n un ambiente tenso creado por la avalancha informativa sobre los sucesos en Ucrania, la sociedad estadunidense observa con recelo la respuesta de su gobierno a la situación en aquel lejano país. Irónicamente en un país con la capacidad informativa de Estados Unidos, sus ciudadanos padecen un aislamiento sobre lo que realmente sucede en el resto del planeta, debido a la parcialidad o incapacidad de los medios para ofrecer un panorama más equilibrado, en este caso en Ucrania.
Al menos esto se deduce después de escuchar a Stephen Cohen, profesor emérito en las universidades de Princeton y Nueva York, quien comentó que es errónea la versión oficial de que Putin es el culpable de lo que sucede en Ucrania. La inestabilidad en ese país, añadió, se inició cuando Clinton decidió el avance de la OTAN hacia Rusia, y Putin preguntó: ¿por qué obligar a Ucrania a escoger entre Rusia y Europa? Si se trata de apoyar a ese país apliquemos juntos un miniplan Marshall. Putin, al igual que Obama cuando trazó una línea roja en el caso de Siria por el empleo de las armas biológicas, también trazó la suya en Georgia en 2008 y hoy en Ucrania, dijo Cohen. Si argumentamos que Rusia no tiene un interés legítimo en defender su seguridad nacional, ¿entonces dónde estamos nosotros?, concluyó.
En un artículo en The New York Times, el profesor Charles King, de la Universidad Georgetown, llamó a la reflexión para evitar que los ánimos desemboquen en una guerra civil que tendría alto costo en vidas humanas y cuyo desenlace es difícil prever.
Los sucesos en Ucrania y su impacto en la opinión pública han llevado al gobierno –ejecutivo y legislativo– a tensar relaciones con el gobierno ruso que, a la caída del muro de Berlín, optó por el mismo capitalismo salvaje que predomina en buena parte del mundo. La cleptocracia que se adueñó de la economía en Rusia y Ucrania es, en el mejor de los casos, una burda réplica de la desmedida ambición característica de los barones de Wall Street. En respuesta a la prepotencia del mandatario ruso, algunos senadores republicanos han acusado al presidente Obama de negligente, por no prever los acontecimientos en Ucrania, e irresponsable por no responder más enérgicamente a las intenciones separatistas de Putin en Crimea.
Cabe preguntarles: ¿dónde estaban cuando Pinochet masacró al pueblo chileno, Videla al argentino, Ríos Montt al guatemalteco, etcétera? Su preferencia por las soluciones armadas en vez del diálogo y la diplomacia, como intentan algunos países europeos, es enfermiza. Insisten en involucrar, de nuevo, a EU en un conflicto donde tienen todo que perder. Cabe preguntar: ¿Qué intereses defienden? Al parecer no a los de la mayoría estadunidense, que ve con recelo su intervención en otra guerra, después del fiasco en Irak y la interminable aventura en Afganistán.