El director Roberto Sosa coordina la tradicional obra de Tepotzotlán que cumple 50 años
La pastorela, muro de contención cultural contra santacloses y renos
“Amenazan con robar su historia a futuras generaciones”, señala
En la era tecnológica, nunca ha tenido algo tanta relevancia para conservar la esencia humana
, dice Héctor Bonilla
Viernes 13 de diciembre de 2013, p. 7
A diario, México libra una batalla por su identidad, afirma el director Roberto Sosa, quien está convencido de que expresiones como la pastorela representan hoy más que una tradición. “Es un muro de contención cultural y patrimonial contra los santacloses, renos y jingle bells que permean las fiestas decembrinas, y con ello amenazan con robarle su historia a futuras generaciones”, afirmó.
El director teatral celebró que la tradicional pastorela de Tepotzotlán cumpla 50 años de presentarse de manera ininterrumpida cada diciembre, reuniendo para su montaje a los habitantes de la comunidad del estado de México
Es una aventura que comenzó en 1963 a iniciativa de Jaime Saldívar y José Solé, y que ha permanecido por su calidez en el gusto del público. Tomé las riendas hace unos años y ha resultado una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida, tanto que ahora la hacemos prácticamente en familia con mi hijo Roberto Sosa, Sergio Bonilla, Evangelina Sosa y con grandes amigas como Cecilia Toussaint
.
Símbolos intocables
Entrevistado después de la develación de la placa conmemorativa por los 50 años de este espectáculo, ceremonia en la que estuvo también presente el actor Héctor Bonilla, quien personificara hace más de 45 años, en ese mismo espacio, al arcángel Gabriel, Roberto Sosa dijo estar convencido de que contra las fuerzas globalizadoras hay símbolos que son producto del mestizaje que son intocables.
La pastorela es uno de ellos, no importa cuántas figuras inflables de ese señor barbón vestido de rojo se vendan en Walmart, la gente sigue viniendo a ver pastorelas por algo, quieren escuchar esos cantos, esos diálogos chispeantes, probar el tejocote en el ponche, los tamales, oler la pólvora de los fuegos pirotécnicos; todo eso no puede ser etiquetado y comercializado, es tradición pura, y muy probablemente será lo que nos salvará a futuro como sociedad
, dijo Sosa.
Para este montaje que se realizará hasta el 23 de diciembre en homenaje a Jaime Saldívar se ha reunido también a la Banda de Coyotepec de Rodolfo Solano, al mariachi Tepotzotlán de Alfonso Silva y los fuegos artificiales de Tultepec de la familia Cortés.
Lo más grato para nosotros es la participación de la propia comunidad de Tepotzotlán en el espectáculo; vemos a padres, madres, abuelas y nietos involucrarse con gran profesionalismo en los ensayos. Hay un caballo y un borrego recién nacido en escena; la gente ve un espectáculo vivo, donde lo más importante es lo humano, no lo tecnológico
, señaló Roberto Sosa.
Héctor Bonilla también recordó sus andanzas en Tepotzotlán desde mediados de los años 70, cuando tenía que usar el traje dorado del arcángel Gabriel, el casco y la espada.
“Lo curioso es que ahora que veo a mi hijo –Sergio Bonilla– interpretar al mismo personaje, me doy cuenta de que el vestuario es el mismo, ha sido preservado por la comunidad a través de las décadas para dar continuidad a la tradición. Es extraño y a la vez formidable tener esa referencia del paso del tiempo a través de una expresión”.
El actor coincide con el director Roberto Sosa en señalar que más allá de un mero espectáculo la pastorela es un patrimonio cultural en un mundo donde la globalización y lo digital avanzan irrefrenables.
En la era de la computadora se está perdiendo el tacto, el gusto, la vista, el olfato para comunicarnos, de ahí que resulte vital mantener estas tradiciones para esos mutantes que navegan entre el mundo real y el mundo virtual, que son nuestros descendientes; nunca ha tenido algo tanta relevancia para conservar la esencia humana en el futuro
.
La tradicional pastorela de Tepotzotlán se presenta en el patio de la Hostería del Convento de Tepotzotlán.