l jefe de Gobierno de la ciudad de México es un personaje polifacético y que gusta de participar en actos más diversos. Así, un domingo lo encontramos haciendo yoga en Paseo de la Reforma junto con cientos de personas. Otro día viaja en bicicleta para fomentar su uso.

También aprovecha los programas televisivos de más alcance en los hogares (los de chismes del mundo del espectáculo) para promover la salud entre los niños. Va al teatro, inaugura alguna exposición, acude a espectáculos deportivos, participa en aniversarios de espacios noticiosos, pone en marcha campañas ambientales, lo entrevistan en las revistas (venden decenas de miles de ejemplares) que se ocupan de la vida y escándalos de actores y actrices.

En fin, el doctor Mancera estira el día más allá de las 24 horas. No le faltan críticos por prodigarse tanto, en ocasiones a costa del erario.

Pero el doctor debía alguna vez también acudir como simple ciudadano a comprobar la forma en que funcionan algunas dependencias del gobierno citadino. Lo invitaría, por ejemplo, a que realice las gestiones para revalidar la tarjeta de circulación de su coche. Tenerla vigente es necesario para pagar en tiempo, y con importante descuento, la tenencia vehicular.

Para obtener dicha tarjeta, le sugiero que acuda a algunas de las delegaciones que cuentan con módulo en la materia. Por ejemplo, la Benito Juárez. Los empleados del módulo le advertirán que no podrá hacer dicha revalidación pues, por causas que ignoran, de la Secretaría de Transporte y Vialidad (Setravi) no les han surtido las tarjetas. Le pedirán que acuda a las oficinas de la Setravi, en Insurgentes Sur 243.

El ciudadano Mancera enfilará hacia dicha dirección. Y lo primero que encontrará es una larga cola que da vuelta a la manzana. La conforman capitalinos que, entre otras cosas, van a obtener la tarjeta de circulación porque en sus delegaciones les dijeron lo mismo que en la Benito Juárez. Tiempo estimado para realizar el trámite: entre cuatro y cinco horas, a pleno sol, sin donde sentarse y con el aderezo de la contaminación proveniente de miles de autos y camiones que transitan por Insurgentes. Si ya dentro de la sala de revalidación le exigen que uno de los documentos que lleva necesita un sello de otra dependencia de la Setravi, el ciudadano Mancera perderá otra hora en lograr tal cosa. Comprobará igualmente que en todo el edificio de esa dependencia no hay baños públicos.

Y si el ciudadano Mancera pregunta a algún funcionario de la Setravi por qué no envían a los módulos delegacionales los materiales para realizar allí los trámites mencionados, le dirán que le mintieron. Que la Setravi sí los surte y en tiempo y forma. Hasta le sugerirán que denuncie esa irregularidad en la Contraloría de Setravi, pues los módulos dependen de las delegaciones, no de la máxima autoridad del transporte capitalino. Una prueba de la falta de coordinación que debe existir entre las dependencias gubernamentales.

Coordinación y respeto a las normas de vialidad vigentes también falta para organizar mejor el tránsito de vehículos en la urbe. Uno de los resultados es que cada día el desplazamiento automotor es mucho más lento. Al tiempo que pierden en desplazarse los usuarios del transporte público y concesionado y los dueños de vehículos, se agrega mayor contaminación atmosférica y estrés.

Podría el ciudadano Mancera comprobar lo que sucede en el puente de Insurgentes Sur y División del Norte-Nuevo León. A esta última avenida se le redujo un carril en ambos sentidos en favor de los usuarios de bicicletas. Pero se agravó la congestión vehicular. Podría resolverse con la presencia de agentes de tránsito. Brillan por su ausencia.

Y mientras hay reconocimiento porque los puestos de comida y mercancía diversa son removidos de las inmediaciones del Hospital General, se permite que los instalen en otros sitios, como Insurgentes Sur y las colonias Roma y Condesa. Esos vendedores pagan derecho de piso a líderes e inspectores.

El ciudadano Mancera comprobará al recorrer esas colonias que la creación de empleos sigue siendo incumplida promesa presidencial. Por el contrario, la economía informal crece gracias al modelo económico vigente.