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Ver día anteriorJueves 20 de marzo de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Educación y sindicalismo
L

a semana anterior, el 11 y 12 de marzo, se realizó exitosamente el segundo Seminario Regional para el Fortalecimiento Sindical de la Juventud en América Latina y El Caribe, el cual nos pone ante un hecho muy importante de la vida laboral mexicana. IndustriALL Global Union, la organización de trabajadores más grande del mundo, con 50 millones de afiliados de 140 países, desarrolló este seminario en conjunto con el sindicato nacional de mineros, al cual asistió un grupo destacado de jóvenes sindicalistas de Brasil, Colombia, Nicaragua, Uruguay, Ecuador y México, con representaciones de Finlandia y de Canadá, y se deliberó de manera vibrante sobre la educación y los problemas actuales del sindicalismo tanto en el mundo como en los países representados.

Este acontecimiento tiene muy importantes significaciones. El auténtico sindicalismo mundial, históricamente ha tenido una muy alta preocupación por la educación de sus afiliados, trabajadores de todas las condiciones y sectores, aunque el esfuerzo no haya sido generalizado en la sociedad a la que pertenecen o haya tenido la persistencia y la constancia requeridas en el tiempo. Los sindicalistas serios y comprometidos han comprendido que su tarea –en tanto que es un esfuerzo de redención social– está íntimamente ligada a la creación de una cultura no sólo gremial o estrictamente organizacional, sino formadora de voluntades informadas y conscientes para el avance social, ya que atrás de todo movimiento sindical se encuentran las relaciones productivas de los países en los que actúan y los sectores de la sociedad involucrados, tanto como las propias familias de los trabajadores, los habitantes cercanos a esta experiencia y las empresas vinculadas a la operación y la actividad productiva.

Las grandes agrupaciones sindicales del mundo le asignan un papel muy importante a la educación. La conciencia de clase y la solidaridad, la defensa de sus intereses y la dignidad, deben estimularse en la lucha misma, pero también en el estudio profundo de las realidades sociales y de la teoría. La educación obrera forma parte del vivo legado sindical a sus agremiados y a la sociedad misma. Sabemos que una clase trabajadora con conciencia plena de su fuerza sólo es posible que exista cuando concurren a ella los valores, principios y métodos de acción que le son propios. Sería impensable una clase obrera sin el dominio de sus propias categorías de pensamiento y reflexión, pues estaría subordinada a las ideologías dominantes de las clases explotadoras.

Estas mismas grandes organizaciones de trabajadores del mundo han sostenido un gran esfuerzo educativo propio. Lo mismo la Federación Americana del Trabajo, de Estados Unidos (AFL-CIO), que la IndustriALL Global Union y los United Steel­workers de Canadá y Estados Unidos, y hasta la tripartita Organización Internacional del Trabajo (OIT), consideran que la educación obrera tiene por objeto proporcionar a los trabajadores y a sus representantes la formación que necesitan para desempeñar un papel eficaz en la vida económica y social de sus países.

En México ha brillado en diversos momentos la necesidad de la educación de los trabajadores. Hubo en nuestro país, en la época posterior a la Revolución de 1910, escuelas para hijos de trabajadores, de las cuales surgieron una infinidad de valiosos cuadros sociales, técnicos y educativos. Y muchos otros ejemplos más, como una Escuela Superior Nocturna de Música para Trabajadores. La original CTM, que encabezó Vicente Lombardo Toledano, llegó incluso a la creación en su tiempo de la Universidad Obrera de México, en 1936, en plena época del presidente Lázaro Cárdenas del Río como gobernante de México (1934-1940). Con el tiempo y los cambios políticos habidos en nuestro país, este esfuerzo se debilitó y desafortunadamente el desánimo penetró en las filas sindicales, al grado de que el día de hoy es muy reducida, casi inexistente, la educación de los trabajadores por parte de las organizaciones sindicales.

El sindicato nacional de mineros tiene el orgullo de haber mantenido el esfuerzo educativo durante sus casi 80 años de existencia, ya que en este 2014 los cumple el 11 de julio próximo. Internamente ha seguido impulsando la educación y la capacitación de sus afiliados, por diversos medios, a pesar de la demencial persecución política de que ha sido objeto en los últimos ocho años. Antes de iniciarse este periodo de agresiones, el sindicato minero instituyó diversos programas sociales sobre vivienda, seguridad y educación. Este último lleva por título Minero Educado, que no ha dejado de desarrollarse. Incluso en esos momentos el sindicato nacional de mineros diseñó, en conjunto con el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, una de las instituciones más importantes de la educación superior de México, por primera vez en la historia de ambas entidades, un programa de colaboración para que los trabajadores mineros y sus hijos puedan estudiar las carreras técnicas, sociales y profesionales que allí se imparten.

La realización del segundo Seminario Regional para el Fortalecimiento Sindical de la Juventud en América Latina y El Caribe nos indica que el camino de la educación obrera sigue abierto en México y en América Latina. Seguiremos en esa vía fructífera de acción, tal como no la hemos abandonado todos estos años. Estamos convencidos de que en la educación de los trabajadores está la clave para la recuperación de la formación, el prestigio y las oportunidades de las organizaciones sindicales de México.

Si los sindicatos libres y democráticos de México siguieran este camino más profundamente, de la preparación académica y la motivación profesional, aportarían algo muy sustancial al avance de México, tal como hoy se desarrolla en muchos países y en especial en las naciones escandinavas, que han demostrado tener los mayores niveles de eficiencia productiva y gubernamental, los menores niveles de corrupción, más equilibrio económico e igualdad social, al mismo tiempo que los más altos grados de sindicalización, de entre 80 y 95 por ciento, en el mundo entero.