El eclipse de la izquierda
e aprobó la reforma energética. Se reformaron los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. La Cámara de Senadores fue un tímido reflejo de ilusoria Cámara de los Lores. En mal español, para colmo. El esperado debate se redujo al recuento de opositores en el reducido cerco que, por un instante, trajo a la memoria el sitio pacifista de los 60 que intentó poner en órbita al Pentágono en un gran acto de voluntad colectiva.
El resto es silencio. Enrique Burgos sobrio y en tono queretano ajeno al combativo de los constituyentes que en su tierra nos dieron la Constitución de 1917. Los debates, tocata y fuga
. La izquierda ausente, atenta a lo que sucedía en las afueras, a lo que se dijera que dijeron Martí Batres y el primogénito del líder Andrés Manuel. Si acaso, el tono de indignación de Manuel Bartlett. O la lectura en voz alta, como de cofrade de convento medieval, que hiciera en la tribuna Manuel Camacho Solís: Recitó, repitió palabra por palabra el mensaje a la nación de Lázaro Cárdenas, el gran expropiador. No recuerdo, o nada dijeron los voceros en espera de que saliera a escena el recién designado heraldo de Enrique Peña Nieto, si hubo algún senador del PRI que abandonara el salón de sesiones. No lo creo. No abundan quienes prefieran la compañía de Catón en la cárcel a la de César en el Senado.
Se vota, se cuentan los votos y se envían los documentos a San Lázaro, al pomposo Palacio Legislativo que diseñó Pedro Ramírez Vázquez, sede de la Cámara de Diputados, donde nunca pudieron concluir las obras para que lo fuera también del Senado. El pacto y las posibilidades infinitas de concertar la acción de la derecha, la izquierda y el multifacético, indescifrable, indefinido, PRI. La órbita irregular del que fuera partido hegemónico, deja ver a Gustavo Díaz Ordaz en la longitud de extrema izquierda del satélite, mientras en el rostro oculto de la luna bailan los polkos del tercer milenio, al son de conjuntos gruperos y del dólar sacrosanto. Pero el pacto permitía al PRD subir a la tribuna y emular a Graco. No a Ramírez, a los romanos. El coordinador de la bancada perredista es el michoacano Silvano Aureoles. Se ve en el espejo y admira la presencia del futuro gobernador de Michoacán. Vanidad de vanidades...
El día señalado para el debate histórico de la reforma energética, Aureoles desayunó en elegante hotel trasnacional, en compañía del coordinador panista, Alberto Villarreal, y del líder priísta, Manlio Fabio Beltrones. En San Lázaro, los bárbaros a la puerta. No en las afueras, sino al interior del salón de sesiones. Y tiraron pa’l monte; hicieron lo que tantas veces han hecho desde el momento en que Ernesto Zedillo cedió la mayoría en la Cámara de Diputados y tomó insana distancia del PRI para que Vicente Fox los echara de Los Pinos: ¡Tomaron la tribuna vacía! ¡Bloquearon las entradas al salón para dejar afuera a los de la derecha! Al PAN y al PRI, incómodos compañeros de lecho a los que ese aislamiento convirtió en cónyuges. La izquierda, un grupo parlamentario progresista que abrazó la vía democrática reformista y desconoce, o se olvidó de las normas que rigen el quehacer parlamentario.
Manlio Fabio Beltrones, dicen, se molestó con el aspirante michoacano. Lo que cuenta es que de inmediato reunieron a la mayoría en un salón y, ya sin necesidad de dar la tribuna a la izquierda para que defendiera su posición y se opusiera a la reforma, según habían acordado, simplemente votaron, contaron los votos, sumaron la mayoría calificada que la norma demanda y aprobaron la reforma. Afuera, el cerco servía de coro griego en la tragedia del eclipse de la izquierda que se encerró, se ocultó tras las cómicas barricadas de curules, para que brillara la derecha panista y la derecha del PRI no se preocupara por la distante posibilidad de que uno de los suyos se negara a ser mozo de estribo de los que fundaron el PAN para oponerse a la política social de Lázaro Cárdenas; al nacionalismo revolucionario. Hace unos días, la izquierda de los lamentos en el Senado, aplaudió la entrega de la Medalla Belisario Domínguez a Manuel Gómez Morín, fundador del PAN.
Ni un minuto de silencio. En Chiapas, Querétaro, Veracruz, estado de México, Baja California Sur, Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Jalisco, Sonora, Campeche, Coahuila y Nayarit ya aprobaron las reformas a los artículos 25, 27 y 28 constitucionales. Se requiere la aprobación de 17 congresos locales. En 23 entidades son mayoría los diputados del PRI y el PVM; en tres, el PAN; y también en tres, el PRD. Sumando sus votos, el PRI y el PAN hacen la mayoría en 22 estados. La alianza PAN-PRD duró la víspera en Puebla; y en Tlaxcala, el PRD es mayoría pero la suma de PAN y PRI da para aprobar la reforma. Manuel Velasco se adelantó al grito de ¡todo México es Chiapas! Rafael Moreno Valle también abueleó
: quiere ser gobernador de Puebla.
A Jesús Zambrano y Jesús Ortega, en la oscuridad por el eclipse de la izquierda, les queda en Tabasco un rayito de luz, no de esperanza: Arturo Núñez. Y la izquierda vaga sin rumbo, ajena al imperativo del mercado petrolero, sin más guía que las palabras de Cuauhtémoc Cárdenas de condena a las reformas que privan a Pemex de carácter estratégico. El hijo del Tata llama a sumar las voces de la mayoría de los mexicanos en la consulta popular por venir; y sobre todo, a organizarse para las elecciones de 2015 y obtener la mayoría indispensable para revertir la reforma recién aprobada.
En Los Pinos, Enrique Peña Nieto se reunió con los diputados del PRI en acto de reconocimiento a su tarea y al oficio político de Manlio Fabio Beltrones. Pero ninguna de las reformas legislativas ha sido puesta en operación. Y la ausencia de tareas políticas ha multiplicado el activismo opositor. Hoy domingo vuela a Estambul, en visita de Estado pospuesta que ahora podrá cumplir y reunirse con el primer ministro Recep Tayyip Erdogan. Pero en México los jóvenes turcos del pacto cedieron la primacía a la derecha en la más arriesgada de las reformas, la energética.
Pemex produce 2 millones 940 mil barriles de crudo diarios. En 2004, producíamos 3 millones 850 mil. Hoy exportamos menos de un millón de barriles a Estados Unidos, esto es 0.9 millones de barriles de crudo. Y les compramos, importamos gasolinas y gas natural, por valor equivalente a 0.8 millones de barriles: nuestras exportaciones netas suman 0.1 millones de barriles de crudo. Y, según The Wall Street Journal del 12 de diciembre, México se convirtió en marzo de esta año, así fuera brevemente, en importador neto de energía.
De dónde saldrán las enormes inversiones para asociarse con Pemex en contratos de utilidades compartidas, si la Royal Dutch Shell, Conoco Phillips y Exxon presionan para que Estados Unidos derogue la prohibición de exportar crudo, vigente desde el embargo de la OPEP en 1973. Y las nuevas tecnologías permiten la extracción de hidrocarburos en aguas profundas, depósitos arenosos y sistemas rocosos sólidos, en abundancia tal que supera la demanda y presiona los precios a la baja.
Hay que enfrentar la realidad: el diablo nos escrituró los veneros de petróleo. En la abundancia, pero aumenta también la demanda; el mundo consumirá 35 por ciento más energía en 2040 que en 2010, debido a la creciente población y mayores ingresos en India, China y otros países en desarrollo.
Eso necesitamos, economía en crecimiento y empleos dignos: el poder adquisitivo del salario (en México) cayó 72.8 por ciento en 36 años.
Tres sexenios de austeridad fiscal y de hambre para los de abajo.