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Desde la noche del sábado vive intranquilo por lo que sucede con su rival José Carmona

¡No soy un asesino!, clama Arce; le duele haber regresado al boxeo

El colombiano permanece en coma inducido

La gente me está crucificando como si fuera el malo de la película

La deshidratación fue lo que le afectó, no mis golpes, afirma el Travieso

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El colombiano José Carmona se enfrentó a Jorge Arce el sábado en San Luis PotosíFoto cortesía Zanfer Boxeo
 
Periódico La Jornada
Martes 19 de noviembre de 2013, p. a13

Nadie sabe lo que pesa la culpa de un boxeador que pone en riesgo la vida de un rival tras un combate. Tampoco cómo es la soledad que sobreviene, la inquietud de la espera por cualquier noticia que alivie ese sentimiento de angustia e incertidumbre. Jorge Travieso Arce piensa en esto desde el sábado que noqueó al colombiano José Carmona, quien salió en camilla rumbo a un hospital de La Loma en San Luis Potosí, donde fue operado un par de veces por una lesión cerebral que lo mantiene en estado delicado, pero estable, en coma inducido.

El Travieso no piensa en nada más y a veces también su cabeza se hace líos con ideas confusas sobre lo absurdo que pueden ser los hechos: el rival ahora en coma no era con quien originalmente pelearía, estuvo a punto de suspender ese combate por una crisis familiar, pero sobre todo porque hace casi un año había decidido retirarse después de que fue noqueado por el filipino Nonito Donaire.

Me arrepiento de haber regresado al boxeo, dice con una velocidad que revela su ansiedad. Lo pienso sobre todo cuando recuerdo que yo estaba tranquilo, pero decidí volver y no esperaba pasar por esto, duele pensarlo así.

Recuerda que cuando terminó el combate no supo qué hacer. Lo que serviría como un parámetro para decidir su futuro en el boxeo se había convertido en uno de los peores episodios de su carrera. La intranquilidad no le permitió dormir en toda la noche. Insomne y con las ideas revueltas pasó horas en las salas de espera de dos aeropuertos, voló ensimismado, repasando imágenes de esa noche y de vez en cuando salía de ese silencio para decirse que no quería volver a pelear.

Pero de pronto Arce cobra otra actitud mientras hace el recuento, se vuelve más defensivo porque se siente acorralado, dice que desde esa noche han empezado a acusarlo de ser un asesino y su cuenta de Twitter es un vertedero de insultos. ¡Yo no maté a nadie! No soy un asesino, exclama, porque dice que se desespera cada que lee esos mensajes, por la impotencia, porque se siente vulnerable ante las acusaciones. Por eso repite que lo único que hizo fue pelear como siempre lo ha hecho y lo que ocurrió es un riesgo latente en este deporte.

La gente me está crucificando como si fuera el malo de la película, elude Arce. Yo no quería lastimar a nadie. No soy culpable, sólo soy un peleador y como tal subo a dar un espectáculo al cuadrilátero, pero si me descuido, a mí también me puede pasar lo mismo, argumenta un poco atropellado.

En esa cascada de enunciados apresurados, Arce asegura que ni siquiera golpeó demasiado fuerte a Carmona, pues lo que provocó esa lesión fue el estado de deshidratación con el que subió el colombiano con tal de dar el peso pluma. Bajar tanto de peso –sostiene– coloca a los peleadores en estado vulnerable para un combate.

Pese a todo, Arce recuerda que la pelea fue intensa, con un fuerte intercambio de golpes. Aún le duele el cuerpo y dice que en el rostro tiene las huellas de que Carmona también tenía potencial ofensivo. La nariz del Travieso fue intervenida ayer por una cortada severa que necesitó puntos y el trabajo meticuloso de un cirujano plástico.

El regreso era para conseguir un título más en otra división. A los 34 años considera que puede seguir conquistando campeonatos. Once meses fuera de los cuadriláteros y los eventos previos a esta pelea lo hicieron titubear sobre si debía realizar la función. Dos rivales habían cancelado antes de Carmona, pero principalmente dudo seguir con la misión tras la muerte de un familiar. Aún así decidió proseguir.

Me duele haber regresado al boxeo, reconoce al retomar los hechos de los últimos días. Esto debe ser una señal de la vida, para que me detenga o piense muy bien qué debo hacer.

Pero por el momento no analiza nada de su porvenir. No puede pensar en sí mismo y está atento a cualquier informe sobre Carmona. Arce –cuenta– se siente en un hoyo. Mientras no tenga buenas noticias de su rival, seguirá atorado con esa idea de que fue un error volver al boxeo.