El producto está microencapsulado y es capaz de eliminar al insecto Metamasius spinolae
Está elaborado con una cepa nativa de un hongo y a diferencia de los comerciales, que tienen una vida de anaquel corta, su efecto perdura y es amigable con el ambiente, explica Federico Castrejón
Viernes 22 de noviembre de 2013, p. 2
Investigadores del Instituto Politécnico Nacional (IPN) desarrollaron un bioinsecticida microencapsulado capaz de eliminar al insecto Metamasius spinolae, conocido como picudo del nopal, plaga que causa importantes pérdidas económicas a los productores de esa planta del país.
Se trata de un proyecto de investigación que se realiza en el Centro de Desarrollo de Productos Bióticos (CeProBi), en colaboración con la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB), con la dirección del doctor Federico Castrejón Ayala, quien señaló que los sistemas de producción agrícola actualmente son insostenibles, porque entre otros problemas, se basan en el uso excesivo o indebido de insumos agroquímicos, como plaguicidas, fertilizantes y productos que dañan el suelo, el ambiente y repercuten negativamente en la salud tanto de productores como de consumidores.
Aseguró que la agroecología en su conjunto y, específicamente, el uso de plaguicidas de origen biológico representan una alternativa viable para hacer frente a los problemas de plagas y enfermedades de los cultivos, porque implican el manejo racional de los recursos y son amigables con el ambiente.
Para elaborar el bioinsecticida los investigadores del IPN utilizaron una cepa nativa del hongo entomopatógeno Beauveria bassiana, colectada sobre insectos muertos del picudo del nopal. Se purificó y se obtuvieron cepas monospóricas y de éstas las más eficientes se sometieron al proceso de microencapsulación.
Con cepas extranjeras disminuye efectividad
Refirió que hay productos elaborados a base del hongo Beauveria bassiana que son utilizados por los agricultores. Sin embargo, los productos comerciales tienen una vida de anaquel corta, son de manejo delicado y están elaborados con cepas que incluso vienen del extranjero o son aisladas de otros insectos, por ello su efectividad disminuye.
Ante esa circunstancia, el doctor Castrejón Ayala utilizó cepas nativas para elaborar el insecticida biológico. La ventaja de usar cepas nativas de la región donde se reproduce el insecto es que hay más probabilidades de que el hongo tenga mayor permanencia; es decir, que no se requerirá aplicar el producto una y otra vez porque se preservará en el ambiente, digamos que de esa forma ayudamos a mantener la cantidad necesaria del hongo y cuando aparezca el insecto habrá mayores posibilidades de que se infecte y de que se ejerza un control natural de sus poblaciones
, explicó.
Especificó que la vida de anaquel de los productos comerciales es corta, porque son muy susceptibles a los factores ambientales, como la luz, cambios de temperatura y humedad; por eso, con apoyo de la doctora Liliana Alamilla Beltrán, de la ENCB, y del estudiante de maestría César Orlando Pozo Santiago, comenzó a trabajar en la microencapsulación del hongo entomopatógeno.
Los microencapsulados son formulaciones que dan al ingrediente activo (en este caso las esporas del hongo) protección contra los factores ambientales adversos y, una vez que entran en contacto con el agua, se disuelven fácilmente y permiten que la espora del hongo se fije a la cutícula del insecto para que germine y lo infecte.
Pruebas
Para conseguir que el bioinsecticida sea efectivo, el doctor Castrejón Ayala indicó que hicieron distintas pruebas para determinar qué materiales encapsulantes son más adecuados para mantener la efectividad del hongo y evitar que no perdiera su capacidad de infectar a los insectos.
Del mismo modo ensayaron distintas condiciones de operación del secador por aspersión. Las pruebas que llevamos a cabo permitieron obtener la combinación adecuada, de tal manera que no se perdiera esa viabilidad
, acotó.
El investigador destacó que en Morelos el cultivo de nopal es muy importante, principalmente en el norte de la entidad, donde se destinan más de 3 mil hectáreas a la siembra del vegetal, por lo que constituye una valiosa fuente de ingresos para los productores.
Por ello, contar con productos biológicos que ayuden a evitar la pérdida de cosechas y que al mismo tiempo permitan el cuidado del ambiente es un importante logro
, agregó.
Informó que al evaluar el insecticida biológico en el laboratorio funcionó muy bien. Actualmente, lo validan en el campo y le hacen algunas adaptaciones al proceso para mejorar el producto. Los materiales y condiciones de operación de los equipos son muy especiales para el desarrollo del bioinsecticida, por ello iniciaremos los trámites para la protección intelectual del proceso y del producto
, indicó.
El proyecto es financiado por la Secretaría de Investigación y Posgrado del IPN y los recursos obtenidos a través de la prestación de algunos servicios externos también se han canalizado para apoyar el desarrollo de la investigación.