La pieza sonora se exhibe en Laboratorio Arte Alameda
Domingo 16 de marzo de 2014, p. 5
El artista Ariel Guzik (Distrito Federal, 1960), cuyas obras dan voz a la naturaleza a partir de la investigación de los fenómenos físicos, mecánicos, magnéticos y eléctricos, presentó este jueves el libro-catálogo Cordiox, que reúne por primera vez su trabajo enfocado en la experimentación sonora que realizó para la Bienal de Venecia del año pasado, y que actualmente se exhibe en el Laboratorio Arte Alameda.
Cordiox, creación del músico e investigador, es una compleja máquina que describe sonoramente el entorno donde se le ubique, pues propaga una cadencia tonal cristalina, sutil y expansiva que detona una experiencia de escucha excepcional.
En palabras de Guzik, el instrumento monumental de cuerdas, que es animado por fuerzas magnéticas no visibles, es el lenguaje que aprendimos en esta investigación y en el mar
. Cordiox se puede resumir como la búsqueda de señales armónicas dentro de un repertorio infinito de posibilidades, como el ruido térmico o la sonoridad caótica del mar.
En el Laboratorio Arte Alameda, donde se realizó la presentación del catálogo editado por RM, el músico recordó que crear la máquina sonora fue un proceso riesgoso y difícil, ya que Cordiox requiere de mucha precisión, porque tiene muchas tensiones y cuerdas.
Acompañado por la curadora Itala Schmelz, la historiadora de arte María Paz Amaro y la directora del recinto, Tania Aedo, el artista compartió que junto con el equipo del Laboratorio de Investigación en Resonancia e Investigación de la Naturaleza vivió una especie de milagro y momentos de asombro durante el proyecto, porque trabajaron contra el tiempo para llevar la máquina de cuatro metros de altura a la edición 55 de la Bienal de Venecia.
El libro-catálogo, en edición bilingüe (español-inglés) contiene textos de Schmelz, Osvaldo Sánchez, Karla Jasso, Amaro y Guzik; asimismo, se incluyeron materiales inéditos que acercan al lector al proceso creativo del artista, como diagramas, bocetos y anotaciones.
Schmelz indicó que numerosas imágenes que muestran el trabajo de Guzik de los años recientes enriquecen la publicación, como una especie de bitácora con fotografías que acompañan los textos de los investigadores.
Amaro, quien escribió el texto La música de las esferas, sostuvo que las obras del artista son una contrapropuesta al mundanal ruido que pervive en la era del circuito de las bienales, en el arte descrito como luminarias. Es una contrapropuesta humilde, cuyo objetivo principal es experimentar, en palabras del mismo Guzik, la serenidad
.
La historiadora de arte consideró que al mítico hallazgo moderno del silencio como potencial melódico en Occidente, hecho por John Cage, y a la larga genealogía experimental e inventiva, se suma el nombre de Ariel Guzik, en su intento por detonar experiencias vivenciales a partir del sonido que sus máquinas sonoras expresan
.