De eso se trata. ¿Por qué una expresión de la vida pública debe anular al otro? Aquella disputa entre las publicaciones que citas fue cierta, existió realmente y suscribió concepciones claramente delimitadas. En mayor o menor medida, estaba determinada por la oposición entre una concepción en favor de una opción social democrática y otra seducida por la Revolución como portadora de un auténtico cambio social. En los años 70 las disputas llegaron a niveles realmente vociferantes (recordemos las polémicas entre Monsiváis y Paz, por ejemplo), sin embargo, tras la última gran polémica en la vida intelectual de este país suscitada a propósito del Coloquio de Invierno, en los años 90 las beligerancias fueron aminorando. No se debe olvidar, pese a todo, que Paz siguió siendo un polemista hasta sus últimos días.
–Una revista, como las que hemos mencionado, no es sólo un cúmulo de textos publicados número a número, es un proyecto ideológico, estético, un argumento, una propuesta. ¿Cuál era el proyecto detrás de Vuelta y qué diferencia hacía en contraste con otras publicaciones contemporáneas?
–Creo que para responder a esta pregunta tendría que ser reiterativo. Me parece que el único proyecto realmente del primero al último número de Vuelta fue su compromiso con la literatura y con la discusión pública, con eso que entiendo como una cultura de la discusión pública. Se trató de una revista que, por sí misma, representa un ejemplar indiscutible (el último) de auténtica defensa de la poesía. Curiosamente, tras la muerte de Paz y el cierre de Vuelta, la poesía no ha vuelto a tener o encarnar una auténtica voz pública.
El diálogo latinoamericano
–¿Qué nos podría contar sobre la Vuelta sudamericana, la que se editaba en Argentina con Enrique Pezzoni a la cabeza? ¿Cuál era la influencia de Paz en esta edición y cuáles eran sus expectativas de un diálogo latinoamericano entre una y otra revistas?
–Vuelta sudamericana duró muy pocos números y más que de Pezzoni la revista dependió de los esfuerzos de Danubio Torres Fierro, su jefe de redacción entre 1986-1989. La publicación reproducía la mayor parte de los contenidos de la versión mexicana, del mismo modo como lo hace ahora Letras Libres en sus versiones mexicana y española. En este capítulo de Vuelta hay un dato que debemos destacar. Su aparición en Argentina coincidió con el retorno de la democracia a ese país… En efecto, la junta militar había prohibido la circulación de Vuelta que, aunque con dificultades, se distribuía gracias a la intermediación de los amigos argentinos de Paz. Algún éxito habría tenido esa circulación puesto que fue prohibida por la dictadura. Lo mismo sucedió en Chile por aquellos años. Vuelta estaba prohibida también por el gobierno de Pinochet.
–De acuerdo a lo anterior, y pensando en Paz como editor, ¿qué hace un editor de esta categoría?
–No sé de otros escritores de categoría
, como tú dices, pero Paz se involucraba directa y constantemente con el trabajo cotidiano y también, digamos, con aquel de trato con los grandes autores nacionales o de otras latitudes. En este sentido, pues sí, se carteaba con Malraux o Jean Daniel, John Cage o George Steiner y, al mismo tiempo, le llamaba a un joven crítico para discutir sobre alguna reseña.
–¿Sería concebible una revista como Vuelta sin un poeta como Paz?
–Supongo que no, entre otras cosas porque Paz encarnó toda una época de México en el contexto de la cultura moderna, dos ámbitos que conocía muy bien y entre los que se movía con suma libertad. Por otra parte, Paz tenía una capacidad de convocatoria realmente impresionante. Es curioso, pero yo lo veo como una forma de la generosidad: siempre supo rodearse de gente valiosísima para la realización de sus revistas. Acaso porque partía de eso que señala Elena Poniatowska, es decir, de su inclinación a ver en sus interlocutores a seres tan inteligentes como él.
–¿Qué ha continuado Letras Libres respecto de Vuelta y qué dejó atrás?
–Obviamente, se trata de dos revistas distintas, ya que pertenecen a siglos diferentes. Quizá por ello Letras Libres buscó desde sus inicios plantearse como una revista no de autor, como Vuelta, sino como una publicación más diversa. Sin embargo, me parece que parte del espíritu de Vuelta permanece en su lucha por la democracia, o en la atención a nuevas formas de la expresión literaria y de la conversación que se despliegan, por ejemplo, en los blogs.
–¿Cree que Plural y Vuelta hubieran tenido efectos similares en un soporte electrónico y con la mayor distribución que esto supondría?
–Creo que su repercusión, de por sí muy grande, se habría magnificado y habría permitido disipar las malas lecturas que ambas sufrieron. Ahora, en el caso de Vuelta, puede consultarse en el portal de Letras Libres, pero la consulta es muy difícil y los artículos no tienen la difusión adecuada. En el caso de Plural, desafortunadamente no se ha podido reditar en forma facsimilar, pero en ambos casos, y por la vigencia de los temas que tratan, sin duda su difusión es urgente.
*David Medina Portillo. Poeta, editor y traductor. Redactor y colaborador de Vuelta, ex editor de La Gaceta del FCE. Actualmente es Editor-In-Chief de la revista bilingüe Literal, Latin American Voices