Batalla en el Auditorio Nacional
e nuevo los espadazos. Desde el 18 hasta ayer, 22 de diciembre, una vez más ratones y soldados comandados por el Cascanueces libraron tremenda batalla, como el 18 de diciembre de 1892 en la enorme Rusia, en el magnífico Teatro Mariinsky de San Petersburgo, cuando nació este hermoso cuento bailado para niños y grandes.
Desde hace varios años este ballet se ha infiltrado principalmente en la imaginación de los niños, a los que les encanta la historia de la niña Clara y el muñeco de madera vestido de militar, nacido para romper las nueces, que su padrino, Herr Drosselmayer, lleva de regalo a su ahijada y al hermanito de ésta en Nochebuena.
Así, padres, niños, niñas, y grandulones pasaron una velada magnífica en el Auditorio Nacional, con la historia de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, adaptada al ballet, con la maravillosa música de Piotr Illich Tchaikovsky y la coreografía del incomparable Lev Ivanov.
La festejada Compañía Nacional de Danza (CND), con sus flamantes 50 años, fue la encargada de contar, bailando con todas sus ganas, esta maravillosa historia a la que los años no le molestan y cada día es más simpática y tiene más público.
Esta obra ha sido bailada por innumerables estrellas del ballet de todos los tiempos, pues está tan bien diseñada en su lenguaje corporal con la técnica más pura del ballet clásico, con su vestuarios y personajes, que no es poca la gente que no para de moverse en su asiento, llevando el ritmo de los pasos de los artistas y quizá no son pocos los menores que se imaginan en el escenario.
El Cascanueces tiene danzas tan bonitas que muchas grandes, y no tan grandes estrellas del ballet, pueden tener en su repertorio, cualquiera de ellas, en especial el pas de deux, o de parejita, del Hada de Azúcar, hermosa y gentil anfitriona del país de los sueños y de los dulces, adonde lleva a Clara a turistear un buen rato.
Las parejas de bailarines pueden también competir en los concursos de ballet con el pas de deux del Hada de Azúcar; es perfecto, majestuoso. En su estructura lleva la elegancia y solidez de los reyes de los cuentos. La niña Clara, acompañada de un guapísimo príncipe, que puede ser el Cascanueces convertido en galán en los sueños de la pequeña, vive un viaje por varios países, como si fuera a Oriente y Europa. Los nativos muestran a ella y al príncipe sus danzas. durante el recorrido hacen amigos por todas partes. Qué maravilla.
Hay muchas versiones de El Cascanueces, en las que Clara, por ejemplo, baila el pas de deux del Hada de Azúcar, porque es muy elegante y difícil al mismo tiempo, que sólo las chicas con talento, muy bien entrenadas y que sienten mucho la danza en su corazón, lo pueden interpretar muy bien, arrancando al público ovaciones, y si están en un concurso y lo ejecutan como debe ser, pueden ganar un gran premio o cuando menos un muy buen lugar en la competencia.
Así, la batalla con los ratones, que querían asentarse en la casa de Clara, es tremenda. El Cascanueces, con su pequeña espada y sus soldados, los persigue por todas partes sin darles tregua. El rey de los roedores, panzón y con una pesada corona, pierde la lucha y debe retirarse con sus huestes, seguramente a otra casa menos vigilada por alguien tan gallardo y valiente como el muñeco de madera animado por la vida que el tío de Clara, medio mago, le otorgó.
Para los que no conocen el Cascanueces o lo ven en cada temporada navideña, como siempre hallan muy divertida esta obra clásica, que la CND bien se guarda de conservarla en las mejores condiciones, porque a la gente le encanta. Esta obra debe estar siempre lista en el repertorio, sobre todo ahora que hay una nueva generación de bailarines que viene empujando muy duro, y para la que Laura Morelos, directora de la compañía, tiene muchos planes estupendos.
La música del ruso Tchaikovsky, que seguro no van a olvidar, la pueden coleccionar en su discoteca personal, porque es fabuloso escucharla en cualquier momento, los animará, ya que es muy viva y hermosa.
Este espectáculo ha sido premiado varias veces en el Auditorio Nacional. ¡Felicidades!