A sus 79 años, la coreógrafa, escritora e investigadora es Premio Sinaloa de las Artes 2013
Fue fundadora de la Escuela de Instructores de Arte en Cuba, donde compartió con Fidel y el Che
Escribió Notación danzaria mexicana, con el cual ya enseña en países del continente
Para Elsie, la flor más bella del jardín de Alá. Le deseo tanta felicidad como arena hay en el desierto, son las palabras que el líder nacionalista palestino Yasser Arafat dedicó a la bailarina, cuando se conocieron en el Festival Mundial de la Juventud, realizado en Varsovia, en 1955Foto Javier Valdez
Domingo 5 de enero de 2014, p. 3
Culiacán, Sin. 4 de enero.
Sus ojos son los ojos de México, le dijo Diego Rivera. Por eso los plasmó en muchas de sus obras.
Es Elsie Armida Cota Ramos, premio Sinaloa de las Artes 2013, maestra de educación primaria, bailarina, coreógrafa, escritora, investigadora, actriz de teatro, promotora cultural, posgraduada en danza y docencia, y modelo de uno de los más grandes muralistas mexicanos y de los más destacados en el mundo. Para estudiar, enseñar o danzar o las tres, fue a Cuba, China, Eslovaquia, Chile, Brasil y Nicaragua, y conoció a muchos personajes, algunos ya fallecidos, pero todos ellos recordados.
La catedrática tiene ahora 79 años, es baja de estatura y con una energía que parece recargar el sol, la mañana del escaso invierno culichi, la conversación o los recuerdos. Sus ojos son flamas, destellos, rayos, faros en puerto seguro, chimenea y vitamina: a través de ellos sonríe y festeja y habla y danza. Es su mejor forma de interlocución.
Tiene mucho qué contar y también qué enseñar. Ella, además, asegura que tiene pendientes, como publicar un libro que está listo para entrar a la imprenta, que ha llamado Notación danzaria mexicana. No verlo empastado, en el horno del que salen los libros, en Culiacán, la tierra que pisan y dejan huella sus bailes, es también una frustración.
Sus compañeros no quisieron que se lavara las manos aquella noche en que bailó con Mao Tse Tung, en 1957, en la Plaza Roja de Pekín. Pero esas palmas y dedos también saludaron a Nikita Krushev, Ernesto Che Guevara de la Serna, Fidel Castro, Diego Rivera, Viacheslav Molotov, Pablo Neruda, Nicolás Guillén y Yasser Arafat, cuando éste acudió como dirigente de Juventud Palestina, en el Festival Mundial de la Juventud, realizado en Varsovia, en 1955.
Eran tiempos de efervescencia y cercana convivencia entre artistas e intelectuales, con políticos y líderes mundiales. En un papel amarillento, mordido por el polvo y el tiempo, más no por el olvido, aparece una inscripción en árabe, que Elsie se apura a traducir: Para Elsie, la flor más bella del jardín de Alá. Le deseo tanta felicidad como arena hay en el desierto
.
Mexicanita en Cuba
De 1960 a 1962, Cota Ramos estuvo en Cuba cuando la Revolución tenía pocos años de haber triunfado. Fue fundadora de la Escuela para Instructores de Arte, sección danza, y participó en el Movimiento Nacional de Aficionados, del que fue directora nacional de danza. Ahí conoció a Fidel Castro, quien luego le entregó una medalla por sus aportaciones en aquel país –donde un libro suyo está incluido en la enseñanza dancístia–, y a Che Guevara, a quien calificó como reservado, que se escondía cuando coreaban su nombre en los actos políticos y las fiestas callejeras en las que celebraban la victoria.
“Cuando triunfó la revolución la gente bailaba y él permanecía escondido. Ya era un héroe, junto con Fidel. El Che disfrutaba mucho todo eso, decía que era la única revolución con pachanga, con relajo y alegría”, recordó.
Con ellos, Castro y Guevara, así como otros integrantes del gobierno cubano, participó en innumerables reuniones de carácter político y cultural. Cuando llegó la hora de regresar a México, la directora le espetó: Ah, no, mexicanita. Tú no te vas si no me dejas todo esto por escrito porque después van a confundirlo con cualquier baile de América Latina, o un baile de Veracruz con uno de Yucatán, y no, tú déjame todo por escrito
.
Eran tiempos en que Fidel Castro caminaba por las calles que desembocaban en el malecón de La Habana, se sentaba en la banqueta y hablaba con los jóvenes. Le hacían rueda para escucharlo y pedía que le contaran los chistes que se decían de él en las calles.
Ahora esa escuela es considerada la mejor en América Latina. Y ahí está su aportación. Hoy se dice decepcionada de la Revolución cubana, a cuyos dirigentes enfermó el poder
.
Tres años con Diego
Fue en 1953, tiempos que Elsie ubica como de oro, brillantísimos, para la danza moderna mexicana
. Su amigo Miguel Covarrubias la invitó a una de esas reuniones de la élite política, intelectual y cultural. En una de esas se le acercó y le sugirió que volteara con mucha discreción, pues atrás de ella estaba el muralista Diego Rivera.
“Cuál discreción. Con el movimiento que hice él lo sintió y volteó al mismo tiempo y con su dedo índice casi cerca de los ojos me dice ‘estos son los ojos que andaba buscando, porque son los ojos de México’”.
Después preguntó a algunos que estaban cerca, de quién era esa niñita
. Fue así que la invitó a que fuera su modelo, porque quería pintar no en una obra, sino en todas, los ojos de este país.
“El día que le dije a Diego que quería tener un recuerdo de sus obras se dio una santa enojada, y me dijo: Querrás que te regale toda mi obra, porque estás en los ojos de mis pinturas.
La danzante y coreógrafa estuvo con el muralista en muchos momentos, durante cerca de tres años. Le acercaba las pinturas, los pinceles y todo lo que necesitara, a la hora de trabajar en un local de San Ángel Inn. Lo acompañó a diversos actos políticos y culturales, y llegó a decirle que ella le recordaba mucho a Frida Kahlo
Un busto inspirado en Elsie Cota, intitulado Testa Furmuosa Mexicale (Hermosa cabeza mexicana), realizado por Titi Simionescu, es exhibido actualmente en el Museo de Arte Moderno de Bucarest, en Rumania.
También la artista Fanny Rabbel pintó su rostro en una sobre la Constitución Mexicana, en un mural ubicado en la Ciudad de México.
Lectoescritura
Elsie no se detiene. Es inquieta y enciende rápido, como la pólvora. Sus manos y pies, esa mirada, esa voz dulce y envolvente, la llevan y la traen, pariendo letras, investigaciones, métodos, libros. Así dio con la única canción en lengua cahíta –de los indígenas mayos, ubicados en el norte de Sinaloa– que es de cuna y está plasmada en la obra costumbrista regional Lulu que Lulu.
De un extremo a otro. Formó parte de la compañía de danza del Instituto Nacional de Bellas Artes y de la elite dancística del país. Ahora da clases a niños con síndrome de Down, a quienes enseña a leer y escribir con recursos lúdicos, artísticos y poesía. Así como enseñó a prostitutas cubanas, igual montó un espectáculo con mujeres adineradas de Culiacán, nacidas en 1917. Innovó a tal grado en la enseñanza que creó el método 5+5 igual a 10, que consiste en el uso de cinco sentidos y cinco expresiones artísticas para enseñar a niños con deficiencias mentales a leer y escribir. Y hasta escribió un libro sobre esta experiencia.
Tiene listo un nuevo libro, que tituló Notación danzaria mexicana, que ya es considerado en cursos en países del continente, pero que no ha sido valorado en Sinaloa, su tierra. Ahí, entre pinturas, fotografías, medallas y muñecos que adquirió en los países que admiraron sus pasos y movimientos, donde ese viento generado por el aletear de prendas, permanece, se dice lista para seguir escribiendo y creando: su casa, ese rincón de la colonia Burócrata, bien puede ser museo, biblioteca, casa de la cultura. Sus nietos dicen que esa casa sólo es para holgazanear, pues en la sala cuelga una hamaca que la atraviesa y por todos lados hay música y recuerdos. Ella festeja con encanto.
–¿Qué siente cuando ve sus ojos plasmados en la obra de Diego Rivera y en la obra expuesta en Bucarest?
Elsie se prepara para hablar. Lo hace desde antes de abrir la boca: con sus ojos, que son fuego y luz. Es una emoción muy grande. Algún día me he de morir, pero trascender es una gran satisfacción.