Opinión
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Ruta Sonora

Propuesta en pro de las bandas emergentes

Zaratustra

A

propósito del 20 aniversario del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, al revisar una misiva dirigida al subcomandante Marcos, publicada en este espacio en 2006, Del EZLN al Vive Latino (http://bit.ly/1dXxDYv y http://bit.ly/19DzvZt, en realidad, un recuento del rock en México de 1994 a 2006), quien escribe notó con alegría su vigencia, y que reúne instantes que ayudan a entender la actual escena. Sólo que la cuenta en dicho texto se detuvo en los tiempos de la red social Myspace (hoy prácticamente en desuso), y en esos días en que los foros agendaban con mayor soltura a bandas emergentes, a diferencia de lo que hoy sucede, tema sobre el que quisiera abundar, a manera de propuesta.

Con la expansión casi absoluta de la música digital como forma de difusión e intercambio, la remuneración al artista por venta de sus grabaciones se redujo al mínimo, de modo que, como se ha documentado en este apartado (http://bit.ly/1drMKLr), el músico hoy tiene más oportunidad de obtener un sustento por actuar en vivo, que por la venta de su música. De hecho, esa venta o incluso la descarga gratuita, sirve sobre todo para promover la asistencia a los shows.

Pero, ¿qué pasa cuando además, las posibilidades de presentarse en vivo se reducen, y por ende, sus ingresos? El músico no famoso (aunque tenga calidad y trayectoria) y las bandas emergentes se quedan sin remuneración, sin actuaciones: desenlaces que desalientan y debilitan la escena. Y, ¿cómo se llegó a esto? A inicios de los dosmiles, los foros alentaron las presentaciones de toda banda que los requiriera, para que el público conociera esos lugares y se generara una necesidad de consumo cultural que en los años 80 y 90 contaba con pocos feligreses (el rock local), pero para el cambio de centuria empezó a tener más. Nada mal. Pero con el tiempo, a los dueños de antros y demás empresarios les creció el colmillo tras ver que el rock vende. Así, los foros y festivales medianos empezaron a permitir en sus espacios a bandas que solamente les representaran ganancias por encima de la media, no conformes con lo que ya ganan de sus barras de bebidas y del porcentaje que descuentan a cada grupo por hacerles el favor de dejarlos tocar. Esto ha generado varios inconvenientes: 1. Mientras en la primera década del siglo, la proliferación de bandas y foros generó competencia y creatividad, la avaricia micro-empresarial citada propició elitismo y exclusión (siempre tocan los mismos), así como amplia deserción. Esto ha apagado el entusiasmo, lo que se ve reflejado en la disminución de propuestas excitantes. 2. Aunque son las bandas las que convocan a la gente, son los foros los se quedan con porcentajes significativos (cubren el costo de producción), dejando muchas veces al músico sin paga. Sin embargo, esto no se les puede reprochar porque son negocios, y al tocar ahí, uno acepta dicha premisa.

Como esto no es nuevo, durante mucho tiempo la respuesta gubernamental ha sido ofrecer conciertos gratuitos, mientras ofrece un pago presupuestal directo al artista. Nada mal. Sin embargo, esto acostumbra al público a no valorar el trabajo artístico, y cuando hay que pagar, ya no quieren verlo. Es aquí donde viene la propuesta: foros de mediana capacidad donde el público valore la creación y pague algo simbólico (30 o 50 pesos, por ejemplo), de forma que las muchas o pocas entradas vayan íntegras para los músicos (lo que no ocurre en los foros-negocio). De esta forma, la subvención gubernamental cubriría sólo la infraestructura y diluiría privilegios y codependencia parásita. No se trata de erradicar el formato del espectáculo gratuito (en ocasiones especiales y masivas, se agradecen), pero aquél no siempre cubre a los nuevos creadores o a quienes, aun de calidad, suelen reunir a públicos modestos. ¿Suena muy descabellado? ¿Quién se suma? Se agradecerá el diálogo.

Adiós, Zaratustra

El tiempo es tarde/ desde que lo primero empezó/ hasta que alguien en algún baño/ detenga el dolor del mundo/ llorando la última lágrima del hombre, escribió alguna vez el mexicano Zaratustra Vázquez, centenares de noches antes de que la muerte lo encontrara, el viernes 27 pasado, a los 39 años, en el baño de su casa, donde sufrió una intoxicación accidental por gas, al lado de Fabiola Raya (http://bit.ly/1eYVX1a ). Antes que nada poeta (Sobre el sentimiento tango de que simplemente todo, 2001), titular del Sonido Changorama (cumbia electrónica que ironizaba el absurdo de la política mexicana), dandy con look de Salvador Díaz Mirón (según decía), alegre como pocos, muy querido por la escena musical, Zara, como le decíamos, sobresalió como entre creativo para el guión, el discurso del absurdo; carismático, fue actor amateur y conductor de televisión (Canal 22). Dejó huella, con David Somellera, con el programa de radio-arte Triscerable, en los inicios de 90.9 FM. Cínico, existencial y desparpajado: así hablabas, Zaratustra. Un alma llena de vida a la cual entristece despedir. Hasta siempre.

Twitter: patipenaloza