18 de enero de 2014     Número 76

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada
 
La diversidad gala
según Braudel
La diversidad gala
según Braudel

¿Paradoja? En una obra titulada La identidad de Francia, publicada a principios de los años 80’s del pasado siglo, el gran historiador Fernand Braudel empieza por reivindicar la pasmosa diversidad de su país.

“Lucien Febvre repetía que ‘Francia se llama diversidad’. Yo preferiría decir, aunque resulte algo más chato, ‘Francia es diversidad’, pues no se trata sólo de una apariencia, de una designación, sino que es la realidad concreta, el triunfo manifiesto de lo plural, de lo heterogéneo, de lo que nunca es del todo semejante”.

“Toda historia sincera de Francia debe partir de una Francia abigarrada, de vivos colores. Continuamente esa Francia plural subyace y contradice a la Francia una que la domina, que la violenta, que trata de borrar sus particularismos”.

“De manera que el mosaico de suelos, de subsuelos, de microclimas se traduce en desmigajamiento del paisaje francés. Sin duda el hombre fue el artífice, el autor de esos jardines, de esos campos, de esos vergeles, de esas aldeas que nunca son del todo iguales; el hombre fue el actor y director de escena, pero su actuación fue también provocada, facilitada o hasta impuesta en parte por el exterior”.

El clima, explica Maximilien Sorre, “presenta en cada lugar una individualidad original, a veces irreductible a la individualidad más vecina. Una ligera diferencia de altitud, la oposición de las vertientes de una misma colina, el paso desde la rampa o declive a la meseta bastan para que cambien la duración del sol en el cielo, el estado del aire, la temperatura, la cantidad de lluvia. Y al mismo tiempo el paisaje vegetal y las reacciones de nuestro organismo… El clima local es la realidad fundamental, el dato inmediato de toda climatología” (…) Lamentamos pues que la realidad del microclima haya sido raramente aceptada con todas sus consecuencias por los geógrafos. Y hasta lamentamos que no se haya extendido esta noción y no se haya tratado de encontrar, dividiendo el espacio en combinación con los microclimas, micromedios y toda una microbiología de la tierra en cuya superficie vivimos. Pues la tierra es también algo vivo”.

“Antes de la Revolución Industrial cada porción del territorio francés tendía a vivir en sí misma a encerrarse en sí misma (…) La aldea posee una casi autarquía económica, tiene sus costumbres propias, sus festividades, sus canciones, su manera de hablar, que no es forzosamente la manera de hablar de la aldea vecina. Tiene su asamblea, sus funcionarios elegidos…”

“Ninguna fuerza estructurante procedente del poder logra uniformar una diversidad que tiene por ella misma una suerte de fuerza vegetativa. Se la zamarrea, se la reprime, pero la diversidad vuelve a darse, ni en el orden político, ni en el orden social, ni en el orden cultural logran imponer una uniformidad que sea algo más que una apariencia”.

“Pero de nada sirve hablar teóricamente de la diversidad francesa, es necesario verla y verla con los propios ojos, deleitarse en sus colores en sus olores, tocarla con las manos y hasta comerla y beberla”.

“He comenzado por mostrar esa Francia “que se llama diversidad” y lo confieso con deleite. Este es su rostro más hermoso, el rostro que amo…”

 
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