Problemas técnicos terminaron el espectáculo
Domingo 17 de noviembre de 2013, p. 5
La música fue el centro de la narración oral Entre Mozart y Andersen un cuento, realizado ayer por Marcela Romero y el grupo Las Libélulas, de Alas y Raíces, en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (Filij) 2013.
Apelando a la imaginación de los niños y bajo el sol intenso del mediodía, la cuentacuentos realizó este acercamiento a la vida y obra del compositor y pianista austriaco Wolfang Amadeus Mozart (1756-1791) y a Los cisnes salvajes, del escritor danés Hans Christian Andersen (1805-1875), con la importante participación en vivo de dos músicos.
“Era enero de 1756, hacía mucho frío. Era Salzburgo, en Austria; ahí estaba un señor muy serio en casa tocando el violonchelo, se trataba de don Leopoldo Mozart. Estaba muy nervioso porque su esposa, en la habitación de junto, estaba a punto de dar a luz…”, así comenzó el espectáculo, tras la interpretación de una pieza clásica por Diana López Berumen y Alexandro Lucero.
Leopoldo estaba feliz, la música lo tranquilizaba, además quería tranquilizar a su familia, su mujer acababa de tener un bebé, la niña trataba de ayudar a su mamá y él quería que música fuera lo primero que su hijo escuchara en la vida.
Un centenar de espectadores, entre niños y sus papas, prestaban atención a la vida de Mozart, quien fue un niño prodigio y a los cinco años ya componía piezas musicales. Nannerl (María Ana), su hermana mayor, afirmó la cuentacuentos, era tan buena intérprete como Wolfgang, pero como era mujer, nadie le hizo caso
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Animada, la narradora (vestida a la usanza del siglo XVIII) dio detalles de las peripecias, las dificultades y los logros del pianista; explicó a los presentes las características de la época, el matrimonio con Constanze Weber, la relación con su amigo Haydn, y luego dio paso a la ejecución de breves fragmentos de sus creaciones, entre las que estaban una de sus primeras piezas compuestas, originalmente para flauta, Don Giovanni y Las bodas de Fígaro.
En seguida, ofreció una adaptación del cuento clásico de Andersen, donde la magia y la música permitieron a los infantes echar a volar su imaginación para sentirse parte de la historia de Elisa y los 11 cisnes, sus hermanos.
El espectáculo terminó de manera abrupta por problemas de logística y técnicos. “Creo que es inútil insistir en que ustedes puedan imaginar con todo esto. Les agradecemos mucho su paciencia, su cariño…”, concluyó Romero. A quien el público respondió con una tanda de aplausos y bravos
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