o sucedido con la reforma de salud promovida por el presidente Barack Obama se ha convertido en una pesadilla para él y el Partido Demócrata. El problema que originó una avalancha de críticas en contra de Obama al poner en marcha la reforma tiene su origen en la Secretaría de Salud, responsable de administrarla. Para diseñar el programa de la página electrónica en la que descansa toda la reforma, la secretaría contrató varias empresas, pero inexplicablemente se olvidó designar a una persona que coordinara el trabajo de todas ellas, o la que designó no tenía idea de cómo hacerlo. En dicha página se detallan los planes de salud, su costo y la forma de inscribirse en alguno de ellos. Por lo visto, a nadie se le ocurrió pensar que decenas de millones de solicitantes intentarían consultar la página para elegir uno de esos planes. En consecuencia, el sistema colapsó, o para usar un término más acorde con la picaresca mexicana: se cayó
.
Ese contratiempo se magnificó debido a que la reforma establece que las aseguradoras cancelen los seguros contratados en forma individual, y a partir de la información de la página adquirir un seguro por medio del gobierno o directamente en las aseguradoras. La premisa es que todos los ciudadanos tengan un seguro para bajar el costo global del gasto en salud pública. Un número aún no determinado de personas se quedaron sin seguro una vez que se les canceló, no obstante que Obama había dicho lo contrario. Después aclaró que, de acuerdo con las condiciones establecidas en la reforma, podrían intercambiar su seguro por otro. En todo caso el momento crítico será en marzo, cuando quienes no hayan adquirido un seguro tengan que pagar una multa.
A esos contratiempos se añade uno más. La reforma establece un subsidio para ampliar los programas públicos Medicare y Medicaid que apoyan a quienes no tienen suficiente para contratar un seguro. Dicho subsidio se canaliza mediante los gobiernos de los estados, pero el caso es que varios de los estados donde los gobernadores pertenecen al Partido Republicano se han negado a aceptar el subsidio. En consecuencia, quienes viven en esos estados deberán hacerlo por medio del gobierno federal, lo que para millones de personas resulta más complicado. Tienen razón quienes aconsejan no perderse en los problemas de la plomería
y concentrarse en la arquitectura del edificio como un todo. Se espera que en poco tiempo el sistema funcione con fluidez. Sin embargo, el daño está hecho, y la popularidad del presidente se cayó
al igual que el sistema.
Quienes ven en la reforma un beneficio para el país en su conjunto han dicho que es necesario aquilatar sus alcances para ponerla en una perspectiva más amplia. Junto con las que promovieron Roosevelt, mediante las reformas sociales y económicas del new deal, y Johnson, mediante su programa para atenuar la pobreza incluidos Medicaid y Medicare, es una de las más importantes en la historia del país.