Los pacientes manifiestan preocupación excesiva por la apariencia física
Son personas que prefieren estar muchas horas en el gimnasio antes que ir con los amigos
Jueves 26 de diciembre de 2013, p. 33
La obsesión por mantener un cuerpo de Hércules o Aquiles mediante largas jornadas en el gimnasio es conocida como dismorfia muscular y se le considera un trastorno mental que afecta muchos ámbitos de la vida social, personal y hasta económica de quienes lo padecen.
La también llamada vigorexia es un trastorno mental, según la edición del quinto Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5, por sus siglas en inglés), en el que se le ubica dentro de los trastornos dismórficos corporales, caracterizados por la preocupación excesiva por la apariencia física.
Información dada a conocer por la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) señala que un reciente estudio de la imagen corporal ha revelado que mientras alrededor de 80 por ciento de las mujeres buscan la delgadez, 50 por ciento de los hombres quieren reducir de peso porque consideran que tienen sobrepeso u obesidad y otro 50 por ciento quisieran aumentar su masa muscular. Otras investigaciones muestran que 10 por ciento de las personas que levantan pesas o están dedicadas al fisicoculturismo pueden padecer dismorfia muscular.
Rosalía Vázquez Arévalo, investigadora de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM, señaló que los hombres con dismorfia muscular –padecimiento que también es conocido como complejo de Adonis– tienen compulsión por el ejercicio, el cual pueden realizar durante cinco horas diarias sin ser deportistas, alteran su alimentación y distintos aspectos de su vida se ven afectados, uno de ellos, el social.
Son personas que prefieren estar muchas horas en el gimnasio antes que ir con los amigos; incluso algunos han perdido relaciones interpersonales, evitan asistir a reuniones sociales porque mucha de la comida que se ofrece tiene grasa y ellos evitan este componente; lo que quieren es el tejido magro.
El trastorno suele presentarse entre los 15 y los 37 años de edad, aunque se han reportado casos de varones de 60 años que lo padecen. Quienes viven con éste desarrollan aislamiento y se sabe que en algunos casos después de una ruptura amorosa es que empiezan a realizar ejercicio compulsivamente.
La académica universitaria afirmó que uno de los problemas relacionados con este trastorno es la baja autoestima. De hecho, muchos de los hombres que lo presentan buscan tener masa muscular porque dicen sentirse pequeños o débiles.
Conforme la obsesión por la imagen corporal avanza, los hombres con dismorfia muscular empiezan a presentar conductas nocivas para su salud. Por ejemplo, realizan ejercicio excesivo aunque estén lesionados y sin haber consultado previamente a un médico. Por otra parte, pueden consumir esteroides anabólicos, ya que pretenden aumentar su masa muscular, aun con el riesgo de desarrollar afecciones cardiacas que los lleven a la muerte súbita.
A diferencia de Estados Unidos, donde el consumo de anabólicos está prohibido, en Europa y México la legislación no es muy clara al respecto y la mayoría de las veces se obtienen de manera ilegal.
Vázquez Arévalo explicó que, de acuerdo con sus investigaciones, hasta 15 por ciento de los usuarios de gimnasios llegan a presentar riesgo de vigorexia. Hemos visto que son personas perfeccionistas; finalmente vivimos en una sociedad que lo promueve, pero existe el perfeccionismo positivo, que es aquel que te lleva a alcanzar tus metas, a superarte, y el negativo que te obstruye y en donde te pones una meta que es inalcanzable
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Una investigación del grupo de Vázquez Arévalo sobre imagen corporal en los varones encontró que para que los hombres se sientan satisfechos no sólo basta estar en un peso normal, sino hacer ejercicio y tener un cuerpo marcado.
Esta cultura está permeada por un culto al cuerpo increíble, en hombres y mujeres. Se piensa que la gente entre más delgada es más saludable, y eso no necesariamente es cierto. El bajo peso está asociado a mayores infartos o problemas de desnutrición severos. Parece que somos sólo cuerpo y éste debe estar perfecto; descartamos nuestra inteligencia, sentimientos y otras habilidades. Debemos aceptarnos y buscar un cuerpo saludable de acuerdo con nuestras características
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