espués de dos semanas de suspensión de labores por el Sindicato de Personal Académico de la Universidad Autónoma de Zacatecas (Spauaz) y de la celebración de asambleas delegacionales y una general, en las cuales se examinaron las respuestas de la rectoría al pliego petitorio, miles de maestros participaron en el plebiscito y decidieron desistirse de la huelga. Así terminó un movimiento inesperado que, sin resolver los problemas de fondo que afectan a la institución y a sus sectores, cambió para bien las relaciones políticas que determinaron la vida universitaria al menos durante una década.

La mayoría voto por el levantamiento de la huelga por considerar que esa forma de lucha ya no permitiría avances en la solución de los problemas y que era mejor dar por terminada esa etapa de lucha gremial para dar paso a la convocatoria del Consejo Universitario y a la participación de todos los integrantes de la UAZ en el replanteamiento de los términos del proceso de reflexión y toma de conciencia iniciado con la huelga.

En las próximas semanas veremos una intensa movilización estudiantil provocada por la convicción de que el actual rumbo de la máxima casa de estudios sólo conduce a crisis sucesivas, y de que si los estudiantes no actúan con determinación puede ocurrir que la salida que se les imponga ante la crisis financiera sea cerrar las puertas de la UAZ para miles de jóvenes que sólo tienen esa opción para hacer estudios superiores.

Veremos hasta dónde se mantiene el activismo de muchos maestros que rompieron las relaciones políticas que los aprisionaban y que votaron por mantener la huelga hasta resolver los problemas de fondo; ahora los veremos actuar como miembros de sus unidades académicas, inmersos en unas redes donde la presión del estudiantado será la clave para evitar que se imponga el conservadurismo, típico de los intereses creados que lucharán por prevalecer.

Durante la huelga hubo episodios protagonizados por representantes del gobierno, por la rectoría y por la dirigencia sindical, que produjeron irritación y al final desencanto expresado en las redes sociales. Es muy importante que ello no conduzca a la desesperanza y a la pasividad; para evitarlo, los maestros están obligados a socializar la información lo más rápido posible y a sacar las lecciones de estas dos últimas semanas de activismo y reflexión.