Nombrar lo que se va
n el habla a la vez franca y afectuosa de Juan Domingo Argüelles, cuyo más reciente libro, Final de diluvio, fue editado por Ediciones Hiperión y la Universidad Autónoma de Nuevo León, hallamos una voz, si así puede decirse, transparente, no tanto bien colocada (cosa acaso de cantantes) como en su lugar. Y no se trata, creo, de que ella sepa dárselo, sino que nada más en él está.
De tesitura media, que no mediana, el equilibrio pudiera ser –la mayoría de las veces lo es– una de sus virtudes. Dibuja con buen trazo, traza con conciencia de forma y tiende a intuir donde hacer el silencio –ya pasajero, ya último.
Verdad general es, atrevo, que la poesía del libro comentado, aparte de evidentes homenajes, lo mismo a Octavio Paz que a José Alfredo Jiménez, lo mismo a Heberto Padilla que a Aimé Cesaire (Puentes de la palabra), tiene como impulso original honrar, mostrar respeto o fidelidad a alguien, a algo –esto, desde luego, sin olvidar el asombro (Cuaderno del asombro se llama la primera sección del libro).
Tal no excluye cierta ironía, contra sí mismo, contra otros poetas, contra algún anónimo colega, pero tampoco cierta ternura, cierta como sonreída solidaridad. Véanse las páginas 94-97 (de Y todo lo demás es literatura), o Privilegio y desdicha del celoso
, donde el sentido del humor queda más claro, o esta Pequeña gran pérdida
, que su toque conlleva de melancolía: Vino el vino y se fue de mi existencia/ y me dejó la pena de su ausencia.
Sabido es que Domingo Argüelles, versado en el verso libre, no le teme a la estrofa tradicional, al soneto, a la cuarteta, a la rima, al metro –que maneja a su aire, ya en el rigor, ya en la soltura. Una lograda mezcla de ambas posibilidades es Magia de la infancia
, que dedicado a su sobrina nieta puede ser leído, ¿exagero?, como un homenaje al lector: Tu presencia es mágica./ No hay luna. No hay sol./ Pero tu corazón/ ilumina esta página.
Donde las rimas están tan bien puestas que se diluyen, casi se invisibilizan.
Vuelta a la página
, de la sección del mismo nombre, es otro excelente poema, junto con Flores para Albino
, La cumbia de Luz Elena
, Sólo el dolor es real
(de la sección también así llamada), los homenajes a los poetas, los haikús, Mi casa
…
Final de Final de diluvio
: Todo se transfigura poco a poco/ incluso las palabras/ que nacen nuevamente/ para poder nombrar lo que se va.