No se dio una visión real de este deporte
, critica entrenadora de España
Lunes 2 de diciembre de 2013, p. 5
Las nadadoras sincronizadas sonríen todo el tiempo, como si el mundo fuera perfecto. En cierta medida lo es de acuerdo con sus representaciones en el agua. Lo hacen con los músculos rígidos por la fuerza que requiere una disciplina que combina una técnica rigurosa, con la coreografía artística y el espectáculo.
Como en un duelo coreográfico, ayer culminó el Trofeo Mundial de Nado Sincronizado en la alberca Joaquín Capilla, del Centro Deportivo Olímpico Mexicano. En el primer puesto estuvo China, inalcanzable, seguida de Ucrania y de España. México no alcanzó a subirse a los peldaños de los premios, pero al menos las nadadoras quedaron con la satisfacción de estar sólo a unos puntos de recibir una medalla.
Fue, sobre todo, una exhibición para dar a conocer más este deporte entre la gente, según las intenciones de la FINA.
Una intención que no comparte Esther Jaume, entrenadora del equipo español, al menos no de este modo, porque para ella lo de ayer no brinda una visión real del nado sincronizado. Está bien para la televisión y mostrar la parte de espectáculo centrado en la gracia de las ondinas, pero eso no es este deporte
, dice.
Tenemos que dar a entender que esto es otra cosa distinta al nado sincronizado, a la competencia de alto rendimiento, es necesario dar una visión real de nuestro deporte. Esto es un divertimento, así hay que explicárselo a la gente, como el Cirque du Soleil, pero hay otra parte que es muy seria y de alta competitividad
, indica.
El resultado de mostrar más la cara simpática y corista del nado puede ser pernicioso para un deporte que no es tan conocido, considera Jaume. Hay que mejorar la percepción de una disciplina que se puede explotar desde su lado más superficial.
Lo afirma porque en el torneo de ayer no se apostó tanto por la precisión técnica, sino por la parte artística y coreográfica, en la que media calificación la hizo un jurado especializado de FINA, pero la restante la otorgaba un equipo de jueces de celebridades, en el que había actrices, cantantes y luchadores.
Estos torneos nos roban tiempo para preparar las competencias importantes del próximo año, porque trabajamos rutinas que no utilizaremos más y nos distrae de los objetivos, entonces tenemos que verlas como un recurso de tomar experiencia
, precisa Jaume.
Mientras tanto, resultó gratificante ver la creatividad y el espíritu lúdico de las ondinas, quienes sin la presión de las competencias formales parecían más divertidas. Las españolas chapotearon con arte con un Elvis Presley muy revolucionado de fondo; las ucranianas en un juego híbrido entre el folclor y el metal malencarado; China, marcial, precisa y con esa tensión que sólo se obtiene con el trabajo sin concesiones, como en la ópera de Pekín o en la tradición acrobática.
Las mexicanas también jugaron y esta vez no hubo jarabes tapatíos ni bikinas, sino una puesta muy al estilo de Broadway de Mary Poppins. Y si es necesaria cierta acrobacia en la lengua para cantar el Supercalifragilísticoexpialidoso, las ondinas tricolores deletrearon con ingenio con las piernas en vertical y la cabeza metida en el agua. Al final, aunque no era una competencia formal, todas sonreían como si el mundo fuera perfecto, porque en los chapoteos, para ellas, tal vez lo fue.