Luego de más de 30 años y reiteradas peticiones a las autoridades para que retiraran a los vendedores ambulantes, el pasado miércoles los accesos al Hospital General de México amanecieron libres. El tránsito peatonal, de por sí complicado por la cantidad de pacientes y familiares que acuden al nosocomio es más fácil a decir de las autoridades del hospital que ven en los puestos de comida un foco de infección y un riesgo por los tanques de gas.

Alrededor de 60 puestos que vendían toda clase de mercancías y comidas, fueron retirados o ya no se permitió su instalación. Sin embargo, a pesar de la prohibición que hizo saber a los vendedores un día antes, algunos desafían a las autoridades, como uno que vende tacos de guisado y ayer los coplocó en la cajuela de su camioneta frente a la entrada principal del hospital.

Sonia y su hija de 20 años comieron ahí “a 10 pesos cada taco… Eran a 14 cuando tenía el puesto”, comentó la señora que desde hace varias semanas asiste casi diario a la unidad médica por su nieto, recién nacido, prematuro y al que apenas hace unos días dieron de alta.

Ahora se somte a estudios clínicos, comentó, y por eso siguen yendo al Hospital General de México. Ayer llegó con su hija a las siete de la mañana y a las 11 horas ya se iban, pero algo tenemos que comer, porque venimos desde Chimalhuacán (municipio del estado de México) y hacemos dos horas para llegar.

Considerado el hospital de los pobres, la institución localizada en la colonia Doctores otorga cada año más de 600 mil consultas médicas en 38 especialidades, casi 70 mil atenciones de urgencias y alrededor de 25 mil cirugías, entre otros servicios. En varias ocasiones había solicitado el apoyo de las autoridades de la Delegación Cuauhtémoc para limpiar las calles que rodean las instalaciones.

No habían obtenido respuesta y de hecho la medida se concretó sin avisar al hospital. Fue algo sorpresivo, pero muy bueno, porque los puestos impedían el paso, sobre todo de pacientes con discapacidad que llegan en sillas de ruedas o muletas y a veces en camillas que simplemente no podían ingresar a urgencias, comentaron médicos.

Confiaron en que la medida sea permanente y se acompañe de un programa de limpieza porque ya sin vendedores, las banquetas están sucias, marcadas con rectángulos que indican el tamaño de cada puesto y hoyos en los que se sostenían las estructuras de los puestos.

Personal de la delegación estuvo en la calle de Doctor Pasteur los dos días pasados para garantizar que no haya comercio ambulante, lo cual es un riesgo latente porque en otras calles algunos de los vendedores se mantienen con parte de su mercancía, a la espera de reinstalarse.

En entrevista, algunos comentaron que parece que va a venir alguien al hospital y por eso nos quitaron. Cuando termine regresamos. Otros señalaron que volverán a vender. Es cosa de que aceptemos pagar lo que nos piden.