Sábado 14 de diciembre de 2013, p. a16
Dos discos nuevos de Arvo Pärt. Albricias.
En los estantes de novedades discográficas esplenden dos joyas que iluminan el entorno, nuestro interior y la era entera que transcurre: Adam’s Lament, producido por Manfred Eicher bajo el sello alemán ECM, y Cantique, gracias a la disquera Sony Classical.
Se trata, en el primer caso, de las obras más recientes del compositor vivo más importante en el mundo, el estoniano Arvo Pärt. El segundo disco contiene su portentosa Tercera Sinfonía, más dos inéditos.
El primero de estos discos lleva el título de la obra que trajo Arvo Pärt a México hace 14 meses: Adam’s Lament y había salido a la venta en Alemania dos semanas antes de la llegada a nuestro país del compositor, acompañado por los músicos que grabaron ese álbum, bajo la batuta de su inseparable amigo Tönu Kaljuste.
Contiene nueve obras, las dos últimas son canciones de cuna: Estonian Lullaby, con la que terminó el primero de sus conciertos en México, realizado en León, Guanajuato, con el autor en escena bromeando como niño, pues hizo el mohín de quedarse dormido cuando terminó de sonar esa linda canción de cuna.
Arvo Pärt, por cierto, no da entrevistas, pero en esa ocasión cumplió la regla con la excepción y concedió una entrevista a La Jornada (http://goo.gl/VALbjh) además de cinco días de una intensa, inolvidable convivencia (http://goo.gl/V9vD9j).
Como no existen las casualidades, sino las causalidades, este disco llega a México en vísperas de la Navidad y justamente termina con una hermosa Christmas Lullaby.
Adam’s Lament, explica el propio Arvo Pärt, parte de la base fundamental de un texto de Staretz Silouan y ese texto es independiente de nosotros; está a la espera de nosotros. Y cada uno de nosotros tiene su propio momento. El encuentro ocurre cuando el texto no es tratado más como literatura u obra de arte, sino como un punto de referencia, como un modelo
.
La obra, que constató el público que asistió a alguno de los tres conciertos de Arvo Pärt en México, es conmovedora. Posee una intensidad escondida tras el arte de conectar dos o tres notas, donde yace un misterio cósmico
, como dijo a La Jornada durante una de las cinco jornadas de convivencia con el compositor estoniano.
La siguiente obra del nuevo disco de Arvo Pärt, Salve Regina, explicó: Me permitió experimentar con la acústica natural de la Catedral de Essen, donde dispuse de manera espacial cuatro coros: uno de niños, otro de hombres, otro de mujeres y uno mixto, todos en círculo. El resultado me resultó conmovedor: la expresión sublime del canto en conjunto, que es la manera más intensa de estar juntas las personas, de la vida en comunidad, de una experiencia comunitaria, íntima
.
La siguiente obra es doble: Beatus Petronius y Statuit ei Dominus, escrita originalmente para dos coros y dos órganos de catedral, precisamente los de la Basílica de San Petronio, en Bolonia y también es un estudio de acústica y de la condición espacial de la música, que el productor alemán Manfred Eicher con su genio capturó y nos lo transmite a través de las bocinas.
Siempre, estamos ante una obra de dimensiones espirituales catedralicias, como en el borde de una extensión interminable del espacio, un borde emocional y sicológico parecido a la sensación, o bien al concepto del Norte del planeta. En palabras de Don DeLillo: el borde de esa inmensidad síquica, otro mundo de hielo y tiempo e introspección invernal
.
Cálida, por cierto, la introspección que nos despierta la música de Arvo Pärt, un estado del alma en paz, un estado permanente de serenidad.
Antes de las dos Canciones de cuna finales, hay otras dos estaciones para el éxtasis: Alleluia-Tropus, obra maestra de la observación de lo arcaico desde la repetición de notas y de pensamientos, a manera de mantra, flujo lumínico e interrupciones a manera de relámpagos. En tanto, L’Abbé Agathon es un estudio musical acerca del amor incondicional: Arvo Pärt recurrió a un texto antiguo que narra la historia de Agathon, un santo que cuidaba a los enfermos de lepra. Un buen día cargó sobre su espalda a uno de ellos, lo cuidó, le procuró todo lo que le pedía y al final se percató de que en realidad se trataba de un ángel, enviado por Dios para probarlo. A pesar de la ironía intrínseca de esta historia, uno escucha a los mismísimos ángeles cantar en esta obra.
Los dos inéditos que vienen en el otro nuevo disco en México de Arvo Pärt son también obras para coro y orquesta, dirigidas por Kristjan Järvi, hijo del eminente Neeme Järvi, compañero de ruta de Arvo Pärt, pues mientras Järvi dirigía la Orquesta de la Radio y Televisión de Estonia, el joven Arvo era un eminente ingeniero de sonido, experto en grabar discos. Es por eso que siempre vemos a Arvo Pärt caminando detrás de Manfred Eicher (http://goo.gl/J46rfk) cuando grabaron el disco Adam’s Lament.
Erigido en ángel guardián de otro ángel.
Ambos, Part y Eicher, nos cubren con el manto de sus alas con esa música de ángeles que ambos elaboran.