No tengo problema con la biotecnología, sino con la privatización de semillas, señala
Viernes 28 de febrero de 2014, p. 22
En la discusión en torno a la siembra de maíz genéticamente modificado, México no está más ante un problema político que científico. Se trata de la soberanía alimentaria, ya que se corre el riesgo de acabar como esclavos de un monopolio gigantesco para la producción de alimentos
, sostuvo José Sarukhán, coordinador de la Comisión Nacional para el Uso y Conocimiento de la Biodiversidad (Conabio).
El ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dijo lo anterior durante la presentación del libro El maíz en peligro ante los transgénicos, editado por la máxima casa de estudios del país y la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCS).
El peligro, señaló, también reside en el abandono gubernamental de la investigación agrícola, pues eso generó dependencia de las empresas privadas, ya que seis firmas controlan 70 por ciento de la producción mundial de semillas. Durante su participación en el evento, que se llevó a cabo el pasado martes en la Facultad de Ciencias de la UNAM, dijo que a partir de la reducción del presupuesto al Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (Inifap) “se dejó de generar ciencia básica de primera línea en campos esenciales para la producción de alimentos en el país.
No tengo problema con la biotecnología y los transgénicos, sino con la privatización en la producción de semillas, lo cual no es ético y debe encararse
, advitió. Monsanto es la mayor empresa productora de semillas del mundo y pugna en México por la siembra comercial del maíz transgénico, señaló.
Asimismo, destacó que mantener la diversidad genética de todas las semillas no es meterlas en un refrigerador, sino mantener el proceso
. Cabe recordar que el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo se presenta como el arca de Noé de los recursos genéticos
, por tener en refrigeración más de 175 mil muestras de maíz y trigo.
Elena Álvarez Buylla, integrante de la UCSS, dijo que la liberación de los transgénicos está empujada por el lucro, el cual ha corrompido el debate científico. Se ha experimentado de manera antiética, y eso ha ocurrido porque implica beneficios económicos para muy pocos
. El compromiso, derecho y obligación de los científicos y de la sociedad es preservar el maíz, pero no con la tecnociencia, empujada por el lucro
, dijo.
El reto es desarrollar una ciencia sin conflicto de intereses, que esté comprometida con el conocimiento, la vida, la justicia social y la sustentabilidad, señaló.
En tanto, Amparo Martínez, directora del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, expuso que hay quienes están presionando para que se siembre comercialmente el maíz transgénico, por las implicaciones comerciales, políticas y económicas
. El apoyo al campo, puntualizó, no sólo implica semillas, sino respaldo social, político y tecnológico. Hay que seguir discutiendo hasta encontrar el camino para conservar la biodiversidad genética y seguir avanzando
.
Ayer, en la presentación del libro Introducción al ambiente del maíz transgénico, AgroBio sostuvo que México cuenta con el marco regulatorio necesario para permitir las siembras comerciales del maíz genéticamente modificado. En dicho foro, José Luis Solleiro, dirigente de CamBio Tec y coordinador del libro, dijo que la introducción del grano genéticamente modificado en Argentina, Brasil, Colombia, Chile, España y Honduras ha tenido un impacto económicamente favorable, el cual es el argumento más sólido para la continuidad en cuanto al uso de dichas semillas
.