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Senadoras de PAN y PRD impulsan reformas a 75% de la norma, por inoperable

Rechazan cambios a la ley contra la trata de personas; beneficia a los delincuentes

Las legisladoras no saben lo que hacen, dice Madai Morales, víctima de explotación sexual

Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 17 de noviembre de 2013, p. 12

El caso de Madai Morales Albino es ejemplo de “justicia divina”. Durante dos años fue víctima de trata con fines de explotación sexual. Escapó, denunció al padrote” y hace año y medio logró que fuera encarcelado; algo que sería imposible con las actuales reformas que impulsan en el Senado a la Ley General contra la Trata de Personas.

Así lo afirma Madai quien ahora estudia el cuarto semestre de derecho y forma parte de la campaña No al retroceso de la ley contra la trata de personas en México, impulsada por la Fundación Reintegra de la cual es presidenta honoraria.

Su historia es la de cientos de mujeres engañadas, sometidas bajo amenaza y explotadas sexualmente por redes nacionales e internacionales de trata que operan en el país: Me da mucho coraje la reforma. La senadora panista Adriana Dávila no sabe lo que esta haciendo. Esos 70 senadores que firmaron en favor de reformar la ley, no nos conocen. En vez de hacer un bien, hacen un mal porque quieren quitarle derechos a las víctimas. Los derechos ahora serán para los tratantes, y que las víctimas se frieguen.

La reforma es impulsada por la senadora por Tlaxcala, Adriana Dávila, del Partido Acción Nacional (PAN), y por la senadora Angélica de la Peña, del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Ambas defienden la modificación de 75 por ciento de la ley, porque supuestamente es inoperable.

Para las asociaciones de víctimas, como la Comisión Unidos Contra la Trata, AC, que preside Rosi Orozco, ese argumento es falso: La reforma que pretenden aprobar es muy grave porque le da beneficios a los tratantes y le quita todos los derechos a las víctimas sobre la parte de protección y asistencia, dijo en entrevista con La Jornada, antes de participar en el acto Retos femeninos Monterrey 2013”.

Familias de tratantes

¿Ves esas muchachas paradas allí? Son putas, tú vas a ser como ellas, le dijo Saúl Herrera Soriano a Madai al llegar al Distrito Federal y pasar por la calle Puente de Alvarado.

Era el principio del infierno en el que viviría durante dos años. Originaria de Acayucan, Veracruz; estudiante de la carrera de sicopedagogía educativa, tenía 19 años cuando conoció a Jorge, el falso nombre que utilizó el tratante para engancharla.

Durante semanas la fue enamorando y finalmente la convirtió en su novia. A los dos meses le pidió que se fueran a vivir al Distrito Federal prometiéndole todo tipo de ventajas: “Me empezó a lavar mi cabecita, se hacía la víctima y le creí todo lo que decía. Yo no sabía que existían los tratantes de mujeres. Me dijo que era de Puebla, después supe que era de Tenancingo, Tlaxcala, tierra de padrotes”.

Al llegar a la capital la llevó a vivir a la delegación Cuauhtémoc, en unos cuartos de huéspedes de la colonia Buenavista, donde todos los muebles eran de piedra: “Me dejó allí encerrada y regresó hasta el tercer día. Eran siete cuartos verdes con la misma fachada y vivían padrotes con chicas. Cuando regresó me llevó a comprar comida y cuando pasamos por la calle Puente de Alvarado vi que había muchas chicas mal vestidas, mejor dicho, casi desnudas. Él me las señala y me dice: así vas a trabajar, como ellas.

Madai pensó que se trataba de una broma. En ese momento le dejó claro que ella jamás haría una cosa así. Fue cuando le soltó a bocajarro: ¿Para que crees que te traje? Vas a ser puta. Si no voy a matar a tus papás y te vas a contar bajo tierra.

El mundo se le vino encima. Comprendió que a partir de entonces su vida cambiaría radicalmente: Estaba a punto de golpearme, hasta que le dije que haría lo que me dijera. Cuando regresó llegó con una bolsa y la aventó en la cama. Me dijo que venía la ropa que me tenía que poner. Toda era ropa fea: una zapatillas muy pero muy altas, condones y maquillaje. Me dijo que tenía que cambiarme de nombre y que ahora me llamaba Karen. Ese mismo día andaba menstruando y me obligó a ponerme esponja para no manchar a los clientes. Yo no sabía ni poner un condón. él mismo me enseñó a ponerlo.

Poco a poco fue descubriendo que Saúl, en realidad, pertenecía a una familia de tratantes: madre, hermana y hermano estaban de acuerdo para traficar con mujeres con fines de explotación sexual entre México y Nueva York: Era un negocio familiar.

Y también de amigos. La primera noche la llevó por la avenida Antonio Caso antes de llegar al Hotel Marín y se comunicó con un tal Omar y le dijo: Ella va para allá. Te la encargo. En el hotel entregó 100 pesos de adelanto para que le permitieran cambiarse y luego la trasladaron. “Al llegar a la calle de Sulllivan me dejó con su mamá Alejandra Gil. Ella era la madrota. Me indican un lugar donde pararme. Recuerdo que había muchas chicas y una de ellas le preguntó: ¿Eres nueva?. Me explicó todo: Me dijo que tenía que cobrar los servicios extras: sexo oral y sexo anal. Eran 200 pesos más. Y el costo de 500 pesos incluia el cuarto, una sola relación, posiciones y un desnudo completo.

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Madai Morales Albino impulsa la campaña por el no retroceso de la ley contra la trata de personasFoto La Jornada

Madai recuerda esa noche como la más difícil de su vida. Trabajó 10 horas y atendió a 15 clientes: Yo no lo podía creer. Esa noche fue muy difícil porque extrañaba a mi familia. Lloré mucho. Nunca pensé que llegaría a eso. No era parte de mis sueños, no era algo que yo quería hacer. Jamás había visto esa prostitución. Yo estudiaba una carrera. Me sentía de lo peor. Sentía mucho asco. Me bañé muchas veces.

Era obligada a trabajar los siete días de la semana, sin descanso. Tenía que entregar todo el dinero de los clientes que habían sido perfectamente registrados por la madrota. Sólo recibía 200 pesos a la semana con los cuales apenas sobrevivía. Bajó 10 kilos y debido al trabajo en la calle y a una mala alimentación enfermó de pulmones y riñones:

Me golpeaba siempre con el puño cerrado; a la altura de mis costillas y mi estómago, hasta que me sacaba el aire y me tiraba al piso, me daba patadas. Le tenía miedo. Y aunque me estuviera muriendo así tenía que trabajar. No me alcanzaba para comida, solo comía cereal. Él mismo me compraba las cajas de Choco Krispis. Estaba muy delgada, desnutrida, pesaba 43 kilos. Me miraba al espejo y parecía una calaca fea con la cara toda deformada. Esos dos años fueron un infierno. Lloraba todos los días. Mi almohada era la que me sostenía. Intenté suicidarme con un bote de pastillas; fue estúpido porque las pastillas no me hicieron nada.

Justicia divina

Madai siempre tuvo la esperanza de lograr escapar. Ninguno de los clientes que atendió durante dos años mostró alguna compasión por ella, ni aunque la vieran llorar: Yo le pedía a Dios: por favor mándame un ángel.

Y ese ángel llegó. Un día conoció a un joven que se hizo pasar por cliente y durante varios meses la animó a urdir un plan de huida. Finalmente todo se precipitó. El 27 de enero de 2012 el tratante le dijo que preparara una muda de ropa porque se la iba a llegar a Tenancingo y posteriormente a Nueva York. Ella se negó y la volvió a golpear: “¡A mí ninguna vieja me habla así! A un padrote como yo se le respeta. A mí la policía no me hace nada. Ya me acusaron de lenocinio, de trata y hasta de violación. Y no pasó nada. Además de ti, tengo a otras dos, una de Guadalajara y otra en San Luis Potosi”, le dijo.

Armada de valor, el 28 de enero se escapó y fue a la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal a denunciar al tratante que finalmente fue encarcelado. Luego estuvo dos meses y medio en la Fundación Camino a Casa y después pasó a la Fundación Reintegra, donde ayuda a otras víctimas.

Madai tiene ahora 21 años, estudia el cuarto semestre de la licenciatura en derecho y está decidida a ofrecer su rostro y su testimonio para intentar reintegrar a más víctimas de trata. Hace algunos meses sostuvo un careo con su tratante Saúl Herrera Soriano, quien recientemente se amparó contra la sentencia.

Lo mire a los ojos. Fue un cobarde, agachaba la cabeza. Todos dicen ser inocentes, pero son unos miserables. Dice que no sabe lo que es la trata. Se está haciendo la víctima. Dijo un montón de mentiras y trató de convencer al juez que ahora es un buen hombre, que forra Biblias. Lo que quiero es refundirlo en la cárcel. De eso me voy a encargar yo, para eso estoy estudiando derecho. Ese es su lugar. Allí se tiene que quedar.

Rosy Orozco le habla de manera cariñosa y la felicita por sus logros. Esta luchadora social lleva unos años rescatando víctimas de trata e insiste en que la reforma a la ley pretende eliminar agravantes como violencia, intimidación y vulnerabilidad: Quieren derogar la disposición de crear un fondo para víctimas y asistencia a las víctimas de los delitos en materia de trata de personas. La senadora Dávila quiere ser gobernadora, no sé con quien esté queriendo quedar bien, con las víctimas o con los tratantes.

Madai no tiene duda: “A lo mejor los padrotes de Tlaxcala le van a financiar su campaña o está ganando algo de esta red de trata. No sabe lo que se siente estar esclavizada. Ahora soy libre y lucharé por esta ley, lucharé para encarcelar a los padrotes”.