El reportero estadunidense habla de su libro Tzompaxtle, la fuga de un guerrillero
Domingo 2 de marzo de 2014, p. 10
Las miles de desapariciones forzadas cometidas en México, tanto en años recientes como en décadas pasadas, no fueron obra aislada de un loco al que se le pasa la mano
, sino el producto calculado de toda una infraestructura que tienen el Estado o grupos de la delincuencia organizada, los que en muchas ocasiones van de la mano.
Así lo afirmó el periodista estadunidense John Gibler, quien en charla con La Jornada con motivo del lanzamiento de su libro Tzompaxtle, la fuga de un guerrillero –en el cual narra la historia de la desaparición, tortura y huida del combatiente Andrés Tzompaxtle–, señaló que esos crímenes de lesa humanidad aún ocurren debido a la falta de castigo a quienes los perpetran.
Luego de trabajar como voluntario en 2000 en el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, el comunicador –quien ha colaborado en medios como Left turn y Democracy Now!– se familiarizó con la historia de las luchas, armadas y pacíficas, que han surgido en Guerrero.
En 2006 conoció el testimonio de Andrés Tzompaxtle Tecpile, nahua militante del Ejército Popular Revolucionario (EPR), quien en octubre de 1996 fue detenido por militares cuando guiaba a un grupo de reporteros a una entrevista con líderes de la guerrilla. Después fue víctima de desaparición forzada y torturas durante meses, antes de que lograra fugarse.
“Estaba en un cuarto de hotel, leyendo su testimonio y pensando: ‘no puede ser, esto da escalofríos’. Busqué lo poco que había sobre el caso y después fue impactante platicar con él, con alguien que había sobrevivido a una cosa así”, recordó Gibler.
Tras escuchar los testimonios y recuerdos de Tzompaxtle sobre su niñez, su decisión de ingresar a la guerrilla y la pesadilla
de soportar los tormentos infligidos por sus captores, el investigador subrayó la necesidad de ver la lucha armada fuera de los estereotipos y la violencia epistemológica
del Estado, para darse a la tarea de llegar a la raíz de ese fenómeno.
“Existe la idea de que los guerrilleros son indoctrinados, clavados en la historia del Che o que leen libros de rusos y alemanes muertos hace años. Pero aquí tenemos una historia distinta, muy mexicana, de un joven cuyo concepto de rebelión es Lucio Cabañas y el Partido de los Pobres, no Marx ni Lenin.”
Estos brotes de rebeldía han sido especialmente recurrentes en Guerrero, consideró Gibler, debido a la contradicción entre la voracidad y el saqueo de las élites –que buscan explotar para su único beneficio la riqueza turística y agrícola de la entidad– y la resistencia ancestral de pueblos indígenas y mestizos.
En ese escenario, subrayó, historias como la de Andrés Tzompaxtle siguen siendo vigentes, pues hoy continúan ocurriendo miles de casos de desaparición forzada en todo el país, cometidos tanto por las fuerzas oficiales de seguridad como por grupos de la delincuencia organizada, aunque en muchas ocasiones ambos factores están unidos.
“Documentar esos casos es de lo más difícil, porque hay toda una infraestructura que obliga al silencio y la especulación.
Por eso es tan importante el caso de Tzompaxtle, porque es un testimonio directo que nos dice que no se trata del acto de un loco al que se le pasa la mano, sino una práctica cuidada, elaborada, que requiere órdenes y coordinación.