l secretario de Estado estadunidense hizo su entrada en la OEA (Organización de Estados Americanos) con gran estilo: anunció el entierro de la Doctrina Monroe. Ésta fue formulada por su país en el siglo XIX para darle cobertura a sus múltiples intervenciones –directas e indirectas– en los países del continente con el pretexto de resolver conflictos intestinos hemisféricos.
La consigna América para los americanos
no dejaba lugar a ambigüedades, dado que los propios estadunidenses procuraron monopolizar la región para su provecho. La supuesta protección estadunidense al continente ante eventuales intervenciones de potencias extranjeras sirvió para reservarla y ponerla a merced de su hegemonía.
No había mejor escenario para el discurso de John Kerry que la OEA. Y es que tanto la Doctrina Monroe como la propia OEA ya son cadáveres políticos hace tiempo. La posibilidad de Estados Unidos de intervenir en países del continente supone cierta capacidad de crear las condiciones políticas para hacerlo. A partir de la formulación de aquella doctrina, EU se atribuyó el derecho de imponer sus intereses por la fuerza, invadiendo países, instrumentando golpes de Estado e imponiendo –después– su voluntad en la OEA. Ocurrió hasta el momento en que las naciones del hemisferio se decidieron a crear instancias de integración independientes de Estados Unidos. Son los casos del Mercosur, la Unasur, el Banco del Sur, el Consejo Sudamericano de Defensa, la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe.
Cuando Latinoamérica decidió asumir sus problemas en el contexto de la integración, la Doctrina Monroe y su heredera, la OEA, fueron enterradas. A pesar de las intenciones frustradas de golpe en varias naciones que tienen gobiernos progresistas –entre ellos, Venezuela, Bolivia y Ecuador–, y de la concreción exitosa alcanzada en Honduras y Paraguay, EU tiene enfrente mecanismos regionales que actúan para dirimir conflictos, como en el caso del Consejo Sudamericano de Defensa, y una doctrina solidaria que no reconoce a los gobiernos –apoyados por militares– surgidos de golpe de Estado.
Las soluciones pacíficas a los conflictos entre Colombia, Ecuador y Venezuela, así como las acciones de solidaridad que ayudaron al gobierno boliviano a derrotar las tentativas separatistas, ya habían demostrado que las soluciones a nuestros conflictos no pasaban por la OEA ni, menos aún, por cualquier iniciativa o actuación de Estados Unidos.
El discurso de Kerry llegó muy tarde, cuando la propia realidad y los gobiernos latinoamericanos habían enterrado la Doctrina Monroe y la OEA se encuentra completamente superada por los procesos de integración regionales.
* Filósofo y sociólogo, miembro del Consejo Académico de la Flacso-Brasil
Traducción: Ruben Montedónico