Realizan coloquio inscrito en las conmemoraciones por el centenario del Nobel mexicano
Decía que no podemos entender al país si suprimimos su etapa prehispánica, señala el historiador
Fue un participante activo del drama en los tiempos presentes, opina el británico Hugh Thomas
Viernes 28 de marzo de 2014, p. 3
Como un espíritu universal, de aquellos que existieron en la Edad Media o el Renacimiento, y probablemente nunca volveremos a encontrar, fue recordado Octavio Paz (1914-1998) a unos días de que se cumpla su centenario: el 31 de marzo.
El poeta, ensayista, diplomático y Premio Nobel de Literatura 1990 fue evocado en El Colegio Nacional con el coloquio Octavio Paz y el mundo del siglo XXI: encuentro intelectual, que reúne a un grupo de pensadores y escritores de varios países como parte de los actos conmemorativos por la efeméride.
La preocupación por el indigenismo y su abundancia en la escritura sobre Sor Juana Inés de la Cruz reverberaron entre análisis y anécdotas durante la mesa que abrió el encuentro, con el título Octavio Paz en la historia de México y en la que participaron Miguel León-Portilla, Hugh Thomas, David Brading y Enrique Krauze, amigos y lectores que compartieron una visión de la historia y de la cultura
.
Al inaugurar el coloquio en el Aula Mayor de El Colegio Nacional, Rafael Tovar y de Teresa, titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), destacó la reunión de destacadas voces de nuestro tiempo, porque es con el pensamiento, el diálogo y el debate la manera de recordar a Octavio Paz.
Participación de David Brading
Miguel León-Portila, historiador amado dentro y fuera de las fronteras de México
, como lo presentó Adolfo Castañón, consideró sumamente acertado haber iniciado el encuentro intelectual con el tema de la historia, porque a Paz le interesó la literatura y muchas cosas, pero particularmente la historia.
“Octavio Paz participaba en esta idea: no podemos entender a México si suprimimos su etapa indígena, prehispánica –afirmó el historiador–, no por cuestiones de raza, sino porque mucha de nuestra cultura y mexicanos contemporáneos tienen sus raíces en el pasado indígena”.
Eso lo apreció el autor de El laberinto de la soledad, quien desde joven se sintió atraído por la historia indígena y profesó una fascinación por el México antiguo: una atracción, repulsión y hechizo, varias veces no sin temor de atreverse a escribir sobre ese mundo y sus obras. Ese mundo indígena le causó horror
, acotó León-Portilla.
Agregó que el carácter de México, como el de cualquier otro pueblo, es una ilusión, una máscara. Al mismo tiempo un rostro real, es una contradicción perpetua. El mundo indígena en México existe no solamente en las pirámides, en los códices, en los objetos arqueológicos, sino en la realidad viviente, y eso lo percibió Octavio
, quien ponía el acento en que afloraba en momentos terribles, como lo describió en Posdata en un comentario por la matanza de estudiantes del 2 de octubre de 1968. Para Octavio, el rostro indígena semioculto es quizá el más verdadero de México
.
Durante dos días El Colegio Nacional es la sede del coloquio que une la figura de Paz con temas como la rebelión y la revolución, los fanatismos de la identidad, la democracia, la literatura, los intelectuales y el poder.
El jueves se realizaron tres mesas, de las 10 hasta las 18 horas. El encuentro sigue hoy en esa institución, con dos mesas, una sobre la democracia en Iberoamérica, a partir de las 10 horas y La letra y el cetro: los intelectuales del poder.
El inicio ayer por la mañana, con la voz de León-Portilla, abarrotó el salón del antiguo edificio de la calle Donceles, en el Centro Histórico. La institución que en 1967 abrió las puertas a Paz para su discurso de ingreso, esta vez se vio colmada incluso en el patio central, donde muchos seguían el desarrollo de la reunión. La sesión también se transmitió vía Internet y por Canal 22.
“¡Ay, me hubiera gustado saber náhuatl’”, recordó León-Portilla que le decía Paz. Luego, el defensor de las lenguas indígenas recitó un pequeño poema, una adaptación de uno en honor a Nezahualcóyotl:
Dentro de ti inventa, dentro de ti, como un pintor escribe el dador de la vida, ¡Oh, señor Octavio Paz! ¡Oh, príncipe Nezahualcóyotl! En tu estela de flores pintas tu palabra, nos hablas, nos haces vivir, nos haces pensar. ¡Oh, Octavio estamos contigo
.
Enseguida, el historiador británico Hugh Thomas retomó la conversación, en un escarpado español y una lucha constante con el micrófono rebelde, dijo: Vivimos en la edad de máquinas
, suspiró confuso entre su alocución.
El hispanista, quien ha escrito sobre Colón y la conquista de México, retomó la vida de Sor Juana Inés de la Cruz y una de las biografías más grandes de la lengua española
que hizo Octavio Paz, quien dice que nuestra historia está llena de pasajes escritos con tinta negra, pero otros con tinta invisible
.
Eso es mucho más que una frase, Octavio Paz hizo un resumen de la historia de México como una obra de teatro de tres actos: el pasado precolombino, el virreinato y desde la era de Independencia. Octavio fue un participante activo del drama en los tiempos presentes
.
Su colega y coterráneo, David Brading también retomó la figura de Sor Juana Inés de la Cruz y las trampas de la fe, que dan título a la obra de Paz.
Aquí tenemos un libro de 658 páginas dedicado a explorar la vida y las obras de una monja de la segunda mitad del siglo XVII que causó una extraordinaria exclamación entre las élites de la Nueva España y la España antigua en aquella época. El caso es más fascinante cuando consideramos que Paz fue producto de una familia y una cultura liberal
.
Brading destacó que el libro sobre Sor Juana se escribió no por el amor a la historia, sino para tener una historia
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