San Miguel Tenaquillo, Chilchota, Mich., 25 de febrero.

La segunda visita a Michoacán en este mes del presidente Enrique Peña Nieto fue para ratificar el compromiso de trabajar y recuperar la seguridad en esta tan señalada y estigmatizada entidad, como también para tomar la expresión de algunos de sus antecesores: no hay soluciones ni varitas mágicas para cambiar la realidad de un día para otro.

El mandatario hizo a un lado el habitual formato de discursos en el encuentro con habitantes de la región purépecha para recoger sus testimonios sobre los programas sociales aplicados como parte del Plan Michoacán, anunciado apenas el pasado 4 de febrero.

Y en efecto, casi todos –sobre todo mujeres– se volcaron en agradecimientos por los apoyos en materia de electrificación, proyectos productivos, escuelas, abasto de alimentos y comedores comunitarios, entre otros, aunque no faltaron aquellos relacionados con la delincuencia y la falta de seguridad.

Toque de humor

Así, Juana, proveniente de Nahuatzen, población fundada en el siglo 16, denunció: “estamos con más problemas tanto de tala clandestina –que no se mencionó aquí– como de corrupción, de amenazas (...) cuando usted nos mandó al Ejército, como que el pueblo se tranquilizó, como que las mujeres y los niños anduvieron con más confianza”. Y luego resaltó la instalación de los comedores comunitarios porque así los niños van despiertos a la escuela porque traen algo en su estomaguito.

Esa dinámica testimonial, para romper la idea de lejanía, tuvo también el toque de pretendido humor presidencial, cuando a lo largo de la reunión, una y otra vez, insistió en haber aprendido a pronunciar el nombre del municipio: “El secretario de Gobernación me dijo: ‘y es con ele’, porque yo al principio decía Chichota y es Chilchota, con ele, que quede bien claro”.

Fueron entonces desgranándose los testimonios de mujeres indígenas, pero también el reporte de funcionarios públicos, entre ellos el comisionado federal para la Seguridad y el Desarrollo de Michoacán, Alfredo Castillo: el desasosiego de Michoacán de hace poco más de un mes ha pasado a la contención de los principales indicadores de delitos graves y no. La restructuración de la Procuraría de Justicia y la Secretaría de Seguridad Pública, la resolución de homicidios ha pasado de seis a un promedio de entre 25 y 28.

Además, aseguró, se ha detenido a un número importante de bandas de secuestradores y se depura a los policías que no acreditaron los exámenes de control de confianza y en un hecho poco frecuente, aseguró, se articula el trabajo de las fuerzas federales del orden con las locales.

Ese también fue el tema, además del énfasis en los programas sociales de Peña Nieto: la seguridad. Quitar ese estigma de Michocán como una tierra a veces insegura. Y tenemos que lograr, como lo he señalado, el control territorial, fortalecer la capacidad institucional del Estado mexicano, de las autoridades locales para que nuevamente prevalezcan aquí condiciones óptimas de seguridad, dijo.

En ese mismo escenario, el Presidente bajó del templete, pidió testimonios, dio el micrófono, inquirió y provocó todo un movimiento de las cámaras de video para poder seguir sus movimientos. Ahí mismo, Rosario Robles, titular de Sedesol, daba esta numeralia: 51 municipios michoacanos están en la Cruzada contra el Hambre; se han instalado ya 110 de 400 comedores comunitarios; se electrificarán 82 comunidades de la región purépecha; también, la instalación de 8 mil techos; habrá 13 millones para proyectos productivos en la región y 22 mil nuevas familias han recibido la tarjeta Sin Hambre y Liconsa completará 128 nuevas lecherías.