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Presenta espectáculo 3D con fuerte dosis de nanoelectrones mutados en partículas sonoras

Kraftwerk, con poderosos beats, muestra su universo microtonal

La agrupación instaló un nicho de imaginería futurista con el que acompañó la revisión de sus clásicos, que sonaron de avanzada

En sus piezas ofrece una discreta pero profunda crítica social

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Diversas gráficas en una pantalla en tercera dimensión fueron el vehículo para divagar en las conocidas historias de Kraftwerk, combo de alienígenas ahora conformado por Ralf Hutter, Henning Schmitz, Fritz Hilper y Flak GrieffenhagenFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Sábado 15 de marzo de 2014, p. 7

La agrupación alemana Kraftwerk, artífice de un sonido protoelectrónico que ya está tatuado en la historia contemporánea de la música, realizó un concierto la noche del jueves que, para muchos, fue una pieza de arte actual que quedará marcada en el inconsciente.

Fue la muestra de su universo microtonal y de su propuesta como laboratorio espacial, que puede aterrizar en cualquier tierra, como lo ha dicho Ralf Hutter, fundador del grupo, emergido en los años 70.

Se trató del espectáculo en 3D que Kraftwerk presentó en festivales como el Sonar (en Barcelona) o Coachella (California), y en recintos de alta cultura como el Tate Modern de Londres y que ahora tocó turno a la ciudad de México, en la primera de tres presentaciones.

Una fuerte dosis de nanoelectrones mutados en partículas sonoras fue la que recibieron los presentes –todos con lentes especiales para ese formato audiovisual– en el foro de El Plaza Condesa, donde los alemanes instalaron su nicho de imaginería futurista.

Una parafernalia contemporánea acompañó a la revisión de sus clásicos tracks que, pese a ser reproducidos millones de veces a lo largo del tiempo, sonaron como de avanzada musical: el de la propuesta de una oficina de investigación sideral que, inclusive, en una parte del concierto se atrevió a aterrizar en la gran Tenochtitlán cuando la canción Spacelab sonaba y las imágenes tridimensionales exponían a una nave que terminaba su visita, no sólo en un mapa de la República Mexicana, sino en la capital de los mexicas.

Los defeños (y quizá algún suertudo de provincia) pudieron interactuar pasivamente con estos autómatas, ataviados con fluorescentes trajes y con su ya perenne acústica, que sonó como si fuese desarrollada en recientes años.

Poderosos beats y abstractas gráficas en una pantalla en tercera dimensión fueron el vehículo para divagar en las conocidas historias de Kraftwerk, ahora conformado por Ralf Hutter, Henning Schmitz, Fritz Hilper y Flak Grieffenhagen, que son más bien un combo de alienígenas que, con sus piezas, ofrecen una discreta pero profunda crítica social hacia a los seres humanos.

Con sus canciones hablan de la deshumanización, del sometimiento de las personas ante la tecnología, de la creación enfermiza de fuentes de energía como las plantas nucleares, del abstracto y necesario nuevo mundo computacional, de la seudo necesidad humana por un automóvil o incluso, de la frivolidad de la moda…

Acústica robótica

The robots, su primigenia auto calificación, inició el trayecto. Electric Café, Metrópolis y Numbers ofrecieron hipnóticos trazos con su acústica robótica y su geométrica visual.

También el universo binario se hizo presente como una droga sintetizada en golpeteos musicales con Computer World, Home Computer y la sublime Computer love, que introdujeron en la vida de los bits.

Su viaje por los Pirineos no pudo faltar. Dos versiones de Tour de France hicieron pedalear con la menta a la audiencia. El viaje por los confines de la Tierra y su pasó por México con Spacelab y la muestra del gélido pero fascinante mundo de las pasarelas con The model.

La acústica de bajo beats llegó con Autobanh y Neon lights. En Radioactivity, pieza que dio nombre al título del disco editado en 1975, agregaron el nombre de Fukushima, lugar con la reciente tragedia de una planta nuclear. En la escalada telequinésica vinieron luego Intermisión y Trans Europe Express Geiger Counter, Elektro Cardiogram, Boing boom Tschak

Techno pop y Musique non stop, teoría de la infinita necesidad del ser humano por el arte sonoro.

Con una audiencia pasmada por lo que había presenciado, los robots orgánicos regresaron a sus cuatro mesas con sus juguetes para ofrecer Planet Vision y Aero Dynamik, y así dejar en el público mexicano una sólida escultura interna del goce de la música.