Exiliado de Argentina por la dictadura, decidió quedarse en este país para siempre
aquí yace un pájaro, una flor, un violín
Sufrió la desaparición de familiares y finalmente pudo encontrar a su nieta
Escribir le servía de memoria y consuelo
Nació en Buenos Aires en 1930 y trabajó en varios periódicos
Miércoles 15 de enero de 2014, p. 3
El poeta Juan Gelman , quien salió exiliado de Argentina y encontró su hogar en México hace décadas, murió ayer en la capital del país que en los años 70 lo acogió.
En octubre de 2012, al recibir la Medalla de Oro de Bellas Artes por su trayectoria, el autor explicó que desde el primer día que pisó suelo mexicano quedé absolutamente fascinado, fue como un estallido dulce dentro de mí, y hace 24 años decidí quedarme para siempre aquí, sostenido por mi amor a este gran país y por el amor a una mujer, mi mujer
.
También señaló entonces que pese a la violencia generada por la lucha contra el narcotráfico, nunca abandonaría México: Me voy a quedar aquí. Que después me lleven a tocar el violín en otro barrio. Yo me quedo
.
Juan Gelman nació en Buenos Aires en 1930. Fue el tercer hijo (el único nacido en Argentina) de un matrimonio de inmigrantes judíos ucranianos: José Gelman y Paulina Burichson. Creció en el barrio de Villa Crespo, donde años después le pondrían su nombre a la biblioteca, algo que él consideraba el homenaje más grande de mi vida
.
Primeros poemas, a los ocho años
Sus primeros poemas de amor los escribió a los ocho años y publicó a los 11 en la revista Rojo y Negro. Pensaba estudiar química en la Universidad de Buenos Aires, pero abandonó la carrera para dedicarse de lleno a las letras.
En 1955 fundó el grupo El pan duro, integrado por jóvenes poetas que ademas eran militantes comunistas. El colectivo dio a conocer sus trabajos un año después en el libro Violín y otras cuestiones.
La Revolución Cubana de 1959 permeó en su espíritu y comenzó a participar de manera activa en el Partido Comunista (PC) argentino. En 1963, durante la presidencia de José María Guido, fue encarcelado con otros escritores. Al ser liberado, dejó el PC y se vinculó con el peronismo revolucionario, conformando el grupo Nueva Expresión y la editorial La Rosa Blindada.
A partir de mediados de los años 60 incursionó en el periodismo: fue jefe de redacción de la revista Panorama, secretario de redacción y director del suplemento cultural del diario La Opinión, secretario de redacción de la revista Crisis y jefe de redacción del diario Noticias.
También fue parte de la organización guerrillera Montoneros. Cuando ocurrió el golpe militar del 24 de marzo de 1976, él se encontraba fuera de su país, denunciando internacionalmente la violación de derechos humanos que ocurría en Argentina. Salvo una breve entrada clandestina, ya no regresó y permaneció exiliado. Residió alternativamente en Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México, trabajando como traductor de la Unesco.
A principios de los años 80, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, en Argentina continuaron abiertas causas judiciales por supuestos homicidios y otros delitos imputados a grupos guerrilleros como Montoneros. Había una orden de captura contra Gelman, por lo cual protestaron sus colegas escritores Gabriel García Márquez, Augusto Roa Bastos, Juan Carlos Onetti, Alberto Moravia, Mario Vargas Llosa, Eduardo Galeano y Octavio Paz, entre otros.
El poeta conoció y sufrió en carne propia no sólo la persecución política, sino la pérdida de sus hijos Nora Eva y Marcelo Ariel, y de su nuera María Claudia, quienes fueron secuestrados. Claudia se encontraba embarazada de siete meses. En 1978 Gelman supo que ella había dado a luz en cautiverio.
Luego de interminables pesquisas, cartas a políticos indolentes, manifiestos y misivas de apoyo de amigos y simpatizantes, además de interminables laberintos burocráticos, Juan Gelman pudo encontrar y conocer a su nieta María Macarena.
El 7 de enero de 1990 el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó los restos de su hijo Marcelo, encontrados en un río de San Fernando (Gran Buenos Aires), dentro de un tambo lleno de cemento. Se determinó también que había sido asesinado de un tiro en la nuca. Hasta sus últimos momentos el poeta luchó por encontrar los restos aún desaparecidos de su nuera María Claudia Iruretagoyena.
No obstante esos años de penurias, la poesía siempre estuvo presente, como memoria y consuelo, según afirmaba. El amor, la soledad, la esperanza y la muerte fueron los temas recurrentes de su obra. Entre sus libros destacan Citas y comentarios (1982), Hacia el Sur (1982), La junta luz (1985), Interrupciones II (1986), Com/posiciones (1986), Eso (1986), Anunciaciones (1988), Carta a mi madre (1989), Valer la pena (2001), País que fue será (2004), Mundar (2007) y El emperrado corazón amora (2011).
Entre los galardones que recibió figuran: el Premio Nacional de Poesía en Argentina (1997), el Juan Rulfo de Literatura Latinoamericana y del Caribe (2000), así como el Reina Sofía y Pablo Neruda (2005) y el Cervantes de Literatura (2007).
Para despedir al amigo y poeta entrañable, hoy compartimos con nuestros lectores su poema titulado Epitafio: Un pájaro vivía en mí./ Una flor viajaba en mi sangre./ Mi corazón era un violín./ Quise o no quise. Pero a veces/ me quisieron. También a mí/ me alegraban: la primavera,/ las manos juntas, lo feliz./ ¡Digo que el hombre debe serlo!/ Aquí yace un pájaro./ Una flor./ Un violín.