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Bernanke y la política monetaria
E

n febrero de 2006 inició su primer mandato B. Bernanke al frente del Sistema de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, el que ocho años después está a punto de concluir. En aquel momento pocos pensaban que los años de la Gran Moderación terminarían abruptamente, dando inicio a una crisis financiera global que aún no ha ido superada. Esta crisis que prácticamente abarca la gestión de Bernanke puso a prueba la teoría y el conocimiento práctico en el que basaban su actuación los banqueros centrales. El Fed introdujo nuevas herramientas de política monetaria, que después fueron aplicados por otros bancos centrales. Lo ocurrido en estos años tiene mucho que ver con el uso de estas herramientas. Examinarlas permite aprender e incorporarlas a la batería de instrumentos de política monetaria de la que se puede hacer uso en cualquier latitud.

La causa primera de la crisis actual fue una importante caída de los precios de los bienes inmuebles en Estados Unidos, lo que revirtió el vertiginoso crecimiento de los créditos hipotecarios y de su posterior titulización. En los primeros momentos de esta crisis parecía que iba a repetirse lo ocurrido con el estallido de la burbuja punto.com de 2001, que llevó a una pequeña recesión superada apenas ocho meses después. No fue así. Se produjo la crisis financiera más severa desde la Gran Depresión de 1929. El estallido de los precios inmobiliarios reveló vulnerabilidades importantes del sistema financiero y fallas significativas de la supervisión gubernamental, que permitieron que lo que fueron pérdidas moderadas para los tenedores de hipotecas suprime se multiplicaran a través del sistema financiero hacia la economía en su conjunto.

El Fed presidido por Bernanke, en los primeros días de la crisis, respondió a los requerimientos de liquidez de los diversos mercados financieros de acuerdo con las lecciones aprendidas por los banqueros centrales para enfrentar el pánico financiero durante decenas de años. El sistema financiero del siglo XXI, sin embargo, había cambiado sustancialmente: los pánicos financieros del siglo XIX y XX fueron corridas especulativas contra bancos comerciales y otras instituciones de depósito; en 2007 el crecimiento del crédito había migrado progresivamente de la banca tradicional al sistema bancario en la sombra, que descansaba esencialmente en fondeo de corto plazo. Las primeras respuestas, en consecuencia, fueron insuficientes y hubo que plantearse medidas adicionales.

El Fed tuvo que apartarse del famoso dictum de Bagehot: presta rápido y libremente a instituciones solventes ofreciendo liquidez también a bancos de inversión, fondos que operaban en el mercado de dinero y a mercados claves, como los de papel comercial y de valores respaldados con activos. Además, apoyó con garantías públicas las deudas bancarias e inyectó capital a algunos bancos. Atacado el pánico, el Fed se concentró en medidas de política monetaria que se propusieron contener la contracción económica provocada por la crisis. En 18 meses el objetivo de tasa de interés de los instrumentos oficiales se redujo de 5.25 por ciento anual a una tasa entre 0 y 0.25 por ciento, ubicándose en su verdadero límite mínimo.

Como la reacción de la economía no fue la que se necesitaba para disminuir sensiblemente la tasa de desempleo, el Fed decidió instrumentar dos novedosas medidas adicionales: uno, anunciar las razones económicas que guiaban las decisiones y lo que tendría que ocurrir para modificarlas y, dos, llevar a cabo compras masivas de valores de largo plazo que ampliaron sustancialmente el balance del FED, las que se conocieron como medidas de relajamiento cuantitativo. Estas medidas monetarias no convencionales han promovido la recuperación. Hay, por supuesto, críticas que señalan que no han sido útiles o que han sido adecuadas pero insuficientes.

Lo cierto es que sin ellas la economía estadunidense, y particularmente, el mercado de trabajo, estarían en peores condiciones. El juicio que puede hacerse del mandato de Bernanke es que frente a desafíos novedosos para los que no había respuestas teóricas no experiencia suficiente decidió actuar sobre bases inciertas, prefiriendo equivocarse que mantener una situación en materia de empleo inaceptable. Esta es una gran lección que debemos aprender.