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Arturo Ripstein recibirá el 24 de febrero la Medalla Bellas Artes 2013 por su trayectoria

Una cinta se acaba cuando haces la siguiente; se tiene la enorme ventaja de olvidar la previa

Filmar a veces es una experiencia placentera; es un oficio con altas y bajas muy furibundas, afirma

 
Periódico La Jornada
Viernes 21 de febrero de 2014, p. a12

A lo largo de casi cinco décadas, Arturo Ripstein encontró en el cine el camino de su exploración estética y artística; sus películas le han valido grandes reconocimientos nacionales e internacionales. Ahora, su carrera será distinguida con la Medalla Bellas Artes, la primera que se entrega en el rubro de creación cinematográfica.

Estoy muy agradecido; me siento honrado con esta distinción, expresó el realizador en un boletín emitido por la Asociación Mexicana de Cinematografía, tras reconocer que siempre es grato ganar premios: He perdido muchísimos más de los que he ganado.

El cineasta recibirá la presea el próximo lunes 24 de febrero a las 19 horas.

Desde 1993, la Medalla Bellas Artes es la máxima distinción con la que el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), reconoce a creadores, intérpretes y figuras predominantes del país con una trayectoria sobresaliente por más de 20 años y que con su obra contribuyen a la promoción y difusión de la cultura nacional.

Los galardonados de 2013 son el arquitecto Carlos Mijares, el artista plástico Luis Nishizawa, el director teatral y dramaturgo Abraham Oceransky, la escritora Elena Poniatowska y el realizador Arturo Ripstein.

Niñez y adolescencia en los sets

Hijo del productor Alfredo Ripstein Jr., el cineasta se formó en los sets cinematográficos desde que era un niño. De adolescente trabajó como asistente de sonido, edición, jala cables, doble de acción e incluso colaboró con Luis Buñuel en la cinta El ángel exterminador, de quien aprendió más cuestiones éticas sobre la creación fílmica que técnicas.

Con Luis Buñuel me di cuenta de que detrás del cómo se hace, está el qué se hace. Estoy convencido de que la manera de contar el cuento, es el cuento.

Con tan sólo 22 años debutó como director en 1965 con la cinta Tiempo de morir, a partir de un guión de Gabriel García Márquez y la colaboración de Carlos Fuentes. Este fue el comienzo del cineasta, que al paso de los años se convirtió en figura indispensable para explicar buena parte de las cinco décadas recientes del cine nacional.

Su obra fílmica se traduce en más de 40 trabajos cinematográficos, lo mismo en cortometraje, documental y largometraje, así como materiales audiovisuales para instituciones públicas o telenovelas. Algunas de sus películas más sobresalientes son El castillo de la pureza, El lugar sin límites, El imperio de la fortuna y Profundo carmesí, entre otras.  

A sus 70 años de vida, Arturo Ripstein es un realizador congruente con su obra, disciplinado y apasionado, porque como ha dicho en varias ocasiones, no sabe hacer otra cosa más que filmar, asegura que la contumacia lo mantiene en el cine: A veces filmar se vuelve una experiencia placentera, otras no; este es un oficio con altas y bajas muy furibundas.

En noviembre del año pasado estrenó Las razones del corazón, su más reciente película, inspirada en la novela de Madame Bovary, de Gustave Flaubert, con un guión escrito por Paz Alicia Garciadiego, su guionista de cabecera desde hace casi tres décadas, de quien afirma que con ella encontró su otra voz.

Una película se acaba cuando haces la siguiente, ya que cuando estás trabajando en el siguiente proyecto se tiene la enorme ventaja de olvidar la previa, afirma Arturo Ripstein, quien ahora prepara su siguiente filme, basado en hechos reales, a partir de un guión original de Garciadiego.

Ganador dos veces de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián por Principio y fin La perdición de los hombres, el cine de Arturo Ripstein ha tenido una gran resonancia internacional, lo mismo en Europa que América Latina, donde es considerado un director de culto.

A través de sus películas, Ripstein ha explorado las posibilidades del enamoramiento, desde el amor no correspondido, hasta el más enloquecido, porque como ha comentado, el amor puede cuestionarse, mas no su fuerza.