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Madiba y su camino hacia la libertad

Miles llegaron en grupos al estadio de Johannesburgo

Cantos y bailes unen al pueblo en memoria del líder sudafricano

Empiezan hoy tres días de homenaje ante el féretro en Pretoria

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Fueron numerosas las muestras de aprecio al líderFoto Ap
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Mandla Mandela, el mayor de los nietos de MadibaFoto Reuters
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Tu sacrificio es la luz que nos guía, se leía en carteles de miembros del CNAFoto Reuters
Enviada
Periódico La Jornada
Miércoles 11 de diciembre de 2013, p. 9

Johannesburgo, 10 de diciembre

Aquí la gente no llora. Nelson Mandela liberó a este país y esa libertad se le agradece cantando y en un baile incesante con un sentido sincopado, perfecto, tribal y festivo.

Un homenaje que propició además el insólito e histórico hecho de lograr el saludo y un cortés intercambio de impresiones entre el presidente de Cuba, Raúl Castro Ruz, y el jefe de la Casa Blanca, Barack Obama.

Ambos fueron convocados por los deudos del líder y el gobierno de Jacob Zuma para formar parte de los 15 oradores entre familiares, compañeros de lucha y líderes mundiales, para dejar testimonio de frente a quienes sin cesar repetían Nelson Mandela, Nelson Mandela, nadie como tú.

Todo es para Madiba, aunque el cuerpo de él no está aquí para el homenaje donde se congregan personajes tan variados, admiradores de Mandela, como el cantante Bono, la actriz sudafricana Charlize Theron, la modelo Naomi Campbell y la conductora Oprah Winfrey.

Será hasta mañana miércoles en Pretoria, capital política de Sudáfrica, cuando se realizará durante tres días una procesión ante el cuerpo de Madiba, y en lo que en el rito católico se conoce como capilla ardiente la gente de su pueblo llegará a darle el adiós ante su féretro.

El sábado no se tienen programadas actividades públicas en esta larga despedida y su sepultura se realizará el domingo en Qunu, la aldea donde Mandela creció.

Reconocimiento a su viuda

En esta ceremonia sin el cuerpo del líder, la representación y figura ovacionada por los miles de asistentes fue su viuda Graça Machel. Pero todo en Sudáfrica hoy es Madiba, el padre de un país cuya lucha pudo poner fin a la segregación racial, y a quien dan reconocimiento y honra y despiden con ese canto en zulú de rebelión, entonado desde los tiempos de esa gesta: Tambo, dije a Botha que liberen a Mandela, Mandela va a salir libre.

Varias horas antes del inicio del servicio en su memoria, miles han llegado desde todos los puntos de esta, la capital económica de Sudáfrica. Por lo general lo hace en grupos superiores al medio centenar, y no proclaman, como pudiera pensarse, oriundez o barrio. Llegan con aquel o con otros: Viva, hacia adelante, no te detengas, es uno de ellos. Son casi todos hijos de la lucha de Mandela. Y vienen los viejos, aquellos en los cuales el apartheid se ensañó en humillación y maltrato, desprecio racial, explotación.

Pero ante todo están aquí los herederos de Madiba. Miles y miles de jóvenes que se arrebatan la palabra cantada, que se contonean felices ante ellos mismos o ante cualquier extraño para presumir esa libertad que hoy, declaran a los cuatros vientos, pueden traducir en estudios, empleos en cualquier actividad y... caminar, entrar, salir, subir, bajar, adonde les plazca. Esto es, hacer todo lo que el apartheid les prohibía.

Y cuando vienen al estadio de futbol (el de las glorias del Mundial de 2010) quieren verse, sentirse y manifestarse juntos. Y entran cantando. Llegan por la avenida, y avanzan por la explanada, los pasillos internos y las escaleras hasta ocupar el graderío. No callan. Nadie permanece pasivo. Cuando finalmente toman su lugar, aquellos cantos se suman a los de quienes ya estaban ahí, y el estadio se va convirtiendo en un himno y un baile potentes, único y conmovedor.

En un día inusualmente frío y lluvioso para ser verano, el gobierno de Johannesburgo dispuso de pantallas en diferentes lugares de la ciudad para que la población pudiera seguir el tributo a Mandela. Y son miles. No los suficientes para llenar el estadio. Negros y blancos, pero los primeros son la abrumadora mayoría. Al final de la ceremonia incluso la radio reportó problemas para el desalojo del estadio.

Johannesburgo siguió así, todo el día, inusualmente fría y húmeda.