Es una historia de ensañamiento político, dice Mirta Rodríguez
Jueves 6 de marzo de 2014, p. 29
La misión de Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Fernando González, Antonio Guerrero y René González en Estados Unidos era desconocida para todos.
Como madre de Antonio, sufrí una gran decepción al saber que mi hijo había desertado. Me pregunté dónde había dejado sus principios, dónde se habían desviado para que él se fuera del país. Pasados los años, en 1998, cuando lo detienen, se podrá imaginar el impacto, una mezcla de honor y de dolor
, así recuerda Mirta Rodríguez, como si fuera ayer, el inicio de una lucha por la liberación de los cinco cubanos arrestados en Miami, acusados de espionaje, cargo que ninguna autoridad estadunidense ha podido probar.
De paso a Londres, donde se integrará en unos días una comisión con jueces de Sudáfrica, India y Francia, entre otros, para revisar el caso de Los 5, Mirta Rodríguez habla con La Jornada sobre una etapa más de este viaje por la crueldad
que las autoridades de Estados Unidos han construido alrededor del proceso, viciado de origen y sostenido por el odio
y en contra de toda lógica legal, sobre cinco jóvenes cuya misión en Estados Unidos era monitorear las actividades de grupos y organizaciones responsables de actividades terroristas contra Cuba, de las cuales estaba enterado el FBI.
“Han pasado 15 años, en los que se han violado todos los derechos humanos, civiles y constitucionales de Los 5, sentenciados a penas que van de dos cadenas perpetuas más de 15 años o una cadena perpetua para unos, a 19 y 15 años para otros. Desde 2001, cuando se dictaron esas sentencias injustas y brutales a nuestros hijos, no hemos dejado de luchar un solo día. Yo no podría estar aquí de otra forma, no me tendría ningún respeto si dejara de luchar”, insiste. Tres jueces federales ordenaron que se revisara el caso. Como resultado tres de ellos fueron resentenciados. Antonio Guerrero estaría por salir de la cárcel en 2017.
El 3 de octubre de 2009, recuerda, estuvo en ese juicio y ahí se pudo ver el ensañamiento político de esta historia
, dice antes de compartirla. Es como si estuviera otra vez ahí, y cómo me duele
, inicia el relato.
“La juez empezó muy molesta, porque en su carrera de varios años y no sé cuantos cientos de juicios, nunca le habían dado una encomienda de rectificación. Había un acuerdo entre la fiscal y nuestro abogado de reducir la pena a 20 años para Tony. La juez, al enterarse de este acuerdo, le pregunta ¿cómo es posible que usted en 2001 me dijo que a este acusado le pusiera la pena máxima porque era un peligro para la seguridad nacional, y ahora usted me solicita 20 años? ¿Qué la llevó a esto?”
La fiscal, sigue Mirta, le dijo que había una desinformación internacional con relación a la justicia estadunidense y que ese era uno de los motivos. Siguió el alegato del abogado, quien le pidió a la juez que tratara al acusado como una persona, y no como si juzgara a un país.
Al pedirle a la fiscal que probara los daños que el acusado le había hecho a Estados Unidos, la fiscal dijo que no tenía prueba alguna
. Le pidió entonces los documentos que mostraran que había atentado contra la seguridad nacional, ella respondió que no tenía pruebas
.
¿Entonces por qué lo acusa?
, insistió, y la fiscal responde que porque era intención del acusado (atentar contra Estados Unidos) y que él lo tenía en su mente”. Le preguntan entonces a Antonio si se arrepiente, él responde que no tiene nada de qué arrepentirse, porque no había hecho nada
. A pesar de esto, la jueza lo sentenció a 21 años más 10 meses y 5 años de libertad supervisada.
A fin de cuentas la juez volvió a ensañarse. Esta condena termina el 18 de septiembre de 2007. Parece poco, pero el tiempo para mí es importante, ¿sabe? Porque para las personas que pasamos de los 80 años, este peso de tristeza... si bien es una lucha de honor, también es de mucha tristeza
.