El compositor recibió el galardón en el área de Artes y Tradiciones Populares
Tengo obras sobre todos los sentimientos, entre ellas algunas fúnebres, pero lo más poderoso es el júbilo y por eso he creado muchos sones y jarabes, explica el compositor a La Jornada
Sin instrucción formal, ha escrito más de 400 piezas inspirado en la vida cotidiana
Viernes 13 de diciembre de 2013, p. 2
La honestidad de su mirada es lo primero que atrapa del compositor Narciso Lico Carrillo (Oaxaca, 1956). Lo mismo ocurre con el color indefinible de sus ojos. No terminan por ser ambarinos, verdes o grises, sin embargo adquieren una fogosidad arrebatadora cuando habla de música, su pasión y su vida, como él mismo señala.
Con mi música, lo que quiero es dar alegría a mi pueblo, dejar por un momento de lado las tristezas. Por ejemplo, cuando me siento mal o medio enfermo, me pongo a escribir y se me olvida todo malestar. Lo que he notado es que la música es como una medicina
, destaca.
También hago y tengo piezas tristes, porque la música habla de todo lo que nos pasa a las personas. Tengo obras de todos los sentimientos, entre ellas algunas fúnebres. Pero el sentimiento más poderoso para mí es la alegría,y por eso he hecho muchos sones y jarabes
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Modesto en el trato y de habla sucinta, el maestro se dice muy honrado por recibir un premio tan importante como el Nacional de Ciencias y Artes en el área de Artes y Tradiciones Populares.
Me sentí muy contento cuando me hablaron por teléfono para darme el mensaje. Gracias a todos los músicos, a todos los que me rodean, a toda la gente, porque han confiado en mí. Es un premio para todos, no sólo mío
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Impulso a niños músicos
La entrevista de Narciso Lico con La Jornada tuvo lugar hace unos días en la ciudad de México, adonde de forma casual acudió como responsable de 10 niños músicos del estado de Oaxaca que participaron en el multitudinario concierto con el cual el gobierno federal presentó el Programa Música en Armonía, en el Auditorio Nacional.
Esos infantes forman parte de la Banda Infantil y Juvenil del Estado de Oaxaca, la cual fue fundada de manera independiente por el compositor hace un año como una manera de proporcionar a los pequeños de las ocho regiones de la entidad algo de lo que él careció: educación musical formal.
No vengo de una familia de músicos. Mis padres son campesinos y eso es algo que yo también hice mucho tiempo: me dediqué al campo. Pero ya no soy el único músico de la familia, pues mis cinco hijos también están metidos en esto
, dice con orgullo.
Narciso Lico nació en San Ildefonso Villa Alta, pueblo localizado al noroeste de Oaxaca, a 140 kilómetros de la capital de la entidad. Aprendió música en el pueblo Melchor Betaza, aunque no con fines artísticos, sino como una forma de tequio, palabra de origen náhuatl con la que se designa una forma organizada de trabajo de beneficio o interés colectivo.
Me fue gustando y comencé a practicar más y así. Mi primer instrumento fue el bombo, porque yo era el más flojo de la banda, pero ya poco a poco el maestro me fue dando más instrumentos y así aprendí varios de aliento
, recuerda.
Mi primer trabajo como músico fue cuando ingresé a la banda del gobierno del estado, en 1974, donde estuve hasta 1980, y allí comencé a formar bandas en los pueblos. Después de eso me vine a la ciudad de México, donde trabajé en la Sinfónica del Ejército; también en la dirección de Música de Bellas Artes, como copista. Además, me invitaron los de la danzonera Acerina, donde toqué la trompeta
.
Ya para su llegada a la capital de la República, el músico había compuesto algunas piezas. Ello, sobre todo a partir de que en los pueblos se dedicaba a transcribir las partituras que utilizaban las bandas en las festividades. Sin embargo, su trabajo como copista en Bellas Artes fue fundamental para afinar su imaginario creativo.
En ese ámbito conoció a los ya fallecidos compositores Blas Galindo y Manuel Enríquez, de quienes, dice, lo más importante que aprendió fue que en la música no deben existir envidias, que uno debe hacerla para todos
.
Por eso poco le preocupa que la de escribir papeles
, como denomina a su profesión, no sea una tarea del todo bien remunerada en términos económicos. “Gracias a Dios he sobrevivido, pero decir que vivo bien de la música, pues no. Aunque me gusta mucho mi trabajo y para mí eso es suficiente.
“Cuando hay gente que me encarga una obra no puedo cobrar mucho, porque se piensa que este es un trabajo sencillo y no. Hay obras que me llevan hasta dos o tres meses. Pero eso no me preocupa, me conformo con lo que la gente pueda darme.
Me han dado algunos reconocimientos, pero yo también valoro mucho que los pueblos en los que he andado la gente me conoce y aprecia mucho. Llego a un pueblo y me dan una taza de café y una tortilla, y eso me hace sentir contento con lo que hago
.
Por construir escuela de música
Para Narciso Lico no hay situación que se compare a la de llegar a un lugar y escuchar que una banda toca una de sus obras. Es uno de los momentos más felices de mi vida, siento muy bonito y es cuando digo que debo hacer más, mucho más; escribir mucho más música, y así seguiré haciéndolo hasta que pueda
.
Es un compositor prolífico, pues a la fecha cuenta con más de 400 obras registradas. La mayoría de ellas son sones y jarabes, que es lo que más se toca en las festividades oaxaqueñas, pero también tiene valses, fantasías, oberturas, swings y boleros.
Su fuente de inspiración es la vida cotidiana y aquellas ideas que de forma súbita irrumpen en su mente. Sin embargo, es un profesional disciplinado que trabaja diario de sol a sol. “Aunque no he estudiado música, ésta llega a mi mente; de repente estoy sentado y pienso y de allí sale. Los sonidos me llegan a la cabeza.
En un principio, cuando comenzó a escribir, sí tenía que agarrar un instrumento para sacar las notas, pero poco a poco fui tomando práctica y ahorita es nomás estar pensando y escribiendo. Empecé a componer entre 1977 y 1978
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Sin pecar de vanidad, Lico Carrillo asume que para él hacer música es una labor más o menos sencilla y la equipara con escribir una carta, en la que cada nota es como si pusiera parte de lo que siente en ese momento.
De entre su abundante catálogo, no puede decir que cuenta con una obra consentida o preferida: “Todas son muy importantes para mí, aunque estoy consciente de que la gente es la que escoge. La obertura Identidad es la que he escuchado que tocan más”.
Y cierra la plática, antes de dar un fuerte y agradecido estrechón de mano: La verdad es que no me da coraje ni tristeza cuando no me pagan. Me da mucha alegría que a la gente le guste lo que hago y lo toquen. Porque, ¿de qué me serviría hacer tanta música si la tuviera yo por allí escondida?
Narciso Lico comienza a caminar rumbo hacia su habitación en el hotel y de súbito regresa para volver a clavar la franqueza de su mirada y decir que si le permitieran pedir algo a las autoridades es apoyo para una escuela de música.
El terreno ya lo tenemos, nos lo donaron en un pueblo, Santana del Valle; son cinco hectáreas. Ahora nos falta el dinero para comenzar a construir, algo en lo que me está ayudando Martín Vázquez Villanueva
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