Política
Ver día anteriorLunes 24 de marzo de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Él decía: ‘‘La confianza es buena, pero la desconfianza es mejor’’: Silvia Hernández

Del ‘‘México con sed de justicia’’ el PRI ubica a Colosio en el Pacto por México
Foto
El dirigente nacional del PRI, César Camacho Quiroz, ayer en el Claustro de Sor JuanaFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Lunes 24 de marzo de 2014, p. 7

Luis Donaldo Colosio puede ser un gigante, pero la conmemoración es pequeñita. No importa, aquí están los priístas para honrar la memoria de su candidato asesinado y más: para decir que han recogido su ideario y lo han llevado a los altares de la Constitución. ‘‘Como lo dictó Colosio, el Poder Ejecutivo se sujeta estrictamente a los límites constitucionales’’, dice César Camacho, elegido presidente nacional del PRI por unanimidad y con el voto previo del presidente Enrique Peña Nieto.

Habla de Colosio el reformador, en el patio central del Claustro de Sor Juana. Es el último orador frente a un público formado por algunos políticos en activo y muchos retirados; la mayoría son ‘‘amigos colosistas’’, en la definición del propio mexiquense.

La trayectoria del político asesinado hace 20 años en Tijuana recorre las pantallas en un corto video: del candidato que veía ‘‘un México con hambre y sed de justicia’’ se pasa, en un puente digno del túnel del tiempo, al hombre que recoge la estafeta de la reforma del poder: Enrique Peña Nieto. Lo demás, se entiende, es accidente de la historia.

Ni pizca de autocrítica

No hay en los discursos recientes de los figurones del PRI ni una palabra que reconozca errores propios. Pero eso no impide que el presidente del partidazo diga que el acto de hoy es para ‘‘reconocer al primer político del régimen de partido hegemónico que hizo en público lo que muchas voces hacían sólo en privado: la autocrítica responsable…’’

Una vez cumplidos los elogios al malogrado candidato, César Camacho pasa a la exaltación del instrumento favorito de los mexiquenses en el poder. Lo llama ‘‘un plan de acción conjunta’’, una ‘‘incubadora de acuerdos’’, la maravilla que hizo realidad los sueños del natural de Magdalena de Kino, Sonora.

‘‘Anteponiendo el interés nacional, los partidos políticos hemos sentado las bases para renovar los términos de la relación de los ciudadanos y el Estado, y en este nuevo vínculo no hay, no debe, ni puede haber vestigio alguno de autoritarismo, como lo deseaba nuestro homenajeado.’’

Sí, Colosio hubiese querido el Pacto por México.

No se queda ahí el presidente del PRI: ‘‘Mucho más: se ha decidido intensamente, con vocación democrática, redistribuir el poder, su ejercicio es cada vez más horizontal; lo ejercen instituciones nuevas del Estado y se fortalecen las mejores prácticas de transparencia y rendición de cuentas’’.

Dejemos de lado, por obvio, el nombramiento de un virrey en Michoacán. ¿Ejercicio ‘‘cada vez más horizontal del poder’’? ¿Poder redistribuido? Basta echar un ojo a la reformada Ley de la Administración Pública Federal, que concentra montonales de funciones en sólo dos dependencias: las secretarías de Gobernación y de Hacienda.

En el primer caso tenemos ahora una supersecretaría que concentra política, policía y relación con los medios de comunicación. En el segundo, un vice que, además de recaudar y repartir, cuenta ahora con atribuciones para fiscalizar y manejar los dineros del petróleo y la electricidad. ¿Qué hora es? La que usted disponga de manera horizontal y transparente, señor presidente.

Jorge Alcocer Villanueva fue diputado de la izquierda y militante del Partido Socialista Unificado de México (PSUM), pero hoy está aquí en su calidad de amigo y compañero de Colosio en la 53 Legislatura. Bromea sobre el hecho de que su amistad y la de otros legisladores rojos –anda también por aquí el rosarista Ramón Sosamontes– con Colosio fue tan buena que se llegó a hablar de otro grupo parlamentario: el del PRISUM.

Aunque no le corresponde, Alcocer hace la presentación de la oradora que le seguirá en el uso de la palabra. ‘‘Mi esposa, la mujer más importante en el equipo de Colosio. Lo digo yo porque me lo dijo él’’.

Y Silvia Hernández confiesa que esta es apenas la segunda vez que acude a un acto con motivo de un aniversario del crimen. La anterior fue hace muchos años, dice, en el PRI del Distrito Federal, donde no paró de llorar.

Hernández, ex dirigente del sector popular del tricolor y muchas veces aspirante a la gubernatura de Querétaro, repasa los gustos del candidato: Huapango, de José Pablo Moncayo, que suena en el patio central del Claustro de Sor Juana durante breves minutos, y ‘‘entre amigos’’, Querida, de Juan Gabriel, y el poema Los amorosos, de Jaime Sabines.

Va entonces al día del asesinato. Se enteró, dice, en la oficina de Alberto Begné, donde trabajaba asuntos de la campaña. Terminó la jornada de ese día terrible en la sede nacional del PRI: ‘‘Esa fue una noche de diablos. Lo que escuché y presencié lo llevo a mis recuerdos íntimos’’, expresa, echando más tierra a los asuntos que nunca habrán de conocer los ciudadanos de la era de la transparencia.

Hernández recuerda a Colosio como un jefe disciplinado, duro, exigente. Cita una frase que solía decir a sus colaboradores: ‘‘La confianza es buena, pero la desconfianza es mejor’’. Un joven priísta acusa recibo en la última fila: ‘‘Se la hubiera aplicado a Salinas’’.

Silvia Hernández resume, pese a todo, el sentimiento que incluso hoy despierta en muchos el asesinato de Colosio: ‘‘Pensé que aquella bala que había dejado al país sin candidato a mí me había dejado vacía. A lo largo de un tiempo pensé que la política era despreciable’’.

Los oradores repasan los cambios que como dirigente del tricolor encabezó Colosio, particularmente la creación del Consejo Político Nacional y la ciudadanización priísta vía el debilitamiento de los sectores.

Pero nada dicen de los cambios recientes. Ni una palabra para la reciente reforma estatutaria que devolvió al Presidente de la República el liderazgo nato del partido, al ponerlo a la cabeza de su Comisión Política Permanente y volver a darle el papel de árbitro supremo, de garante de la disciplina y la eficacia interna. Pecado menor si se trata de mantener el poder (aunque el orador Alcocer la consideró, en un artículo, un ‘‘error político’’ que podría llegar a tribunales por dudas sobre su constitucionalidad).

El mejor homenaje a Colosio son las reformas en curso, dicen los priístas de 20 años después. Todavía suenan las frases del líder nacional del PRI sobre el ejercicio horizontal del poder y sobre un Presidente que ahora se ‘‘sujeta estrictamente a los límites constitucionales’’, cuando algún memorioso recuerda que el artículo 70 de los estatutos de ese partido dispone, según reforma de tiempos de Peña Nieto, que su Consejo Político Nacional ‘‘estará integrado por… I. El Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, de filiación priísta…’’

A 20 años del asesinato se homenajea al reformador aunque, de pasada y sólo de manera casual, se hacen genuflexiones frente al restaurador.