Opinión
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México SA

Crecimiento ausente

De MMH a Peña Nieto

Discurso y reformas

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Habitantes del Cerro de las Tablas en el Valle de Chalco, estado de MéxicoFoto José Carlo González
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ras el fracaso económico en el arranque sexenal, ahora el gobierno peñanietista anuncia que ha emprendido “una serie de reformas transformadoras (…) para convertir a nuestro país en uno altamente productivo y competitivo, donde cada uno de los mexicanos cuente con oportunidades de desarrollo y empleos bien remunerados, por lo que, conforme se implementen estas reformas, se esperan mejores respectivas de crecimiento para 2014 y para los siguientes años”.

¡Felicidades!, mexicanos soñadores, que ahora sí, con dichas reformas y la consecuente modernización, serán los beneficiarios de las mieles del modelo económico, porque no sólo el actual inquilino de Los Pinos tiene esa firme voluntad, sino que México cuenta con sólidos fundamentales macroeconómicos, lo cual da las bases para que nuestro país aspire a alcanzar su máximo potencial de crecimiento. Excelente noticia de alto contenido terapéutico, aunque el problema comienza cuando uno se entera que, palabras más o menos, eso es precisamente lo que el propio gobierno federal prometió tres décadas atrás para justificar el drástico cambio de modelo económico y el inicio de las privatizaciones.

Treinta años atrás, Miguel de la Madrid, entonces inquilino de Los Pinos, anunció un radical cambio de modelo económico, para actuar sobre las deficiencias estructurales de la economía, introducir cambios de fondo para poder restablecer nuestra capacidad de crecimiento, y fortalecer la economía sobre bases sólidas de permanencia, eficiencia y justicia social. Se trataba de convertir el ajuste económico en oportunidad, aunque es requisito previo e indispensable sanear la economía y recuperar las bases de un crecimiento económico firme y sostenido.

Con dicho personaje en la residencia oficial quedaron delineados –según él mismo– los cambios estructurales que requiere el país para dar una nueva dinámica a su proceso de crecimiento. Se trata de dotar a nuestra sociedad de mecanismos acordes con las grandes transformaciones que están sucediendo a nivel nacional e internacional para sentar las bases de una nueva etapa de crecimiento sostenido, eficiente y más equitativo. Resultado concreto de la aventura: 0.34 por ciento de crecimiento promedio anual en el sexenio, inflación galopante, desplome salarial, concentración del ingreso, crisis sobre crisis y desmantelamiento del aparato productivo del Estado.

A Los Pinos llegó Carlos Salinas de Gortari, quien decidió enfrentar aceleradamente el reto que la rápida globalización económica le imponía al país; decidimos restructurar más a fondo en estos años para crecer más rápido después. Una decisión con perspectiva de largo plazo. Así, reforma tras reforma y modernización tras modernización, y siempre según su versión, cimentamos el crecimiento económico, un crecimiento más sano y duradero. Resultado concreto: 3.9 por ciento de crecimiento anual promedio, dio la puntilla al aparato productivo del Estado, concentró la de por sí concentrada riqueza (en su sexenio aparecieron los primeros empresarios marca Forbes), corrupción galopante, autoritarismo, asesinatos políticos, y México se hundió en el último año de su mandato.

De carambola arribó Ernesto Zedillo a la ex hacienda de La Hormiga. Entre los errores del anterior y los suyos, estalló una crisis de dimensiones colosales. De las privatizaciones pasó a las extranjerizaciones, y promovió reforma y modernizaciones de segunda generación. Se trataba, según él, de dar énfasis al restablecimiento de las condiciones necesarias para el crecimiento sostenido de la economía nacional. No era más que las muchas reformas y transformaciones necesarias a fin de asegurar permanentemente el crecimiento dinámico y sostenido de la economía nacional, como medio indispensable de combate a la pobreza y a la desigualdad de oportunidades. Resultado concreto: 3.5 por ciento de crecimiento como promedio anual, en medio de un creciente déficit de empleo formal, crecimiento galopante de la informalidad, avance sostenido de la pobreza, rescate de la banca y otras empresas privadas con recursos de la nación, extranjerización de la economía y gobierno al servicio de los intereses del gran capital.

Y llegó la alternancia. Vicente Fox se instaló en las cabañitas y mientras él dormía Martita dirigía el destino nacional a favor del gran capital, comisión de por medio. Prometió que la economía crecería 7 por ciento anual y la generación de un millón 350 mil empleos por año, pues nuestro país tiene bases firmes para consolidar el crecimiento; hoy, gracias al esfuerzo de todas y de todos los mexicanos, estamos de regreso en el camino del crecimiento económico. Resultado concreto: 2.3 por ciento de crecimiento, más reformas y modernizaciones, déficit espeluznante de empleo, economía aletargada, corrupción galopante, persecución de líderes sociales, sonado fracaso político y en la nómina de los poderes fácticos.

Lo anterior se repitió con salvajes creces a lo largo del sexenio de Felipe Calderón, quien prometió 5 por ciento de crecimiento anual, se auto denominó el presidente del empleo y promovió otra larga tanda de reformas y modernizaciones. ¿Para qué? Para que los mexicanos vivan mejor. El desastre calderonista es por todos conocido: desató la violencia, miles y miles de muertos, corrupción galopante, gobernó el gran capital –no sin pago de comisiones–, el catarrito arrasó, y el crecimiento promedio anual fue de 1.8 por ciento, el peor en cinco lustros.

Ese es el rápido recuento de cinco sexenios fallidos que todo reformaron y modernizaron con el mismo manual, idéntica política económica e iguales resultados. El crecimiento prometido fue de menos a mucho menos, y peor aún el resultado social, y a estas alturas el país crece seis tantos por debajo de lo registrado en el modelo económico anterior, y registra un impresionante inventario de pobres y una concentración del ingreso y la riqueza digna de etapas feudales.

Y el sexto de la temporada, con las mismas promesas e idénticos resultados: uno por ciento en el primer año. Tres décadas de reformas, y nada en beneficio del país, pero ofrece más de lo mismo (reformas transformadoras) para que los mexicanos tengan oportunidades de desarrollo y empleo bien remunerado. ¿En serio?

Las rebanadas del pastel

Entonces refórmense, sin comillas, modelo económico y sistema político. Y rapidito, que los gringos ya quieren su alianza energética.

D.R. [email protected]

Twitter: @cafevega