Las muertes de Cory Monteith y Paul Walker conmocionaron a sus seguidores por trágicas
Joan Fontaine, Sara Montiel, Alfredo Landa y Bigas Luna, otras de las pérdidas del séptimo arte
El mundo de la música lloró a Lou Reed, Bebo Valdés y Georges Moustaki
Jueves 26 de diciembre de 2013, p. 7
Buenos Aires, 25 de diciembre.
En un año en que el cine, la televisión, la música y la literatura perdieron grandes figuras, hubo tres muertes que sacudieron a la opinión pública por lo inesperadas y trágicas: la de la estrella de Los Soprano, James Gandolfini, la del joven actor de Glee, Cory Monteith y la de Paul Walker, protagonista de Rápido y furioso.
La muerte de Gandolfini de un ataque al corazón a los 51 años en Roma conmocionó a sus seguidores en todo el mundo, quienes lo seguían con devoción desde que encarnara al carismático jefe mafioso Tony Soprano en la exitosa serie de televisión. El actor estadunidense de origen italiano había terminado de filmar Enough said (Nicole Holofcener), su debut en la comedia romántica, que se estrenó de forma póstuma.
No menos sorpresiva fue la muerte del joven actor canadiense Cory Monteith, de 31 años, uno de los protagonistas de la serie de televisión musical Glee, quien fue hallado sin vida en una habitación de hotel. Poco después, la autopsia determinó que había muerto por una sobredosis de drogas y alcohol.
En tanto, el estadunidense Paul Walker, famoso gracias a la saga de carreras Rápido y furioso falleció irónicamente en un accidente automovilístico en California, cuando tras chocar se prendió fuego el coche en que viajaba. Tenía 40 años.
Hollywood perdió, además, a una de sus más legendarias figuras, Peter O’Toole, el excéntrico e idealista coronel británico del megaéxito de los años 60 Lawrence de Arabia.
El actor irlandés murió a los 81 años en Londres tras una larga enfermedad, dejando un legado de más de 50 películas, entre ellas Goodbye Mr. Chips y Qué hay de nuevo, Pussycat.
Esther Williams brilló con sus coreografías
La ciudad de las colinas también despidió a Joan Fontaine, protagonista de Rebecca, la primera película del británico Alfred Hitchcock en Estados Unidos, y dijo adiós a su sirena, Esther Williams, quien brilló con sus coreografías en los musicales acuáticos de los 40 y 50.
España lloró en 2013 a una de sus más grandes figuras, la actriz y cantante Sara Montiel, la primera española en trabajar en Hollywood y símbolo sexual de las décadas 50 y 60.
Saritísima, quien protagonizara películas como La violetera y El último cuplé, murió a los 85 años y tuvo una despedida digna de una estrella, con cientos de personas apostadas en La Gran Vía de Madrid que arrojaron flores y gritaron vivas al paso de su féretro.
Apenas un mes después falleció a los 80 años el actor español Alfredo Landa, creador de un subgénero de la comedia de enredos bautizada como landismo, quien trabajó a las órdenes de Luis García Berlanga, José Luis Garci o Mario Camus, entre otros.
El cine español también lamentó la muerte del erotómano Bigas Luna, director de filmes como Jamón jamón (con unos jovencícismos Javier Bardem y Penélope Cruz, antes de ser pareja), Son de mar y La teta y La luna, quien murió de cáncer a los 67 años.
En tanto, el mundo de la música se sorprendió un domingo de octubre con la muerte de Lou Reed, ex líder de Velvet Underground, a los 71 años, tras complicaciones derivadas de un trasplante de hígado. El músico estadunidense de biografía turbulenta, compañero de andanzas de David Bowie e Iggy Pop en los 70, forma ya parte del panteón del rock gracias a canciones como Walk on the wild side, Perfect day y Satellite of love.
Lejos de su Cuba natal, en Suecia, murió a los 94 años el pianista y compositor Bebo Valdés, una de las figuras más importantes del jazz latino y de la época dorada de la música cubana –padre del también músico Chucho Valdés–, quien vivía en España.
También en España falleció a los 82 años Manolo Escobar, uno de los más importantes referentes de la música popular española, quien cantó desde El porompompero hasta la famosísima Y viva España.
Algo más al norte, en París, falleció a los 79 años el cantautor francés Georges Moustaki, mientras en Roma se apagó la vida de Jimmy Fontana, cantante de la tantas veces interpretada canción romántica Il mondo, a los 78 años.
En tanto, en el mismo año en que una mujer, la canadiense Alice Munro, obtuvo el Premio Nobel de Literatura, murió a los 94 años la británica Doris Lessing, quien ganó el premio más importante de las letras en 2007. La autora de El cuaderno dorado y La buena terrorista, que se crió en Zimbabue, recibió también el Príncipe de Asturias de las Letras, en 2001.
Dos éxitos de ventas, el británico Tom Sharpe y el estadunidense Tom Clancy, murieron también este año. Sharpe, autor de una serie de novelas que tenían por protagonista al antihéroe Henry Wilt, falleció en España a los 85 años, mientras el estadunidense Clancy, muchas de cuyas novelas como La caza del octubre rojo y Juegos de patriotas fueron llevadas al cine, falleció a los 66 años. Su compatriota Richard Matheson, autor de la célebre novela de ciencia ficción Soy leyenda (también adaptada a la pantalla grande), perdía asimismo la vida a los 87 años.
Latinoamérica, por su parte, despidió al colombiano Álvaro Mutis, radicado en México, Premio Cervantes en 2001 gracias a sus poesías y novelas como La mansión de Araucaíma e Ilona llega con la lluvia, quien murió a los 90 años en su país adoptivo. Y 2013 fue también el adiós del comprometido José Luis Sampedro (La sonrisa etrusca).
Falleció en abril a los 96 años dejando huérfanos a los indignados
, que dos meses antes habían perdido al francés Stéphane Hessel.
Las artes plásticas, en tanto, lamentaron la muerte del argentino León Ferrari, quien hace casi 10 años se había enfrentado a Jorge Bergoglio, mucho antes de que se convirtiera en el actual papa Francisco, y entonces arzobispo de Buenos Aires, por una muestra de su obra en la que, entre otras cosas, pequeños Cristos saltaban de una tostadora y un grupo de santos eran freídos en una sartén.