Aquejado de cáncer, dedicó sus últimos años a la enseñanza musical de niños en Venezuela
En lugar de llevar flores a su sepelio, el artista pidió como último deseo que se donen recursos al Centro de Oncología Pediátrica en Bolonia
Eterno homenaje al maestro, dice Dudamel
Martes 21 de enero de 2014, p. 4
Este lunes, a las 8:30 horas, trascendió a los 80 años Claudio Abbado, una de las más grandes batutas en la historia.
Su legado es amplio. Para América Latina resulta definitivo: fue el principal impulsor del proyecto musical con niños y jóvenes venezolanos. No solamente dirigió la Orquesta Juvenil Bolivariana de Venezuela, también, fue el maestro principal de Gustavo Dudamel, cuyo estilo sobre el podio es un compendio de las enseñanzas de Abbado y de su otro mentor, sir Simon Rattle. Pocos conocen su juventud ligada con organizaciones de izquierda y su profundo pensamiento progresista.
Claudio Abbado sustituyó a Herbert von Karajan al frente de la Filarmónica de Berlín, considerada la mejor en el planeta, junto a la Filarmónica de Viena, a la que también dirigió.
Después de un idilio de 13 años con esa orquesta alemana, le fue diagnosticado cáncer en el estómago, por lo que dejó el podio berlinés. Habría de sobrevivir otros 13 años a ese cáncer. En Venezuela, precisamente, recibió un tratamiento alternativo, que le ayudó a vivir para construir otras orquestas juveniles.
Fundó la Orquesta Juvenil de la Comunidad Europea en 1978 y también la Orquesta Juvenil Gustav Mahler, en 1986. Durante muchos, intensos años, mantuvo el apogeo de la música en Europa con el Festival de Música de Lucerna. Su última jornada fue la Orquesta Juvenil Mozart, que disolvió la semana pasada, sabedor que el fin estaba cerca.
Los discos que grabó en la década reciente son su legado póstumo inconmensurable. Se trata de grabaciones invaluables en las que plasmó un estilo cantilado, ventilado y llevado a la perfección. Su sello: la transparencia de sonido. Su signo: la precisión impresionante en el balance orquestal, el manejo de volúmenes sonoros, el fraseo exquisito. Su imagen sonora y en el podio: la elegancia.
Su repertorio fue amplio. Sin embargo, entre los conocedores pasa a la historia como uno de los músicos que mejor entendió la música de Gustav Mahler, cuyo ciclo de sinfonías grabó en distintas ocasiones y con varias orquestas.
El Mahler de Abbado se replica, por cierto, en el Mahler de Dudamel.
Infinita sabiduría
Ayer, Gustavo Dudamel expresó: Para mí Claudio Abbado será siempre parte de ese excelso grupo de Genios en la historia del Arte. Su infinita generosidad y amor que me tocaron desde mi plena juventud, serán siempre unos de los más valiosos tesoros que guardaré en esta vida. No solamente a mí, sino para todo nuestro Sistema Nacional de las Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, el cual asumió como su familia y nos entregó su sincero amor y su infinita sabiduría. En nombre de mis compañeros, del maestro José Antonio Abreu y del mío propio, hacemos eterno homenaje a nuestro amado maestro Claudio Abbado, con la fe de que su alma e inspiración siempre permanezca entre nosotros
.
Ayer, Daniel Barenboim emitió un texto donde revive su cercanía con Abbado, desde la infancia compartida hasta las muchas aventuras en las salas de concierto. Ambos, Barenboim y Abbado, enarbolan ideas progresistas y sostienen proyectos que no son bien vistos por el sistema establecido.
Barenboin resaltó otro aspecto fundamental en el legado de Abbado: su compromiso con la música de vanguardia, pues dio a conocer a autores definitivos como Ligeti, Kurtag, Nono, Stockhausen y Kancheli, entre otros muchos.
También ayer sir Simon Rattle, otro progresista, externó: Perdemos a un gran músico y a un hombre muy generoso
y confió una plática con Abbado, donde el italiano ponderó: Simon, mi enfermedad fue terrible, pero los resultados no han sido tan malos: siento que de alguna manera escucho desde el interior de mi cuerpo, como si la pérdida de mi estómago me hubiera dado oídos internos. No tengo palabras para expresar qué maravilloso se siente eso. Y estoy agradecido con la música, que me salvó la vida tantos años
.
Amor por la naturaleza y la música
Claudio Abbado murió plácidamente, en su cama, en su hogar, rodeado del amor de su esposa y sus hijos y su jardín tan bello. Su amor por la naturaleza, por la vida y por la música, están plasmados en el filme El silencio que sigue a la música, del cineasta Paul Smaczny, que cuenta la saga de Abbado en sus 13 años al frente de la Filarmónica de Berlín, puesto para el que fue elegido democráticamente entre sus integrantes, para marcar el fin del reinado de Karajan y con él la terminación de la era de los directores dictadores
, para iniciar la democracia musical que impulsó Abbado quien, por cierto, siempre pedía que no le llamaran maestro
, pero nunca nadie le hizo caso.
Donde tuvo muchos seguidores fue en el territorio de sus ideas progresistas, no solamente contra los malos gobiernos, sino en el impulso a proyectos para jóvenes y niños, como en el caso de Venezuela, donde él siempre resaltó su condición altamente democrática y revolucionaria: lo novedoso aquí es la inclusión de todos
, subrayaba.
En el filme Tocar y luchar, que narra la epopeya de la construcción del Sistema Venezolano de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles, vemos a Simon Rattle, Plácido Domingo y Claudio Abbado en el momento en que entran a un salón donde ensaya ¡un coro de sordomudos!, proyecto que parecía imposible de realizar pues, decían a su realizador, José Antonio Abreu: los músicos necesitan poder cantar y oír y eso es lo que no hacen los sordomudos
.
En escena, niños sordos cantan y niños mudos lo hacen con las manos, con el lenguaje de los sordomudos, sus manos con guantes de colores de acuerdo con sus tesituras (azules, rojos, blancos) y entonces la cámara hace un close up al rostro de Claudio Abbado, bañado en lágrimas de emoción.
Ayer, la familia de Abbado emitió un comunicado con la última voluntad del maestro: que en lugar de llevar flores a su sepelio, hicieran donaciones al Centro de Oncología Pediátrica en Bolonia. Ayudar a los niños con cáncer, fue su deseo póstumo.
Sus restos son velados en la Basílica di Santo Estefano, en Bolonia, ciudad donde murió.
También dejó una nota: La cultura es como la vida, y la vida es bella
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