Opinión
Ver día anteriorMartes 26 de noviembre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
La Muestra

Perros perdidos

E

legía de un hombre desposeído bajo la lluvia. En Perros perdidos, décimo largometraje del taiwanés Tsai Ming Liang (Viva el amor, El río, El hoyo), Wang Lee (Lee Kang-Sheng, actor fetiche del cineasta) soporta estoicamente bajo un aguacero su ingrato trabajo como portador de anuncios publicitarios, un hombre-cartel como el emblemático personaje de La muchedumbre (The crowd, King Vidor, 1928). Al mismo tiempo declama un poema patriótico del siglo XII chino, para evocar el dolor del fracaso personal, esa derrota que no se lava y esos logros que no son nada, excepto polvo y lodo. Con una esposa ausente, Wang debe velar por el bienestar de una niña y un niño, quienes sobreviven precariamente en una metrópolis impersonal con fuertes contrastes sociales: un entorno ultramoderno plagado de supermercados y condominios de lujo y, muy cerca, el hogar improvisado en una barraca miserable, la higiene elemental de los niños en sanitarios públicos, una lluvia torrencial interminable y un paisaje de desolación con perros callejeros que evoca escenas luminosas del Tarkovsky de Nostalgia (1983).

En Perros perdidos el también realizador de Good Bye Dragon Inn, construye su relato de manera perturbadora. Evoca la espiral de derrota del personaje principal colocándolo en situaciones extremas, de la rebeldía que le impulsa a abandonar su trabajo estéril pasa a una decadencia señalada por el abandono personal y el alcoholismo, y luego a la ocupación clandestina de un lujoso condominio vacío, donde rememora una armonía hogareña para siempre perdida, mientras un sugerente juego buñueliano (Ese oscuro objeto del deseo, 1977) presenta la misma figura femenina (una madre real y una madre sustituta) con actrices de edades diferentes.

La espléndida fotografía tiene momentos de antología, planos prolongados como el de Wang declamando bajo la lluvia, su violento arrebato de amor y odio con una col pintada como cabeza femenina, y el prolongado plano fijo que expresa con gran variedad de registros dramáticos su posible reconciliación con la esposa. La descripción de una sensación de derrota personal en una ciudad crecientemente hostil, invadida por la lluvia, ha sido una constante en el trabajo de Tsai Ming Liang. En esta ocasión el realizador, quien declara haber hecho aquí su última película, tiene aquí uno de sus logros artísticos más temerarios y contundentes. Un plato fuerte de la Muestra. Cineteca Nacional, Sala 1: 12 y 18 horas.

Twitter: @CarlosBonfil1