Debe estar jugando en el cielo, señaló su hijo
Viernes 21 de marzo de 2014, p. a15
Un prolongado aplauso de familiares, amigos y alumnos rindieron al gran maestro del tenis, pero mejor ser humano, Esteban Pajarito Reyes, El último adiós a una vida plena de éxitos, para conducir su cuerpo a la cremación, en punto del mediodía de ayer, en una agencia funeraria de la calle Sullivan de esta ciudad.
Los recuerdos del mexicano afloraban en cada espacio de la sala de velación. En voz baja, pequeños grupos platicaban el don de gente de Reyes. Historias, todas, de éxito, de ayuda a sus iguales, la mano tendida siempre para quien la necesitara, aderezada con el consejo para mejorar la técnica del deporte blanco.
Hubo lágrimas de tristeza, pero dejaron que emprendiera su camino al cielo, porque, como alguna vez le comentó a su hijo del mismo nombre, Esteban, allá hay una cancha de tenis que mandó construir Dios, con quien ya debe estar raqueteando
.
El Pajarito siempre atendió con amor a sus tres hijos –Rosa María, Esteban y Patricia–, a quienes desde niños les dio una raqueta de su propia manufactura –como pala de panadero–, para iniciarlos en el deporte, con la imprescindible ayuda de su esposa Herlinda Delgado.
No hay enemigo pequeño ni jugador invencible
nos decía con frecuencia, recuerda su hijo Esteban. “Nos mentía casi siempre, porque todos los días nos decía: ‘si te comes eso, vas a sacar mejor; si te comes esto, tu revés mejorará mucho; si aquellos, nadie podrá con tu volea’”.
A Rosa María le consiguió patrocinadores para que participará en varios torneos internacionales, porque la economía familiar estaba alejada de poder darse esos lujos.
Fue una vida de éxitos la del Pajarito, quien ayer extendió sus alas por última ocasión para volar al cielo, donde sus hijos tienen la certeza de que ya juega un partido de tenis.