Tijuana, BC, 18 de marzo.

Siete años después de su deportación, la activista Elvira Arellano regresó a territorio de Estados Unidos con un grupo de 20 migrantes –el cuarto contingente en nueve días– para solicitar una visa humanitaria al gobierno de aquel país.

Sé que estoy arriesgando mi libertad, el estar con mis hijos, porque podría ir a prisión y me pueden separar de ellos, aunque voy a luchar hasta el último momento por tenerlos conmigo, dijo Arellano, quien cruzó con sus dos hijos; uno de ellos nacido hace ocho meses en México y el otro de 15 años, originario de Estados Unidos.

El grupo fue convocado por la Alianza Nacional de Jóvenes Inmigrantes (NIYA, por sus siglas en inglés), y es el cuarto contingente de mexicanos y centroamericanos que en un periodo de nueve días solicitaron visas humanitarias con el argumento de que han sido separados de sus familias y amenazados o extorsionados por el crimen organizado. Los miembros de los tres grupos anteriores fueron detenidos de las instalaciones del servicio de inmigración de aquel país para determinar su situación jurídica.