Opositores se quejan de que se les prohíbe el acceso a competencias
Lunes 17 de febrero de 2014, p. 3
Sochi ,16 de febrero.
Cuando queda una semana exacta para que terminen, los Juegos de Putin
están siendo la cita olímpica con la que siempre soñó el presidente ruso: las críticas quedaron sepultadas por el entusiasmo del Comité Olímpico Internacional (COI) y por la lluvia de medallas del anfitrión.
El presidente del Kremlin, Vladimir Putin, dispuso del mayor aparato de seguridad jamás visto en unos Juegos Olímpicos. Su objetivo era tenerlo todo bajo control y por ahora su cuento de navidad está saliendo a la perfección. Incluso el sol y los 12 grados que se alcanzaron en Krasnaya Polyana parecen no ser suficientes para derretir la nieve.
El balance a mitad de la competición es positivo para Putin: Rusia ya mejoró en el medallero su pésima actuación de Vancouver 2010 y los miembros del COI elogian cada día a los organizadores.
Sin embargo, activistas y opositores al gobierno de Putin se quejan de que se les prohíbe la entrada a los escenarios olímpicos sin motivo. Rusia cedió a la presión del COI y finalmente habilitó una zona para protestas, pero es un lugar tranquilo muy lejos de la acción.
El crítico Evgeni Vitishko, quien denunció destrucción medioambiental, fue condenado a tres años de cárcel. La crítica no es algo deseable en Sochi y los medios estatales controlados por el Kremlin alaban más a Putin, el que permitió lo que llaman el Milagro de Sochi
, que a los atletas. El propio presidente eligió personalmente a los famosos que participaron en la espectacular ceremonia inaugural del 7 de febrero.
Putin vive estos días entre Moscú y el Mar Negro, ya que no quiere dejar de presenciar deporte en directo, saludar a atletas y a campeones, como un zar por su casa. Los espacios libres en las gradas se rellenan con voluntarios y ante la falta de líderes de Occidente, el jefe del Kremlin saluda efusivamente a los otros jefes de Estado de todo el mundo presentes en Sochi.
Ya se olvidaron los problemas de la primera semana, cuando los hoteles no estaban listos, el polvo invadía el interior de algunos edificios y el caos reinaba ante la llegada de los aficionados.
Creo que el Kremlin logró escenificar un cuento de hadas de Rusia
, señaló la politóloga Lilia Shevzova, del Carnegie Center de Moscú.