Las acciones que se adoptan están debajo del tamaño del problema: Carabias
Lluvias, secas y huracanes superan la predicción del Panel Intergubernamental de 2007
Esto no tiene remedio en varias generaciones
; los GEI tienen una vida de 100 años, señala
Martes 21 de enero de 2014, p. 33
Las bajas temperaturas de este invierno, que incluso congelaron las cataratas del Niágara, son tendencias del calentamiento global, pero aún no se puede decir que es el cambio climático
. Las dos pasadas décadas han sido de periodos más extremos en frío, sequías y calor, sostiene Julia Carabias, ex secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
La bióloga y académica de la UNAM considera en entrevista que cada vez se observan más fenómenos atribuibles al cambio climático y las acciones que se adoptan no son las que se requieren para el tamaño del problema. Se necesita, precisa, la aplicación de las medidas que ya están marcadas, incluso en la ley mexicana en la materia.
–¿Las condiciones climáticas de los últimos días se pueden atribuir al cambio climático?
–Ninguno de los episodios puntuales que se puedan reconocer de temperaturas altas y bajas, las sequías extremas y los huracanes, se puede decir que sean el cambio climático. Todo son tendencias. Un episodio de este tipo podría ocurrir sin cambio climático. Vemos que los fríos son más fríos, las secas y las lluvias más intensas. Decir que el congelamiento de las cataratas del Niágara es por el cambio climático podría ser falso, porque hay una variación interanual; sería un proceso de cambio climático si todos los años se congelaran. No es el caso. Es algo que demuestra que los episodios son más intensos y extremos.
Es como las tormentas de Guerrero; sucedieron en 2013, pero ello no quiere decir que este año vayan a ocurrir. Hay variaciones climáticas interanuales que han ocurrido en toda la historia del planeta. Lo que sucede es que las tendencias del calentamiento global demuestran que los fenómenos son más frecuentes e intensos. Esto indica que sí es un proceso de cambio climático. Las dos últimas décadas han sido de periodos más extremos. Se han presentado más sequías, y los huracanes han sido los más intensos.
–¿Es algo que los expertos y el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) ya había previsto?
–Sí, pero la tendencia se ha visto que ha sido más aguda que la predicción que se tenía. Se ha quedado corta, es más intensa. La tendencia de toda la suma de fenómenos extremos estaba ya predicha desde 2007 con el informe del IPCC, que fue el parteaguas de la investigación en la materia.
–¿Ya se adoptan medidas según el tamaño del problema?
–Las acciones no son las que deberían ser para enfrentar el tamaño del problema. Tenemos un rezago. Lo correcto son los programas que se han elaborado. El programa especial de cambio climático y de adaptación, las medidas son correctas, pero tardan tiempo en echarse a andar. Sí se han cumplido metas, pero siempre están por debajo del problema. No pueden ir más rápido porque hay que ir creando capacidades: en esto también hay rezago.
“En esta fecha ya tendría que haber resultados, por ejemplo, de las inundaciones de Acapulco, Aún no se sabe nada. Pasa el tiempo, se olvida. Tiene que haber cumplimiento de los compromisos que se asumieron en el caso de las tormentas de Guerrero y Oaxaca.
“Están bien trazadas las cosas que hay que hacer, pero se deben hacer. Los atlas, los sistemas de alerta temprana, la reubicación de poblaciones en riesgo. Todos son procesos que van hacia la adaptación de condiciones de cambio climático, además de las acciones que tienen que ir con la mitigación, que tienen ver con las emisiones de gases de efecto invernadero. Con el propio compromiso del programa especial de cambio climático y como lo establece la ley, que es la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero para 2020 y 2050, esto no se puede retrasar. Hay buenas estrategias, pero la aplicación de estas medidas no va con la velocidad que se requiere.
“En el futuro se repetirán los casos, como estos fríos. Los gases de efecto invernadero (GEI) que se emiten a la atmósfera tienen una vida de 100 años. El bióxido de carbono vive 100 años, y hasta que se degrade tiene capacidad de absorción de la energía solar. Llegó para quedarse. Lo importante en las negociaciones internacionales es que no se siga agudizando el problema. Ya se pactó que en la atmósfera haya 400 partes por millón de GEI, no se deben rebasar las 450. Y no es claro que con las medidas actuales se vaya a lograr evitarlo.
Esto no tiene remedio en varias generaciones. Cambiaría si hay una revolución radical en el tipo del consumo de energía. El petróleo sigue siendo el combustible más importante, dominará las siguientes décadas. Se requiere una reconversión energética para solucionar este problema de fondo. El tema es cómo no rebasar la temperatura promedio de la tierra en 2 grados centígrados. No se ve cómo se cumplirán estas metas.