urante la semana pasada, en una de sus acostumbradas entrevistas llenas de interés, Carmen Aristegui conversó con el reconocido periodista español Ignacio Ramonet, quien, ante la catarata de críticas mentirosas sobre el actual régimen venezolano, subrayó que ninguno o muy pocos de los mandatarios en el poder hoy, en ninguna parte, ha sido elegido tantas veces como los mandatarios venezolanos (Chávez y Maduro), y también como sus partidarios a los niveles estatal y municipal. Y que este hecho, a pesar de las manipulaciones y desinformación de los grandes medios
, demostraba terminantemente el apoyo masivo del pueblo a la revolución bolivariana. Los aplastantes triunfos electorales del chavismo desde hace más de 15 años demostrarían su carácter esencialmente democrático, más allá de las calumnias y mentiras con las que se le ha tratado de envilecer.
Por supuesto que desde 1998, a pesar del gran esfuerzo emancipador de Hugo Chávez, en lo internacional (creación con otros países latinoamericanos de nuevas instituciones para la nueva América Latina, y sus relaciones activas con países opuestos a Estados Unidos, como Irán) y en lo nacional (desarrollo igualitario para todos como meta), con la consiguiente hostilidad de Estados Unidos (de su gobierno, pero sin duda de los sectores más adinerados y de los grandes medios informativos
), Venezuela ha seguido vendiendo petróleo a Estados Unidos (el tercer lugar), después de Canadá y Arabia Saudita. Además, Venezuela, probablemente con las reservas de petróleo más elevadas del mundo, lo que obliga al gobierno de Estados Unidos a cuidar
sus relaciones con ese país, no obstante que los grupos oligárquicos presionan para una suerte de invasión que, dicen, acabaría con el régimen comunista y sus veleidades intolerables.
De hecho (sostiene Ramonet), nos encontraríamos hoy en una fase de presión excepcional de tales sectores, que por supuesto se valen también de los medios informativos y de la oposición interna que ahora, por lo demás, parece dividida: Capriles, que lucharía por más democracia con instrumentos más institucionales, y Leopoldo López, quien, no obstante su entrega a las autoridades, resulta el más radical y quien ha planteado la presión callejera
al límite, incluso la destrucción de bienes y servicios públicos, para lograr sus fines desestabilizadores y el derrocamiento del actual régimen en Venezuela.
Nicolás Maduro ha caracterizado como fascistas a los opositores que no limitan sus procedimientos, que siguen las órdenes de los grupos y agencias estadunidenses y que inclusive han recurrido al crimen (eso sí, culpando exclusivamente al régimen venezolano de la violencia). Ha sido muy sonado el caso de fotografías tomadas en otras épocas y lugares presentando ciertos crímenes como si hubieran sido cometidos actualmente por las autoridades venezolanas. Hoy día la violencia fascista y el potencial golpista en Venezuela ha llevado a que dos líderes (Leopoldo López y Henrique Capriles) aparezcan como los jefes de la oposición compitiendo por el liderazgo. Hay, pues, una doble estrategia que divide relativamente a la oposición, y es donde López aparece como la pieza más clara de los intereses de Estados Unidos, de Álvaro Uribe (ex presidente de Colombia) y del capital global, mientras Capriles jugaría al nacionalismo
de la burguesía nacional venezolana, desde luego con una mano en la conspiración, pero con mayor cautela.
El escenario no es nuevo. Desde hace años el ministro de Interior y Justicia venezolano denunció un plan diseñado en el cual el ex presidente de Colombia Álvaro Uribe y el ex embajador de Estados Unidos en Caracas, Otto Reich, intentarían convertir a Venezuela en un campo de batalla para justificar la intervención extranjera. El ministro informó que en el estado de Táchira (suroeste del país) se ha detectado la presencia de ciudadanos colombianos que ejercen actividades paramilitares y adelantó una serie de medidas para restablecer la paz en esta entidad.
Hemos detectado y estamos ya iniciando la ubicación de personal colombiano
. El propio ministro reiteró que la violencia de grupos fascistas en Táchira forma parte de un plan diseñado hace varios años, que recibe directrices políticas de Otto Reich: Este plan ya venía rodando (...) le dieron la patada a las mesas de diálogo y salieron a incendiar el país (...) Otto Reich da instrucciones políticas
, alertó.
El propio ministro Rodríguez Torres dijo que Leopoldo López, líder del partido Voluntad Popular, está en prisión por instigar los hechos violentos del pasado día 12 de febrero, hizo todo el esfuerzo por ganar las tres alcaldías de las ciudades que hacen frontera con Colombia. Además, el ministro pidió a los opositores no dejarse llevar por informaciones falsas que buscan manipular para generar enfrentamientos entre los ciudadanos que justifiquen una intervención militar extranjera. No hay salida a ninguna crisis por la vía de la muerte, por la vía de la sangre, por la vía de la violencia
, insistió y llamó a dirimir las diferencias políticas mediante el diálogo.
Si tengo que decretar un estado de excepción especial para Táchira, estoy listo
, expresó durante la semana el presidente Nicolás Maduro, al referirse al asedio de que está siendo víctima esta entidad por grupos fascistas. El periodista Roland Denis nos dice: en estos días se está desarrollando un plan de desestabilización contra el Estado venezolano y sus instituciones
. Como se sabe, el gobierno del presidente Nicolás Maduro solicitó a Washington que explique por qué financia, alienta y defiende a los dirigentes opositores que promueven la violencia en Venezuela, y con qué derecho amenaza al Estado venezolano. Por supuesto, también repudió este jueves la grosera injerencia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en los asuntos internos de la nación sudamericana, con el agravante de usar como base información falsa y aseveraciones sin fundamento
, en las declaraciones fuera de contexto en la reunión de Toluca, México.
Caracas calificó como una ofensa para México, para el noble y valiente pueblo mexicano
que el presidente Obama, desde nuestro país, siga agrediendo a un país libre y soberano de la América Latina y Caribeña cuyas políticas, orientaciones y decisiones son el resultado de la voluntad popular expresada democráticamente
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